Capítulo 41

El día estuvo muy complicado, después de la visita de Max, mis ganas de estar en el hospital se redujeron a cero. No hubo poder humano ni cirugía importante que me quitará la sensación de sus manos recorriendo mi piel y gritando las verdades que me había negado a aceptar por tanto tiempo.

¿Realmente mi matrimonio ya murió?

¿Christian me habría dicho que me engañó si yo no lo hubiera descubierto?

¿Lo ha hecho otras veces?

¿Max y yo podríamos tener una relación seria?

Todo eso y mil cosas más vienen a mi mente, una mente que trato de controlar.

—¡Doctora! —Escucho a Sanders me grita y recuerdo dónde estoy. En plena sala de operaciones, con mi paciente de tres años en camilla.

Estuve todo este tiempo operando por inercia, es como cuando estás fregando los platos, para mí es una actividad tan rutinaria que puedo perderme en los pensamientos.

—Te escucho, que sucede. —Dije reponiéndome de la jornada de ideas, mirando mi trabajo y reconociendo lo bien que lo hago.

—Parecía estar en
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