Me desperté sintiéndome adolorida pero feliz. Marko no estaba en la habitación, así que me puse una de sus camisas, ya que toda mi ropa estaba rota.Bajé a la sala y vi que él había preparado panqueques, tostadas y estaba haciendo café. Me sorprendió verlo cocinando.Se veía hermoso con su espalda desnuda.—Buenos días —lo abracé por la cintura y le di un beso en la mejilla.—Salúdame como corresponde, señora Romano —me pidió, señalando sus labios.Le di un beso corto en los labios, y él me respondió.—Me fascina cómo luces mi camisa. Pero no te di permiso para usarla.Reí cuando me levantó en brazos. Enredé mis piernas en su cadera y me agarré de su cuello para no caer al suelo.—¿Entonces debería quitármela? —pregunté coqueta y luego le di un pequeño beso.—La cafetera, mi vida.—le recordé cuando me subió a la mesa y empezó a desabotonar mi camisa.—No te preocupes, se apaga solo, es automático. ¿Pero sabes qué no se apaga solo? —me preguntó mientras me quitaba la camisa y me dejaba s
Cuando finalmente recobré la conciencia, me encontré sumida en una neblina de confusión. Mis pensamientos estaban dispersos, y me resultaba difícil entender lo que estaba sucediendo a mi alrededor. No lograba recordar absolutamente nada de lo ocurrido antes de despertar. Me sentía desorientada y aturdida, tratando de reconstruir los fragmentos de mi memoria perdida. Fue entonces cuando noté la presencia reconfortante de Miguel a mi lado, lo que me brindó un poco de calma en medio de la confusión.— Alma, soy Miguel Cervantes. ¿Puedes oírme? — Miguel pregunta preocupado por mi estado, intentando establecer contacto.— ¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy? — Pregunta alarmada. — inqueri confundida y ansiosa por respuestas. — Por favor, quiero ver a mi bebé. Fingí varias lágrimas, y en ese momento Miguel acarició mi rostro deteniéndome y sostuvo mi brazo cuando intenté moverme.— Por favor, no te muevas. — Dice Miguel, tratando de mantener la calma y controlar la situación.— Quiero ver a mi hij
Un mes después.Estaba acurrucada entre los fuertes brazos de Marko en una habitación de hotel. Solo llevaba puestas unas bragas, mientras que él también estaba casi desnudo. La atmósfera estaba cargada de deseo y complicidad, pero al mismo tiempo sentía una punzada de frustración por tener que mantener nuestra relación en secreto.A pesar de mi incomodidad, comprendía por qué necesitábamos mantener nuestro encuentro en secreto. La situación era complicada y estábamos atrapados en un juego de escondidas por circunstancias que estaban más allá de nuestro control.— Tres veces a la semana no son suficientes, Alma. Te necesito en mi cama todas las noches, mi Alma.— Expresa él.— Yo también deseo lo mismo, Marko. No me gusta ser la otra.— Mi vida, jamás serás ni has sido la otra. Tú eres mi mujer, lo sabes perfectamente. Con Elsa hace meses que no estoy, y con Maura todo ha terminado por completo, te juro que eres la única.— Confiesa.— Tú eres mía y yo soy tuyo.— Si Elsa está de acuerdo
No es posible que esto esté ocurriendo. No puedo dejar de llorar. Miguel ayer me informó que ya inició la búsqueda, pero hay pocas posibilidades de que hayan sobrevivido.No puedo perderlos a los dos, no puedo perderlos. Siento que mi corazón se ha destrozado por completo. Ni siquiera puedo mirar a Gabriel e Isa a los ojos, no puedo darles esperanzas de que todo saldrá bien y verán a padre y tío sanos y salvos porque ni siquiera yo lo creo. Es prácticamente imposible que hayan sobrevivido.Me encuentro abrazando a Pía e intentando contener mis lágrimas. Sé que a pesar de que me está consolando, ella está tan destrozada como yo. Puedo ver el profundo dolor en su forma de mirarme.— Todo estará bien. Conocemos a ese par. Marko y Brian son los hombres más fuertes que conocemos, Alma.— Me moriré sin él, no podría seguir sin él.—No morirás, Alma, porque los dos regresarán sanos y salvos.Fuimos interrumpidas cuando Miguel entró a mi departamento. No lo saludé porque en ese momento Isa se
Me encuentro en mi casa con Miguel, la señora Mariel, Pía y Miguel. Este último deseaba vernos para informarnos sobre la situación.Es un hombre frío, pero se ve consternado ante la situación. Sé que le duele haber perdido a Brian y no solamente por el trabajo, él llegó a estimarlo.— Tu tío iba a denunciar a Patricia y al zar. Elsa sería su testigo protegido, ella le entregó la información de quién es ese delincuente. Por eso ambos murieron. — Me informa Miguel — ¿Tú sabías algo de eso?Yo niego con la cabeza, sin poder contener mis lágrimas.— Lamentablemente, la evidencia se quemó en el avión. Estamos atados de manos, a merced de ese maldito asesino. No puedo revelarte demasiada información, cuídate y cuida de nuestro Gabriel.— Ya se canceló la búsqueda — Nos informa — También deseaba informarles que realizaremos una ceremonia en honor a Brian Murat. Él merece todos los honores, fue un gran elemento y un gran hombre.—Te agradezco, Miguel — Le digo.— Yo también deseo despedir a m
Durante las últimas horas he estado intentando reprimir mi dolor y mis lágrimas. No deseo demostrarle a mis bebés que tengo el corazón destrozado. Ellos ya están muy tristes por la muerte de su padre.Me encuentro cepillando el largo cabello de mi Isabella antes de dormir. Gabriel no quiso cenar y simplemente se recostó en la cama. Ni siquiera le llamaron la atención los videojuegos y juguetes nuevos que le compró su padre.— Listo, mi nena ya está perfecta. — Deposité un beso en su frente.— ¿Cuándo volverá papi? — Me pregunta, dibujando una bella sonrisa en su rostro.— Amor — Pronuncié mientras me senté a su lado. — Papi se fue al cielo.— No, no es cierto, papi volverá. — Afirma ella.— Mejor hablemos de otra cosa, amor. Isa, como sabes, Marko y yo nos conocemos desde que estábamos pequeños como Gabriel y tú. Fuimos novios mucho antes de tu nacimiento.— Sí, y Gabriel es hijo de ustedes, ya lo sé, Alma — Ella rodea los ojos.— Marko es el gran amor de mi vida, sin embargo, existie
Decidí refugiarme en una de las propiedades de Miguel, lejos de miradas indiscretas y de posibles peligros que acecharan a mis hijos. La seguridad era primordial, y mantenernos ocultos era la mejor opción. Nadie sabía de nuestra ubicación, ni siquiera mis familiares más cercanos, por pura precaución. No iba a permitir que nadie se interpusiera entre mis hijos y yo, incluso si eso significaba alejarnos y empezar de nuevo en un lugar desconocido.Gabriel, afortunadamente, parecía estar adaptándose bien a la situación. Su relación con Miguel era buena, lo que facilitaba las cosas. Sin embargo, Isabella estaba furiosa. No quería venir aquí, y su enojo era palpable en cada gesto y palabra. La comprendía, pero no podía arriesgarme a dejarla sola. Mi deber como madre era protegerla, aunque eso implicara enfrentar su ira y descontento.— Mañana podemos ir a cabalgar, ¿te gustan los caballos, verdad, Gabriel?— Inquiere Miguel.— ¡Sí, me encantan los caballos!— ¿Y a ti, Isabella? ¿Te gustaría
Un mes después Ha sido un mes muy intenso. Hace un mes que perdí a mi Marko y siento el corazón destrozado. Mi única ancla a esta vida son mis mellizos.Oficialmente soy la pareja de Miguel. He asistido a varias entrevistas, fiestas, eventos y demás. Desde aquella noche no ha vuelto a tocarme. No lo he permitido porque duermo con mis hijos.Hace mucho tiempo no veo a Madeline y con Pía ya no tengo contacto. Mi mundo son Miguel y los mellizos. Muchas personas me juzgan por tan rápido aceptar ser pareja de Miguel, pero nadie se percata de que me tiene amenazada.Estoy intentando relajarme en la piscina. Estaba a punto de meterme al agua para nadar, pero Miguel me sostuvo de la cintura. Giré mi rostro y él unió sus labios a los míos. Debería seguirle el beso como correspondo en cada ocasión, para mantener las apariencias.Lo único a lo que no accedo es acostarme con él, a pesar de que lo ha intentado en varias ocasiones.— Están los niños.— Tus hijos están jugando y no nos prestan aten