Muchas gracias por leer esta historia. Me alegra que la estén disfrutando <3 No olviden seguirme si aún no lo hacen, ya que pronto estaré publicando más historias <3
Luciano aceleró el coche y comenzó a perseguir el auto que los había chocado. No permitiría que se escaparan. Rebecca permanecía en estado de shock sin poder emitir palabras. Se sujetaba con fuerza a lo que sea que sus manos lograban alcanzar mientras veía como Luciano disparaba con completa precisión al vehículo que seguían a toda velocidad. La habilidad de Luciano para disparar tenía impactada a Rebecca. En tan solo un par de minutos, el joven logró que el otro auto se volcara tras dispararle a los cuatro neumáticos. Luciano se bajó del coche aun sosteniendo el arma en sus manos. Rebecca logró reaccionar a tiempo para bajarse tras de él y acercarse hasta el auto que estaba tirado a varios metros de distancia. Al llegar hasta el vehículo volcado, Rebecca pudo ver que había tres personas dentro y ella sabía quiénes eran, se trataba de ex trabajadores de la mina de sus padres. Aquellos tipos habían sido despedidos unos días antes del accidente. Rebecca quería interrogar al único de lo
Luciano llevó a Rebecca hasta su habitación para que se duchara. En cuanto dejó todo listo para ella, se retiró un momento para hablar con el jefe de su seguridad y alertarlo de todo lo que había pasado. Necesitaba que su casa fuese una completa fortaleza, no iba a permitir que nadie le hiciera daño a su esposa. Cuando Luciano se desocupó y regresó a la habitación se llevó una gran sorpresa. – No tenía que ponerme. Mi ropa está en la villa, así que pensé que no te molestaría si usaba algo tuyo –explicó Rebecca alegremente. Él se había quedado mirándola al darse cuenta que ella llevaba puesta una de sus camisas. No dijo nada, solo le sonrió. Le parecía que se veía increíblemente sexy y se estaba muriendo por besarla y hacerle el amor, pero después de todo lo que había pasado, sentía miedo de ser rechazado. – ¿Estás bien? –preguntó ella al ver el rostro lleno de dudas de él. – Sí… Sí… ehm… solo pensaba en que quizás te gustaría estar sola, así que a lo mejor deba irme a l
Velan entró en la oficina de Luciano. Él la había mandado a llamar y ella sabía muy bien por qué. Aquella conversación que había tenido con Rebecca, no se la iba a perdonar. Respiró profundo antes de enfrentarse a su amado. Lo encontró sentado en el escritorio mostrando un rostro serio. Usaba sus característicos guantes blancos y eso era una mala señal para ella, pues quería decir que no se enfrentaría al Luciano que era su amante, sino al Dr. D que era el jefe de la mafia. – No te sientes –ordenó en cuanto llegó hasta su escritorio–. Quédate de pie. Nuestra reunión no será aquí –ella tragó duro. – Señor… – Has intentado traicionarme –la interrumpió molesto. – No señor, jamás haría algo así. – Quisiste revelarle mi identidad a Rebecca –ella respiró profundo, pero hizo silencio– pensé que podía confiar en ti. – Si puede confiar en mí, se lo he demostrado –los labios comenzaban a temblarle. – Después de esto, no sé si podré volver a hacerlo. – No fue mi intención ofenderlo señor
Maxwell Belluci era el único heredero de la familia Belluci. El legado había desaparecido casi por completo en uno de los enfrentamientos más fuertes que había tenido lugar años atrás entre varias familias de la mafia. Sus padres, hermanos, tíos y cada uno de sus parientes, habían muerto en aquel suceso que marcó su vida. Al quedarse solo, Joseph Lombardo decidió tomar la responsabilidad de hacerse cargo de él. La familia del niño siempre había sido muy leal a Joseph, por lo que este sintió que debía cuidarlo. Además, su nieto Luciano tenía la misma edad que él, así que pensó que sería bueno para ambos convivir juntos, después de todo, dentro de su bando, eran los únicos niños y no era fácil crecer rodeados de adultos en un mundo lleno de armas, sangre, negocios sucios y enfrentamientos. Luciano y Max se hicieron amigos rápidamente. La intuición de Joseph había acertado una vez más. Ambos crecieron para volverse prácticamente hermanos. Desde sus aventuras amorosas hasta su
El repicar del teléfono se escuchaba por todo el lugar. Rebecca se apresuró a tomar la llamada sin saber que las noticias que le darían cambiarían su vida para siempre. Sus padres habían muerto. Acababan de tener un accidente automovilístico esa misma mañana. Las lágrimas se apresuraron a escapar de sus ojos, pero debía mantenerse firme. No iba a tener mucho tiempo para recuperarse del shock, pues antes de que acabara el día los accionistas de la empresa estarían moviendo sus piezas para lograr hacerse cargo de la compañía como siempre habían deseado. Eso era algo que ella no podía permitir.Rebecca y su hermana eran las únicas herederas del imperio que sus padres habían conseguido construir con tanto esfuerzo. Todos lo sabían muy bien, pero eso no evitaba que los buitres de la mesa de inversores quisieran quedarse con una porción más grande y dejarla a ella fuera de todo. Necesitaba hacer algo para evitarlo.Pocas horas habían pasado desde la trágica noticia cuando el abogado de su p
Al día siguiente del matrimonio, Rebecca se estaba mudando a la hermosa villa de Luciano Lombardo como lo establecía su contrato. Sin embargo, este siguió sin aparecer. La joven se encontraba infeliz con la situación, pero debía actuar como si todo estuviese saliendo de maravilla. Debía mantener la fachada lo más que podía o por lo menos hasta que asegurara el futuro de la compañía de sus padres. Así que cuando el abuelo Joseph Lombardo apareció por la puerta una semana después de la boda, la joven lo recibió con una gran sonrisa en el rostro.– Tu padre me contó mucho de ti. Estaba muy orgulloso –le dijo el anciano mientras conversaban tranquilamente en el jardín de la villa.En un principio Rebecca se sentía algo incómoda con la presencia del hombre, ya que no entendía como podría ser tan amigo de su padre sin que ella lo hubiese llegado a escuchar mencionar alguna vez. Pero las historias que el señor Lombardo le contaba durante sus regulares visitas le confirmaron que sí se conocía
Luciano se encontraba en los galpones de la familia Mustaccio. Era un negocio importante. Si lograba vender sus armas a esta familia y crear una alianza con ellos, dominaría por completo el mercado de la zona. Por eso también sería una transacción delicada, sabía que las mafias rivales buscarían la manera de detenerlo. No podían permitir que él tomara más poder del que ya tenía. – Buenas noches –saludó Luciano en tono serio en cuanto se acercó a los representantes de los Mustaccio. Estos lo esperaban en el centro de aquel galpón.El joven vestía completamente de negro, salvo por los guantes blancos que jamás se quitaba. La pulcritud y limpieza en su presentación era parte importante de la imagen que buscaba mostrar. Era algo que lo caracterizaba. Siempre andaba impecable y elegante. No le gustaba la suciedad y le molestaba el desorden.Los tres caballeros que lo esperaban en el lugar también vestían de traje. Luciano los observó detenidamente mientras él y su abogado se paraban fre
*ALGUNOS DÍAS ATRÁS*– ¡Ha llegado el día amiga! –exclamaba Marisa con emoción al ingresar en la oficina de Rebecca.La joven quitó la mirada de los documentos que estaba revisando para observar a la chica entrar por la puerta de manera alegre. Le sonrió levantándose de su asiento para acercarse a abrazar a Marisa que se dirigía hasta ella con los brazos abiertos.– Vengo a invitarte a la inauguración de mi bar y no acepto un no por respuesta –amenazó la chica apenas se liberaron del abrazo. Rebecca dio un ligero suspiro.– Claro que sí. No me lo perderé –le aseguró un momento después con una pequeña sonrisa.Su amiga ya la conocía, ella no era muy dada a las fiestas, sin embargo, Rebecca sabía lo importante que era este nuevo local para ella. Había estado trabajando muy duro para tener su propio negocio y ya no depender de su familia. No quería que la siguieran viendo como la niña mimada de papá que nada sabía hacer. Quería demostrar lo que podía lograr. Rebecca se sentía muy orgullo