Yo estaba de pie junto a la mesa y la escuché acercarse a mi poco a poco, el sonido de sus tacones estaba rebotando en todo el lugar, la madre July estaba sacando a los pocos niños que había en la habitación.—Vamos niños, todos al jardín, vamos a jugar ahora—Pero madre, todavía faltan dos horas para el receso.—No importa pequeñín, vámonos todos para el parque. — dijo agarrándolos de manos y sacándolos por la parte trasera del salón.Yo baje la mirada, era obvio que Maximiliano no acato de advertencia, pero también lo entiendo, lo puse a escoger entre la mujer que lo crío y yo, y considerando que mi lado estaba lleno de odio y de rencor, era obvio que m escogiera el camino de la paz.Ella seguía caminando, pero de una manera muy lenta, estaba demasiado sorprendida.—Mamá. — le gritó Maximiliano entrando a la sala, venía corriendo, supongo que la mujer llegó primero que él después de decirle la noticia.—Te dije que no estaba lista. — le dije desde la puerta.—Déjanos solas Maximilia
Querido diario ha pasado un año desde que la última vela se apagó en el lago dónde esparcimos las cenizas de mi madre, hoy es el día en el que decidí, que debo dejar ir su otra mitad. Pero para resumirte todo lo que ha pasado, creo que tendríamos que acompañar la tertulia con una taza de chocolate caliente. He ganado dos premios famosos, incluyendo un premio nobel en medicina por mis investigaciones, en el último año descubrí tres técnicas que han salvado la vida de al menos 300 niños con enfermedades que parecían incurables, me siento en el mejor momento de mi carrera profesional y personal, dando todo de mí para protegerlos. El doctor Tomás al parecer tiene una afección pulmonar y le han recomendado mudarse cerca del mar, pensé que la noticia le afectaría más, pero la verdad es que está muy contento y está buscando su reemplazo dentro del hospital. Me notificó hace unos días que soy una de las personas que está postulada para ese cargo, entre todos mis compañeros me recomendaron,
¿Qué se supone que debería decir? Que soy huérfana y que las monjas que me criaron fueron las únicas personas que me dieron cariño durante la infancia, o que tuve tres trabajos para poder mantenerme luego de la escuela, podría hablar de cómo estudiaba en el metro para poder rendir en mis exámenes para convertirme en médico, mi primera cirugía a corazón abierto, los premios que gané o mi matrimonio con un escritor famoso, la verdad es que todo parece la gran cosa y a la vez siento que no significan nada.—¡Mónica!— una voz me trae de nuevo a la realidad.—Si Thomas, dime — digo rápidamente para que no percate mi distracción.—Como te decía, antes de tomar el cargo este lunes, te presentarás con el personal del hospital — dijo con tono suave, como es costumbre, mientras firmaba el papeleo de ingreso.—¿Crees que sea necesario tanto alboroto por una presentación? Puedo simplemente comenzar a trabajar y ya...Esperaba que pudiera notar mi desprecio por compartir con otras personas, nunca
Puedo escuchar unos pitidos, y siento que quiero morirme, no del dolor, es por saber que me habían ingresado como paciente en el lugar donde comenzaré a trabajar solo en un día, ahora nadie me tomará en serio.Me sentía amargada y quería terminar de despertar para irme, pero entre el analgésico y los calmantes que seguro me dieron, no lograba regresar del todo, intentaba abrir los ojos, pero los parpados eran sumamente pesados.—Querida Mónica. —escucho la voz de Imelda, que claramente reconozco porque incluso en eso se nota su edad. — Ya era hora que despertaras, ¿has estado durmiendo bien? Te ves muy cansada. — me pregunta mientras trae una bandeja con una comida seguramente horrible.Imelda es una enfermera de unos 75 años, profesora en la universidad, eminencia en la salud y en la terquedad, pues se niega a retirarse.—Imelda, que gusto verte. — digo mientras parpadeo un par de veces para que se quite la pesadez de la vista. — claro que estoy cansada, un estúpido que recién saca l
Ya es lunes y aunque mi reposo era de tres días, no podía esperar, debía comenzar a trabajar o corría el riesgo de quedarme en casa, pensar demasiado y amargarme, o peor, ponerme triste.Pienso tantas cosas, aún estoy acostada en la cama, estiro mis brazos hacia arriba y me siento, volteo y ahí esta él, mi adorado esposo, mi esposo divertido para todos y aburrido para mí, está viendo al lado opuesto, como siempre.—Mi amor, despierta. — toco su espalda.De joven pensé que uno de los placeres del matrimonio seria ver su rostro al despertar, pero él no es así y aunque me acostumbré a ver su espalda, a veces espero más.—Me meteré a bañar. — le digo. Hizo un pequeño gesto con la mano, está despertando.Me meto directo a la ducha y el agua corre por mi rostro, comienzo a enjabonar mi cuerpo y puedo sentir como se pone la piel de gallina con el agua fría, será por la temperatura o por estar pensando en aquel doctor, y peor aún, empieza una taquicardia y no sé si es por el empleo o por él.
Asentí con mi cabeza para indicarle que estaba bien y creo que también tuvo una especie de corriente en su cuerpo, como yo, porque al estar tan cerca también se estremeció un poco y se retiró.—Bien, será una cirugía agresiva, pero te permitiré realizar la apertura de tórax y dar inicio a la detención temporal del corazón. — dije reponiéndome.No le estaba delegando tantas responsabilidades porque quisiera beneficiarlo, es que por el momento tenía una leve taquicardia y para mi podía ser comprometedor empezar la cirugía de esa manera. Lo oportuno era que me calmara. Se iluminó su cara.—¿en serio? ¡Muchas gracias doctora Mónica, es una gran oportunidad para mí! —expresó sonriente.Sentí un alivio, hacer sonreír a alguien no se me da últimamente, lo cual me hacía pensar en Christian mientras me preparaba. Debo reparar lo que sea que este mal en mi matrimonio, esto no puede seguir.Entramos y nuestro pequeño paciente ya se encontraba sedado, lo observo, es tan pequeño y tiene un lindo c
Hace una media hora que estoy en el suelo del baño, sin importar lo poco higiénico que eso me parecería en otras circunstancias. Estaba destruyendo mi matrimonio, estoy hiriendo a Christian y también le estoy dando paso a las cosquillas que me está generando un hombre que acabo de conocer, ¿es posible vivir con tanta culpa?—Doctora Montenegro, ¿se encuentra bien? — tocan la puerta dos veces.—Sí, un momento.Me levanto, me miro al espejo, seco mis lágrimas y recuerdo a lo que vine al hospital, trabajar. Poner distancia con Maximiliano y hablar con mi esposo al llegar a casa. Eso es lo que debo hacer.Abro la puerta. Quien estaba preguntando era la doctora Sanders, tiene un hermoso cabello rubio hasta la cintura, con ondas, hermosos ojos verdes, una chica muy linda, esperemos que también inteligente.—Digame el estado del paciente, Sanders. — dije mientras caminaba a la oficina.Sé que se podían ver mis ojos llorosos, no soy tonta. Pero también sé que con mi reputación ninguno se atre
Tan cerca era un poco complicado pensar, pero no lo suficiente para olvidar a mi esposo, a quien amo con todo mi corazón.—Lo único que siento Dr. Maximiliano es que usted está severamente equivocado. Soy una mujer casada y le pido respeto. — Le dije con tanta firmeza que hasta yo me lo creí.Estaba tan asustada, pensé que no podría decir absolutamente nada, pero lo logré y pude continuar.—Así que por favor retírese y vaya a hacer su trabajo, en cinco minutos quiero un informe acerca del paciente Rodrigo Román — concluí despectivamente.Maximiliano estaba respirando rápidamente, me soltó y me miró un poco decepcionado, agachó la cabeza y dijo.—Disculpe, malinterprete la situación, me retiro a hacer mi trabajo.Tomo su camisa, su bata, y se fue. Dejando una estela de su perfume, que quedó no sólo en la habitación sino también en mis manos y mi uniforme.Bajo un poco y me siento en la litera, sonrío porque mis sospechas eran ciertas, los escalofríos no sólo me pasaban en mí, él tambié