Muchas gracias por leer esta historia. Esta novela es un pequeño experimento, muy fuera de lo que suelo hacer, así que me hace muy feliz que la apoyen <3
Rebecca no quería volver a casa, tenía la cabeza revuelta de tantas cosas. Sentía que necesitaba hablar con alguien, por lo que tomó el camino en dirección a la casa de Marisa. Ella vivía a tan solo unos minutos a pie de aquel lugar, así que no era necesario ir a buscar su auto. Además, el frío viento de la noche le ayudaría a sentirse mejor. En poco tiempo Rebecca y Marisa se encontraban en el sofá de esta última tomando una taza de chocolate caliente mientras conversaban. Rebecca le contó a su amiga que había descubierto que Ángelo y Luciano eran la misma persona. La chica se sorprendió. Ella tampoco conocía la identidad del joven, él había sido allegado a su familia desde hacía mucho tiempo y todos lo conocían como Ángelo Di Rossi, pero esa situación resultaba preocupante, porque tal cual como Rebecca había dicho, si había ocultado su identidad y además estaba de alguna manera relacionado con la mafia ¿Qué otros secretos oscuros ocultaría? ¿Qué tan peligroso era ese ho
La subasta a la que había asistido Rebecca si involucraba a la mafia como ella había imaginado, lo que ella no sabía era que la familia encargada de organizar todo el evento era la dirigida por Luciano. Ella en ningún momento había sospechado de esto, pues nunca se llegó a tropezar con el joven o alguno de los empleados que ella conocía. Todos se mantuvieron alejados durante su estancia en el crucero y eso no era simple casualidad, Luciano lo había preparado de esa manera. Sabía lo delicado que era la situación en el crucero. En ese lugar se encontraban muchas personas peligrosas, por lo que tener alguna especie de contacto con su chica, la expondría haciéndola correr riesgos, pues cualquiera de sus enemigos podría atacarla buscando lograr hacerle daño a él. Además, él aún no estaba del todo seguro de las razones por la que Rebecca se encontraba en aquel evento. No era precisamente el lugar ideal para encontrar a chicas como ella, por lo que necesitaba primero averiguar so
La quijada de Rebecca cayó ante la sorpresa. Aquella conversación era mucho más de lo que había podido imaginar. De alguna manera Vetter se había enterado que la chica iba a asistir a esa subasta y quería eliminarla. Desde hacía tiempo estaba deseando sacarla del camino. Le estorbaba en sus planes. Él quería adueñarse por completo de la empresa de joyas, pero no podía mientras la chica existiera. Por eso había ideado matarla ese mismo día durante su estancia en el barco. Había contratado a un par de asesinos que se encargarían de resolver el problema, pero le acababan de informar que la chica se les había escapado en el último momento, la habían estado persiguiendo y antes de que pudiesen hacer algo, un hombre la había ayudado a escapar. No quisieron especificar nombre, solo le habían dicho a Vetter que preferían retirarse y no hacer el trabajo. El anciano no lo sabía, pero los asesinos se habían topado con Luciano y al darse cuenta que la chica lo conocía, temieron meterse con ella. S
El primo de Catherine no perdió tiempo en comenzar a disfrutar de su regalo. En cuanto la mujer se retiró de su habitación, el hombre corrió hacia la cama para comenzar a besar y acariciar a Rebecca. Recorría despacio el cuerpo de la chica mientras comenzaba a desabotonarle el vestido. El hombre se subió sobre Rebecca y comenzó a frotarse sobre ella. En ese momento ella recuperó un poco la conciencia. Abrió los ojos y pudo ver al hombre que se encontraba encima tocándola de manera indebida. Gritó del susto e intentó zafarse del amarre, pero el sujeto la abofeteó para luego apretarla con más fuerza. El hombre comenzó a tirar del vestido de Rebecca para quitárselo, pero ella luchó para evitarlo. Forcejeó con él mientras intentaba alcanzar algo que le permitiera defenderse. Logró agarrar la lámpara que se encontraba en la mesa de noche junto a ella. Golpeó al tipo en la cabeza con todas sus fuerzas. La lámpara se rompió y el hombre se comenzó a quejar por el dolor, se apretab
Después de pasar casi dos días amándose sin detenerse. Rebecca se encontraba agotada. Finalmente el efecto de la droga había desaparecido y se había quedado dormida. Luciano había dormido junto a ella por un par de horas, pero ya se encontraba de nuevo despierto, vestido y preparado para encargarse de un asunto pendiente. Catherine y su primo sufrirían las consecuencias de haber querido hacerle daño a su amada Rebecca. Velan le había comentado por teléfono a Luciano que había sido la mujer quien había orquestado todo el plan, por lo que el joven pidió a su subordinada que la atraparan a ella también. Quería vengarse de ambos. Luciano se dirigió hasta la cubierta del barco. En aquel lugar se encontraba Catherine y su primo amarrados con sogas, además de tener la boca cubierta con cinta aislante. Luciano se desahogó gritándoles e insultándoles por un largo rato. Les dijo que les enseñaría a que no debían ponerle un dedo encima a su mujer. Catherine apretó la mandíbula con ra
Rebecca pensaba que Luciano se había ido enfadado para no regresar más, por lo que se sorprendió cuando varios minutos después apareció de nuevo en su habitación. El joven entró de manera brusca sin siquiera esperar a que ella terminara de abrir la puerta o lo invitara a pasar. Se notaba realmente molesto. – Si es verdad lo que dices que entre nosotros no pasó nada, entonces quiero que me expliques qué es esto –exigió con rabia mientras sacaba el papel de garantía que Rebecca le había otorgado. –cYo no escribí eso –respondió ella de inmediato, aun cuando reconocía su letra y sí recordaba haberlo escrito, solo que le daba vergüenza admitirlo por lo que prefería negarlo. – ¿Es en serio? –Luciano no podría creer lo que escuchaba– Es tu letra y tu firma ¡míralo! –reclamó molesto mientras acercaba el documento al rostro de ella para que lo detallara mejor. Rebecca respiró profundo irguiéndose con orgullo. – Lo lamento, pero estás equivocado –dijo de forma seca para luego mirar hacia otr
Había pasado un mes desde que Rebecca regresó del crucero y en todo ese tiempo, no había sabido nada de Luciano. Parecía que se lo hubiese tragado la tierra y ella no sabía qué pensar. Debía estar agradecida de que él ya no la buscara, pero las cosas no eran tan fáciles, la verdad era que lo extrañaba mucho. – Qué tonta eres. Tú querías que se fuera y te hizo caso, ahora no te quejes –se regañó por pensar en él. No entendía por qué se comportaba de esa manera, todas las señales le decían que debía alejarse de Luciano porque él era un hombre peligroso y lo había intentado por largo tiempo, pero ahora que por fin estaba lejos, ella se la pasaba deseando volver a verlo ¿Qué había hecho ese hombre con ella? Quería despejar un poco la mente, pero Marisa no estaba cerca para ayudarla, así que pensó en que quizás debía tomarse un tiempo libre de sus ocupaciones para ir visitar a su hermana menor. Hacía mucho que no la veía, pues ella vivía en otro estado. Se había i
Rebecca le contó a Diffu todo lo que había descubierto sobre la muerte de sus padres y que creía que Vetter estaba implicado en todo. Su hermana se sorprendió, pero no sentía miedo, al igual que Rebecca, ella no se dejaba asustar tan fácilmente y eso a veces era un problema. – Volveré contigo –exclamó Diffu decidida. – Ni se te ocurra. La situación era peligrosa y Rebecca realmente temía que le hicieran algo a Diffu, así que no iba a permitir que ella se pusiera en riesgo. Después de discutir por varias horas, logró convencerla que se quedara en casa, asistiera a la universidad y siguiera llevando su vida normal como si nada. – Es mejor si ellos piensan que no estás al tanto de la situación –le dijo buscando convencerla. – Está bien –aceptó finalmente a regañadientes pensando en que quizás su hermana tenía razón. Rebecca estaba bastante preocupada por el peligro en el que podía estar Diffu, así que decidió visitar a un viejo amigo que tenía en la comis