Muchas gracias por leer esta historia. Les invito a leer mi otra historia "Atentamente, tu ex esposa" que ya se encuentra disponible en esta plataforma. Espero les guste <3
Había pasado un mes desde que Rebecca regresó del crucero y en todo ese tiempo, no había sabido nada de Luciano. Parecía que se lo hubiese tragado la tierra y ella no sabía qué pensar. Debía estar agradecida de que él ya no la buscara, pero las cosas no eran tan fáciles, la verdad era que lo extrañaba mucho. – Qué tonta eres. Tú querías que se fuera y te hizo caso, ahora no te quejes –se regañó por pensar en él. No entendía por qué se comportaba de esa manera, todas las señales le decían que debía alejarse de Luciano porque él era un hombre peligroso y lo había intentado por largo tiempo, pero ahora que por fin estaba lejos, ella se la pasaba deseando volver a verlo ¿Qué había hecho ese hombre con ella? Quería despejar un poco la mente, pero Marisa no estaba cerca para ayudarla, así que pensó en que quizás debía tomarse un tiempo libre de sus ocupaciones para ir visitar a su hermana menor. Hacía mucho que no la veía, pues ella vivía en otro estado. Se había i
Rebecca le contó a Diffu todo lo que había descubierto sobre la muerte de sus padres y que creía que Vetter estaba implicado en todo. Su hermana se sorprendió, pero no sentía miedo, al igual que Rebecca, ella no se dejaba asustar tan fácilmente y eso a veces era un problema. – Volveré contigo –exclamó Diffu decidida. – Ni se te ocurra. La situación era peligrosa y Rebecca realmente temía que le hicieran algo a Diffu, así que no iba a permitir que ella se pusiera en riesgo. Después de discutir por varias horas, logró convencerla que se quedara en casa, asistiera a la universidad y siguiera llevando su vida normal como si nada. – Es mejor si ellos piensan que no estás al tanto de la situación –le dijo buscando convencerla. – Está bien –aceptó finalmente a regañadientes pensando en que quizás su hermana tenía razón. Rebecca estaba bastante preocupada por el peligro en el que podía estar Diffu, así que decidió visitar a un viejo amigo que tenía en la comis
Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Rebecca en cuanto entró al baño. Agradeció que estuviera vacío, no quería que nadie la viera así. Se a los lavabos para lavarse la cara y calmarse un poco. Se colocó un poco el maquillaje para tapar lo enrojecida que se había puesto por llorar, pero mientras se aplicaba el labial, Luciano entró al baño.– Este es el baño de mujeres –le dijo con molestia mientras lo veía a través del espejo. Luciano se acercó y la tomó del brazo para girarla hacia él.– Tu y yo no hemos terminado de hablar –Rebecca se dio media vuelta para irse, pero Luciano se lo impidió. Ella intentó zafarse de su amarre, pero él era increíblemente fuerte y sin que ella pudiese evitarlo, la llevó hasta el interior de uno de los cubículos. Cerró este con llave y apoyó a Rebecca contra la pared atrapándola con su cuerpo, ella se quejó sin poder hacer mucho.– No me gusta que me rechacen –le susurró muy cerca de su oído mientras con su nariz aca
La semana fue mágica para Rebecca. Ella sentía que estaba viviendo en un sueño, pues las cosas con Luciano iban de maravilla. Estaba pensando en lo mucho que amaba a ese hombre cuando el teléfono sonó, haciéndola regresar a la realidad. – Joseph –frunció el ceño confundida al ver el nombre en la pantalla de su teléfono. Hacía mucho tiempo que no hablaba con él y lo extrañaba– Hola abuelo –le saludó con alegría apenas contestó. – Hola cariño. Me has tenido abandonado. Te olvidaste de este viejo –bromeó. Ella rió. – Claro que no abuelo, es solo que he estado algo ocupada. – Está bien cariño, yo entiendo, pero me gustaría que de vez en cuando vinieses a visitarme. Extraño conversar contigo como solíamos hacerlo. – Yo también –aseguró– prometo ir a verte pronto. – Te tengo un obsequio – ¿En serio? –exclamó sorprendida– abuelo no tienes que darme nada. – Quiero hacerlo. Sigues siendo mi nieta y me hace feliz consentirte –Rebecca sonrió ante el comentario. – Está bien. – Pero tendr
Los días en aquella mansión fueron mucho mejores de lo que Rebecca esperaba. Por primera vez estaba disfrutando de vivir en aquel sitio. Era tanto así su felicidad que su pequeña estadía de fin de semana, pasó a convertirse en una residencia de tiempo indefinido. Luciano estaba viviendo con ella y habían comenzado a ser un verdadero matrimonio, nada parecido a los últimos 3 años, así que ella no quería irse, quería quedarse con él. No importaba si tenía que conducir más tiempo para llegar a clase o a la empresa, ni siquiera le molestaba vivir lejos de Marisa y del resto de sus amigos, le encanta dormir cada noche junto a Luciano y amanecer a su lado, disfrutaba de sus desayunos y cenas en pareja, pero sobre todo, le fascinaba la manera en que él la amaba. – Buenos días hermosa –le saludo un sábado en la mañana apenas despertó. Él aún permanecía en la cama junto a ella y en cuanto la vio abrir los ojos, le regaló un beso en los labios que luego se convirtió en una suave ca
Rebecca estaba sorprendida de lo bien que ella y Luciano se llevaban. Si le hubiesen dicho eso durante los meses que estuvo viviendo sola en La Villa, jamás lo habría creído. Se sentía tan bien que de hecho, había dejado de ir a su apartamento y las pocas veces que lo hacía, era solo para buscar algunas cosas que necesitaba llevar a la casa donde vivía con Luciano. Poco a poco se había estado mudando de regreso a la villa. – Prometo que será rápido –dijo a Luciano un día que él la acompañó al apartamento a buscar sus cosas. – Nunca me habías invitado a entrar –pensó en voz alta mientras miraba todo a su alrededor. Rebecca rió. – ¿Y para qué te iba a invitar? –preguntó sarcástica levantando una ceja. Luciano lo tomó como un reto, por lo que se acercó a ella con una sonrisa juguetona. – No sé… quizás para… ¿jugar un rato? –susurró en su oído para luego morder el lóbulo de su oreja, lo que la hizo a ella vibrar. Luciano rápidamente buscó sus labios y la besó con pasión. S
El plan original que tenía Rebecca al llegar a su apartamento era el de buscar sus cosas y regresar a la villa, pero tras la propuesta de matrimonio de Luciano, había decidido que quería hacer otra cosa en la que había estado pensando desde hacía algunos días. – Quiero que conozcas a alguien –le había dicho a Luciano antes de salir del apartamento. – ¿A quién? – Mis padres –dijo de manera tímida. Luciano la miró confundido. – Me habías dicho que tus padres… los adoptivos y los biológicos… estaban muertos –respondió recordando sus conversaciones. Estaba muy confundido. Rebecca le sonrió. – Sí. Es verdad… pero desde que era niña me ha gustado ir al cementerio a visitar a mis padres biológicos… siempre que ha pasado algo importante en mi vida, me gusta… ya sabes… contarles –confesó un poco avergonzada. Luciano le sonrió. – Y yo soy importante –afirmó con una sonrisa aún mayor. Rebecca volteó su rostro para intentar ocultar lo roja que se había puesto. – Sí –asintió tímida– quiero q
Luciano aceleró el coche y comenzó a perseguir el auto que los había chocado. No permitiría que se escaparan. Rebecca permanecía en estado de shock sin poder emitir palabras. Se sujetaba con fuerza a lo que sea que sus manos lograban alcanzar mientras veía como Luciano disparaba con completa precisión al vehículo que seguían a toda velocidad. La habilidad de Luciano para disparar tenía impactada a Rebecca. En tan solo un par de minutos, el joven logró que el otro auto se volcara tras dispararle a los cuatro neumáticos. Luciano se bajó del coche aun sosteniendo el arma en sus manos. Rebecca logró reaccionar a tiempo para bajarse tras de él y acercarse hasta el auto que estaba tirado a varios metros de distancia. Al llegar hasta el vehículo volcado, Rebecca pudo ver que había tres personas dentro y ella sabía quiénes eran, se trataba de ex trabajadores de la mina de sus padres. Aquellos tipos habían sido despedidos unos días antes del accidente. Rebecca quería interrogar al único de lo