El silencio se hizo presente, ninguno de los dos sabía que decir o cómo actuar, algo muy común últimamente. Sé escuchó el auto del vecino llegar a su casa, Sol se alteró y comenzó a ladrar, salió corriendo para ver la novedad y puedo juro que ese simple detalle me llenó el corazón, tranquilizó mi ansiedad, es tan hermosa y tan inocente, vive en un mundo alterno y hermoso. —Gracias. —Le dije con nostalgia a Christian mientras observaba a Sol ladrar al vecino, correr detrás de una mariposa y revolcarse en el pasto. —¿Por qué? —Preguntó aún con la cabeza baja. —Por todo, haber traído a sol, pintar la casa, el árbol, el helado. —Sonreí. —Por el vídeo también. — Aún no lo ves, Mónica. No sabes lo que hay ahí. —Dice dando un respiro. —No, pero sé que tienes la valentía para mostrarlo porque sabes que lo necesito. Eso lo admiro, estás poniendo mi deseo por encima de tu necesidad. Lo agradezco. —Dije empujando su hombro para relajarlo. Christian solo asintió con calma, se dedicó a obser
—¿renunciar? — Pregunta Christian sosteniendo mi cuerpo, aunque sigo en la silla. —¿Cariño, necesitas regresar al hospital? Fue un error mostrarte esto ahora, discúlpame. Simplemente no podía hablar, me faltaba el aire, estoy tratando de hacer respiraciones conscientes, tomé su mano con fuerza, necesitaba sentirlo cerca. No sé cómo superar lo que siento por Max sin tener que dejar el hospital. Pero es que me gusta, sé que me gusta. —Vamos a la cama, ¡vamos! —Dice elevándome y llevándome cargada, me acurruqué en su cuello, intentando sentirme segura, mantenía presionado mi pecho, como si tratara de evitar que se me cayera el corazón. —Ya vamos a llegar. —Dice mientras sube las escaleras conmigo a cuestas, se sentía la dificultad, pero, aun así, lo hacía muy bien, mantenía el equilibrio y también se notaba preocupado. —Ya puedes bajarme, subiré tranquila. —Le susurro. Realmente sentía que podría. —No. Yo te llevaré como la princesa que eres. —Dijo con tranquilidad. — Además, fui yo
Estaba justo frente a él, nos veíamos fijamente. Quería encontrar la respuesta a esa pregunta, porque si lo amaba, pero no sé si eso me estaba haciendo feliz últimamente. Sin embargo, ¿qué es una pareja sin subidas y bajadas en la relación? —Eres mi familia. —Dije resaltando lo obvio. Sonrió con dulzura. Se quitó el tapabocas y después quitó el mío, traté de sostenerlo con miedo, pero igual logró quitármelo. Besó mi frente, besó mejilla y luego mi nariz. Colocó su frente junto a la mía y cerré los ojos para sentir su aroma. —Cariño, eso no fue lo que pregunté. —Concluyó separándose. — Quiero saber si quieres continuar con el matrimonio después de que te sentiste solo por tanto tiempo y que yo terminé siendo el mayor idiota de todos los tiempos, te fui infiel. —Comenzó a frotar la mano en su frente, estaba avergonzado y a la vez estresado. —¡Es lo que dije! — grité, porque parece no entender que lo amo. —si voy a continuar, lo haré porque eres mi familia, una familia que no dejaré
Mi cuerpo empezó a temblar, no sabía que decir, estaba asustada y a la vez con mucha rabia por dentro, por arruinar el momento y además revivir las imágenes de Christian besando a otra mujer. —¡Hey! ¡hey! —Exclamaba Christian, tratando de atraer mi atención. Pero sentía que mi mente estaba en transe en el pasillo de ese hotel, mi cuerpo se volvió más frío de lo normal, estaba temblando y mis labios se sentían muy resecos. No sé en qué momento Christian se bajó de la mesa, se subió la ropa interior y me cubrió con la manta decorativa del mueble. Me bajó de la mesa y me sentó encima de él, en el suelo, me estaba abrazando y frotando tratando de dar calor. —Cariño, ¿me escuchas? —Preguntó. Respiré hondo y asentí. —Es un ataque de ansiedad, perdóname, fue muy pronto. —Dijo frotando con fuerzas para disminuir el temblor, pero parecía en vano. Me sentía tan triste y asustada... Me acurruqué en su pecho. Que irónico, él forma parte de la imagen que me perturba, pero escogí consolarme e
No pude hacer nada, solo dejarme abrazar... No sé cuánto duró, pero fue lo suficiente como para sentir su cabello sedoso rozar con mi rostro, el aroma de su perfume impregnarse en mi uniforme y la calidez de su cuerpo traspasar hasta el mío. Pensé que, recuperando la relación con mi esposo, esta provocación loca que me producía se iría. Incluso en este momento, dónde su respiración estremece mi cuerpo a pesar de su tapabocas, sé que no es una atracción meramente sexual, también me parece un hombre dulce y agradable, como un baño caliente y relajante, que puede terminar en algo más. Deshago las ideas de mi mente y lo separo de mí en ese instante. Me observó con curiosidad... Sanders también parecía no entender nada, pero del comportamiento de él. — Doctor Casanova ¿Cómo se ha sentido, permanece algún síntoma? ¿Tus costillas están bien? —Dije tomando distancia, pero con evidente preocupación, al parecer le dijeron lo que sucedió mientras estuvo inconsciente. Aún recuerdo el momento
Tomé su mano con fuerzas, la apreté lo más fuerte que pude. No tendré la fuerza de un hombre, pero claramente lo tomé por sorpresa y eso ayudó. —¡Aauch! —Exclamó cuando lo solté, se separó un poco de mí y al voltearme lo empujé. —Al parecer no entiendes lo que te digo. —Dije molesta. —La que no quiere entender eres tú, Mónica. —Dijo sacudiendo su mano. —Te gusto, te gusto mucho y lo de ahora, lo que acaba de pasar... —Señaló mi mono. — Eso también te gustó. —Soy una mujer casada, aléjate de mí. ¡Última advertencia! Caminó hacia mí, se acercó demasiado, acarició mi mejilla. —No soy tu enemigo, no lo soy. Por favor deja de mirarme de esa manera. Solo quiero hacerte feliz, sacarte de ese cubo en el que estás. —Sentía su mano recorrer mi cara, mi respiración era agitada pero la sensación del roce me descomponía, es como si mi cuerpo esperara ese intercambio de energía desde hace mucho. Tomé su mano, deteniéndolo. —¡Basta, Maximiliano! ¡Ya basta! —Exclamé y supliqué a la vez. —Me
El día estuvo muy complicado, después de la visita de Max, mis ganas de estar en el hospital se redujeron a cero. No hubo poder humano ni cirugía importante que me quitará la sensación de sus manos recorriendo mi piel y gritando las verdades que me había negado a aceptar por tanto tiempo. ¿Realmente mi matrimonio ya murió? ¿Christian me habría dicho que me engañó si yo no lo hubiera descubierto? ¿Lo ha hecho otras veces? ¿Max y yo podríamos tener una relación seria? Todo eso y mil cosas más vienen a mi mente, una mente que trato de controlar. —¡Doctora! —Escucho a Sanders me grita y recuerdo dónde estoy. En plena sala de operaciones, con mi paciente de tres años en camilla. Estuve todo este tiempo operando por inercia, es como cuando estás fregando los platos, para mí es una actividad tan rutinaria que puedo perderme en los pensamientos. —Te escucho, que sucede. —Dije reponiéndome de la jornada de ideas, mirando mi trabajo y reconociendo lo bien que lo hago. —Parecía estar en
Me costó mucho sacar a Lucia de mi mente en el resto del turno. Muchas veces me sentí culpable por no tener la valentía de pedir su custodia al estado, era una niña muy sola, como yo. Pero aún era muy joven y tenía miedo, no crecí en una familia y no sabría cómo ser una hermana mayor, mucho menos una madre. El caso es que siguió rondando en mi cabeza. Los padres de Martina también permanecieron llorando en la sala de espera, aguardando a que les entregaran el cuerpo de su pequeña niña, para así darle cristiana sepultura. Llené todos los papeles necesarios, visité algunos pacientes y luego dejé algunas instrucciones para los médicos que estarían a cargo durante la noche. Sentí una necesidad tremenda en visitar a los bebés recién nacidos del hospital, como la maternidad me quedaba de camino a la salida lo hice. Me quedé atenta unos minutos en el espejo, observando cómo unos lloraban, otros reían y el resto dormía plácidamente, no tenían idea de dónde estaban, el mundo que les aguarda