Capítulo 5

Hace una media hora que estoy en el suelo del baño, sin importar lo poco higiénico que eso me parecería en otras circunstancias. Estaba destruyendo mi matrimonio, estoy hiriendo a Christian y también le estoy dando paso a las cosquillas que me está generando un hombre que acabo de conocer, ¿es posible vivir con tanta culpa?

—Doctora Montenegro, ¿se encuentra bien? — tocan la puerta dos veces.

—Sí, un momento.

Me levanto, me miro al espejo, seco mis lágrimas y recuerdo a lo que vine al hospital, trabajar. Poner distancia con Maximiliano y hablar con mi esposo al llegar a casa. Eso es lo que debo hacer.

Abro la puerta. Quien estaba preguntando era la doctora Sanders, tiene un hermoso cabello rubio hasta la cintura, con ondas, hermosos ojos verdes, una chica muy linda, esperemos que también inteligente.

—Digame el estado del paciente, Sanders. — dije mientras caminaba a la oficina.

Sé que se podían ver mis ojos llorosos, no soy tonta. Pero también sé que con mi reputación ninguno se atrevería a preguntar.

—Todos los signos vitales son estables, dispusimos monitoreo del corazón cada veinte minutos. Además, tenemos el equipo de asistencia junto a él, su tratamiento ya inicio y proyectamos que despierte en una hora y media para su chequeo. —Respondió eficientemente la doctora rubia.

—Excelente. —dije— necesito una lista de todos los pacientes que tenemos en el área de cuidados intensivos, así como los que están en lista de espera para cirugías. Tendremos un descanso de 1 hora y entraremos a la siguiente.

—Si doctora. — dijo

—Doctora Sanders, por favor notifique a Robinson que prepare el quirófano para mí. Y que ninguno olvide que a partir de mañana no entraran en orden alfabético, lo harán solo los que considere capacitados o los que se lo hayan ganado. —Agregué de manera déspota.

No se lo tomó muy bien, lo deduzco por la mirada que me dió, pero de todas maneras asintió y se retiró mientras comenzaba a leer todos los casos médicos que ahora estaban a mi cargo.

El antiguo jefe del departamento había sido un poco desordenado con los datos y con el orden de gravedad de las cirugías, no sabía en base a que había organizado, pero yo tenía otros planes, coloqué a algunas personas que se encontraban en lista de espera como prioridad.

—¡toc toc! ¿Tienes un minuto? — dice el doctor Thomas.

Asentí.

—Raro que la puerta este abierta jejejeje ¿cómo fue la cirugía? ¿Qué te pareció el quirófano? — dijo.

—Es increíble, tienen los mejores implementos aquí, disfrute mucho el trabajo y la cirugía fue un éxito. — dije realmente aliviada, pues amo mi trabajo y el área es espectacular.

—Sabía que te gustaría, todos hablan de la agilidad que tienes en las manos para operar, Mónica, naciste para estar en un quirófano. —dijo sonriente. — espero que pudieras ver que mi residente también.

Maximiliano otra vez.

—Sí, es muy talentoso, lo acepto. —comenté mientras me ocupaba en otras cosas de mi papeleo.

—Por favor, no te dejes guiar por el accidente, es un gran chico, además, es tu fan número uno, me rogó para que te trajera y ni se diga para estar en tu equipo, se esforzó mucho por ser seleccionado.

Eso ultimo me hizo sonreír, quizás todas esas señales que podía ver eran solo una gran admiración. La única que estaba sintiendo escalofríos era yo.

Sonó mi celular. Es un mensaje de Christian.

“Acepté el viaje a Los Ángeles, daré un par de entrevistas y me despejaré, cuando regrese hablamos, pero por ahora dame tiempo”

Me llene de culpa, me duele haberlo lastimado, siento que mi cabeza va a explotar.

—¿todo bien? ¿Paso algo malo? — pregunta Thomas.

—¿eh? — estaba muy distraída para escuchar

—Preguntaba si estabas bien. Tienes cara de que pasó algo malo. —repitió

—Sí, es que Christian se fue de viaje otra vez, no me gusta estar sola en casa, ¿crees que pueda quedarme a hacer guardia hoy? —dije apresurada.

Se me ocurrió de último minuto, pero irme a la casa y estar sola, me obligaría a pensar demasiado y si algo aprendí en todos estos años, es que mi trabajo es tan exigente que no da espacio a dudas o dolores.

—oh, sí claro, como quieras. Comunica en recepción, pero no te exijas tanto, recuerda el golpe que te diste la semana pasada.

—no lo olvido, créeme. — dije bromeando.

El director del hospital se fue y empecé a buscar la cartelera de guardias en la oficina, que era muy linda, por cierto. Era blanca con toques color café y hermosas plantas verdes. Ubico la cartelera y como era de esperarse para mi suerte, Casanova tenia guardia hoy.

Quedarse toda la noche acompañada de una persona que me genera tanta incertidumbre, no era mucho mejor que estar sola en casa, pero ya me había comprometido.

Despejé mi mente, le envié un par de mensajes a Christian preguntando como estaba, pero no obtuve respuesta.

Entré a dos cirugías más, las otras doctoras residentes también poseían un gran talento, pero si notaba mayor destreza en Maximiliano. A quien no había visto muchas veces en el día porque le designé tareas de rutina.

—hoy hicimos el trabajo bien, pero mañana debe ser mejor, descansen. —le dije a Sanders y Robinson, que ya terminaban su turno.

—Doctora, llegó un joven de 17 años con fuerte dolor en el pecho. —nos comunica Imelda.

—Sera una noche larga, doctora. — Dice Maximiliano tocando mi hombro con dulzura. Pareciera disfrutar lo que mucho que me incomoda.

Quito su mano y volteo los ojos con desprecio, él sonríe.

Pasaron las horas, eran las tres de la mañana, no había cirugías, habíamos atendido todas las emergencias y era momento de un descanso. Había dos médicos más en la guardia, pero coincidí con él durante el descanso.

Entramos a la habitación designada para descansar, eran bastante estrecha, tenía dos literas separadas por casi 30 centímetros, insólito este espacio, pero las demás habitaciones estaban ocupadas. Además, hacía un calor absurdo, definitivamente lo menos que haría sería dormir.

—¿Normalmente es así de silenciosa, doctora? —preguntó Maximiliano que venía detrás de mí. — no sabría decir si le caigo mal, piensa demasiado las cosas o simplemente es su personalidad.

Volteo

—Son las tres, pero si alguien pregunta, diles que es mi personalidad. —Respondí.

—Entiendo. — dijo riendo y quitándose la camisa, quedando en franelilla. —espero no le moleste, pero el aire acondicionado está dañado y no puedo dormir en tanto calor.

—Tranquilo. —dije con desdén, pero tragando saliva. Me subí a la cama superior de una de las literas, observando el techo, pensando los tantos problemas que tengo, y como a uno de ellos se le ocurre quitarse la camisa.

Él hizo lo mismo, estábamos a la misma altura, se giró hacia mí, me estaba observando.

—¿qué me ves? — dije, no aguantaba la presión.

—Siempre quise conocerla, soy un gran admirador, tenerla tan cerca me hace pensar mucho, usted es muy misteriosa, es como si no pudiera descifrarla. —dijo, y podía notar que estaba realmente intrigado.

Me volteo para verlo

—Ya sabes lo que dicen, no conozcas a tus héroes. —dije sonriendo

Ambos sonreímos un rato, fue agradable.

—Además, no pensé que fuera tan hermosa de cerca. —dijo

Sentí un cosquilleo en la boca del estómago.

—Llamado a los Doctores Montenegro y Casanova, emergencia con paciente Rodrigo Román. —se escuchó decir por el altavoz de la habitación.

Es el paciente que operamos juntos en la mañana. Los dos saltamos de la litera y para evitar caerle encima, casi me caigo, me sostuvo mientras me estabilice.

Estábamos frente a frente, en menos de 30 centímetros, con las literas a nuestras espaldas y el espacio convirtiéndose en algo más pequeño que medio metro.

Un escalofrío recorrió toda mi espalda

—Sé que no es el momento y es una locura, pero dígame que usted también siente eso. — dijo demasiado cerca de mi boca.

Tenía sus brazos alrededor de mi cintura, es tan alto, me estaba observando y yo a él, mis manos estaban en su franelilla, a una sola capa de su piel, me falta el oxígeno y debo esforzarme en recordar a mi maravilloso esposo.

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