Muchas gracias por leer este capítulo. Espero les haya gustado. Besos <3
Maxwell Belluci era el único heredero de la familia Belluci. El legado había desaparecido casi por completo en uno de los enfrentamientos más fuertes que había tenido lugar años atrás entre varias familias de la mafia. Sus padres, hermanos, tíos y cada uno de sus parientes, habían muerto en aquel suceso que marcó su vida. Al quedarse solo, Joseph Lombardo decidió tomar la responsabilidad de hacerse cargo de él. La familia del niño siempre había sido muy leal a Joseph, por lo que este sintió que debía cuidarlo. Además, su nieto Luciano tenía la misma edad que él, así que pensó que sería bueno para ambos convivir juntos, después de todo, dentro de su bando, eran los únicos niños y no era fácil crecer rodeados de adultos en un mundo lleno de armas, sangre, negocios sucios y enfrentamientos. Luciano y Max se hicieron amigos rápidamente. La intuición de Joseph había acertado una vez más. Ambos crecieron para volverse prácticamente hermanos. Desde sus aventuras amorosas hasta su
El repicar del teléfono se escuchaba por todo el lugar. Rebecca se apresuró a tomar la llamada sin saber que las noticias que le darían cambiarían su vida para siempre. Sus padres habían muerto. Acababan de tener un accidente automovilístico esa misma mañana. Las lágrimas se apresuraron a escapar de sus ojos, pero debía mantenerse firme. No iba a tener mucho tiempo para recuperarse del shock, pues antes de que acabara el día los accionistas de la empresa estarían moviendo sus piezas para lograr hacerse cargo de la compañía como siempre habían deseado. Eso era algo que ella no podía permitir.Rebecca y su hermana eran las únicas herederas del imperio que sus padres habían conseguido construir con tanto esfuerzo. Todos lo sabían muy bien, pero eso no evitaba que los buitres de la mesa de inversores quisieran quedarse con una porción más grande y dejarla a ella fuera de todo. Necesitaba hacer algo para evitarlo.Pocas horas habían pasado desde la trágica noticia cuando el abogado de su p
Al día siguiente del matrimonio, Rebecca se estaba mudando a la hermosa villa de Luciano Lombardo como lo establecía su contrato. Sin embargo, este siguió sin aparecer. La joven se encontraba infeliz con la situación, pero debía actuar como si todo estuviese saliendo de maravilla. Debía mantener la fachada lo más que podía o por lo menos hasta que asegurara el futuro de la compañía de sus padres. Así que cuando el abuelo Joseph Lombardo apareció por la puerta una semana después de la boda, la joven lo recibió con una gran sonrisa en el rostro.– Tu padre me contó mucho de ti. Estaba muy orgulloso –le dijo el anciano mientras conversaban tranquilamente en el jardín de la villa.En un principio Rebecca se sentía algo incómoda con la presencia del hombre, ya que no entendía como podría ser tan amigo de su padre sin que ella lo hubiese llegado a escuchar mencionar alguna vez. Pero las historias que el señor Lombardo le contaba durante sus regulares visitas le confirmaron que sí se conocía
Luciano se encontraba en los galpones de la familia Mustaccio. Era un negocio importante. Si lograba vender sus armas a esta familia y crear una alianza con ellos, dominaría por completo el mercado de la zona. Por eso también sería una transacción delicada, sabía que las mafias rivales buscarían la manera de detenerlo. No podían permitir que él tomara más poder del que ya tenía. – Buenas noches –saludó Luciano en tono serio en cuanto se acercó a los representantes de los Mustaccio. Estos lo esperaban en el centro de aquel galpón.El joven vestía completamente de negro, salvo por los guantes blancos que jamás se quitaba. La pulcritud y limpieza en su presentación era parte importante de la imagen que buscaba mostrar. Era algo que lo caracterizaba. Siempre andaba impecable y elegante. No le gustaba la suciedad y le molestaba el desorden.Los tres caballeros que lo esperaban en el lugar también vestían de traje. Luciano los observó detenidamente mientras él y su abogado se paraban fre
*ALGUNOS DÍAS ATRÁS*– ¡Ha llegado el día amiga! –exclamaba Marisa con emoción al ingresar en la oficina de Rebecca.La joven quitó la mirada de los documentos que estaba revisando para observar a la chica entrar por la puerta de manera alegre. Le sonrió levantándose de su asiento para acercarse a abrazar a Marisa que se dirigía hasta ella con los brazos abiertos.– Vengo a invitarte a la inauguración de mi bar y no acepto un no por respuesta –amenazó la chica apenas se liberaron del abrazo. Rebecca dio un ligero suspiro.– Claro que sí. No me lo perderé –le aseguró un momento después con una pequeña sonrisa.Su amiga ya la conocía, ella no era muy dada a las fiestas, sin embargo, Rebecca sabía lo importante que era este nuevo local para ella. Había estado trabajando muy duro para tener su propio negocio y ya no depender de su familia. No quería que la siguieran viendo como la niña mimada de papá que nada sabía hacer. Quería demostrar lo que podía lograr. Rebecca se sentía muy orgullo
El joven frente a ella se presentó como Ángelo Di Rossi. Ese era el nombre que Luciano solía dar a los desconocidos. Nadie salvo quienes formaban parte de su círculo íntimo conocía su verdadero nombre. Marisa le había dicho a su amiga que aquel hombre era profesor en la universidad en dónde ambas estudiaban. Formaba parte del departamento de psicología, la carrera que ambas cursaban. La chica se sorprendió gratamente. Su pretendiente se hacía cada vez más interesante.Marisa notó la chispa en los ojos de Rebecca, así que con una sonrisa se escurrió entre la multitud dejando a la pareja a solas para que pudiesen conocerse. El chico no esperó mucho para tenderle la mano e invitarla a bailar. Ella de inmediato aceptó. Por primera vez estaba dispuesta a dejarse llevar por sus sentimientos. Quería ser completamente abierta y honesta con ese hombre que la había atrapado a primera vista. Pero antes de que pudiesen dirigirse a la pista de baile, Ángelo se acercó a su oído para susurrarle algo
Luciano bajó del auto apenas este ingresó en el estacionamiento de su residencia. Velan caminaba obedientemente tras de él. El joven se dirigió de inmediato hasta su oficina, había mandado a llamar al jefe de seguridad.– Hemos capturado al traidor señor –aseguró el hombre en cuanto Luciano entró en la habitación.– Tráiganlo –pidió de inmediato. El sujeto asintió y se retiró del lugar.A los pocos minutos el jefe de seguridad estaba de vuelta con el traidor. Lo obligó a sentarse en una silla para luego esposar sus manos por detrás de esta y amarrar sus pies. Al terminar la tarea, salió del salón junto a los demás miembros de su equipo. El prisionero observaba nervioso a Luciano quién se acercaba a paso lento. Sostenía un vaso de whiskey en una mano que movía de forma circular mientras mantenía sus ojos fijos en aquel hombre. Sorbió tranquilamente el líquido sin quitar ni por un momento la mirada del traidor sentado frente a él.– Entonces… tú eres quien me ha vendido –exclamó Luciano
Luciano salía del baño de su recámara luego de asearse cuando el teléfono comenzó a sonar. Se apresuró a colocarse unos guantes limpios para contestar la llamada. Era su jefe de seguridad informándole que en la casa se encontraba un ama de llaves que su abuelo había enviado con un mensaje para él. El joven pidió que lo esperaran y tras colgar, procedió a vestirse para atender a la mujer.– ¿Qué se le ofrece? –preguntó el chico apenas estuvo frente a la empleada doméstica.La señora se apresuró a hablar. Venía a informarle que su esposa estaba solicitando el divorcio. Ya los documentos estaban en manos del abogado y pronto se iniciaría el proceso. Luciano asintió sin cambiar de expresión. Su rostro era serio. La mujer continuó diciendo que su abuelo estaba molesto y le había pedido que le avisara que quería verlo. Necesitaba explicaciones. El joven suspiró.– Regresaré a la villa luego del aniversario de la escuela. Dile que entonces podré atenderlo –respondió de forma seca. La emplead