Mía
Después de meses y meses de terapia puedo decir que he comenzado oficialmente mi recuperación. Todavía no me siento como la antigua Mía, aunque me han dejado claro muchas veces que no debo insistir en volver a ser la misma, todos cambiamos, evolucionamos, y las circunstancias nos convierten en lo que somos.
Ahora soy una Mía nueva, más seria y sensata, más tranquila y con menos expectativas, pero convencida de que la vida merece la pena.
Salí del centro hace un par de meses, y aunque decidí no volver al castillo, Killian me ha ayudado muchísimo, me buscó un apartamento y se encarga de la nómina de Tom, mi psiquiatra, que se ha convertido en mi familia y me alegra tenerlo siempre cerca.
Estoy terminando de hacer las maletas. Necesito salir de Verona, necesito empezar una nueva vida lejos de todo lo que me recuerda lo desgraciada que fuí.
Una tarde Tom y yo abrimos un mapa y empezamos a investigar sobre que lugar sería el ideal, después de pasar toda la tarde aprendiendo lugares que no conocía, los dos coincidimos en qe queríamos un lugar tranquilo y relajado y de esta forma llegamos a Obbeggio, un pequeño pueblo con menos de mil habitantes en la parte norte de Italia, está bañado por el lago Maggiore, y más al norte linda con Suiza.
Estoy deseando salir de aquí, dejar todo atrás y comenzar de nuevo. Suena el timbre. Camino hacia la puerta, pero estoy segura de que es Killian, todos los días viene tres o cuatro veces a vernos. Ha cambiado muchísimo, al principio no me fiaba de él, estaba convencida de que en cualquier momento me haría daño de alguna manera, pero los meses fueron pasando y siguió cuidándome, y ahora se ha convertido en mi familia también. Mi familia es rara; un hermano que intentó matarme, mi cuñado que me odiaba a muerte y mi psiquiatra, somos bastante pintorescos, pero me encanta y supongo que con eso es suficiente.
Abro la puerta y lo abrazo.
- Lo tengo todo casi listo.
Deja un beso sobre mi cabeza y entra en la casa con su brazo todavía rodeando mi espalda.
- Tengo una sorpresa para ti.
Me giro con la cara iluminada. Siempre me han gustado las sorpresas.
- ¿Qué es?
- Pregunta equivocada, la pregunta sería ¿dónde es? - Dice consiguiendo intrigarme aún más - te he conseguido un trabajo de enfermera en el pueblo de al lado, en Cannero Riviera.
Me tapo la boca emocionada. Estaba segura de que no volvería a cuidar a nadie. No me he sentido preparada para buscar un trabajo y volver a lo que hacía por más que Tom me intentaba convencer, y una vez más Killian me ha dado el empujón que necesitaba.
- ¿Hablas en serio?
- A ver, es una pequeña consulta. No es como los hospitales a los que estas acostumbrada.
Salto sobre él y rodeo su cuello quedándome colgada literalmente, ya que es bastante más alto que yo. Killian ríe conmigo.
Me suelto y me pongo sería. Pasan tantos pensamientos por mi cabeza, tengo tantas cosas que decirle. Mi hermano ha estado a mi lado tambien, pero Killian se volcó completamente para que me recuperara. Le debo la vida. Evitó que saltara del castillo ( no se como pude hacer algo tan drástico) , me buscó ayuda, me ha encontrado una casa en Obbeggio que según dice me voy a enamorar en cuanto la vea y ahora me ayuda a retomar mi trabajo.
- Ni en mil vida podré compensarte por todo lo que has hecho.
Me revuelve el pelo como si fuera un niña pequeña.
- Déjate de dramas pequeñaja y termina la maleta o llegareis tarde.
Terminamos de preparar las maletas. Tom levanta su copa y brinda con Killian, yo lo hago con fanta, sigo tomando medicación y no me dejan beber alcohol. Aunque ya estoy bien casi a todas horas aún hay momentos que pienso en todo lo que pasó, en mi hijo, en Marcus, en mi padre, incluso en lo roto que está mi hermano. Cuando eso ocurre me cuesta controlarme, es como si una parte de mi se rompiera una y otra vez. La medicación me ayuda a mantener la calma y alivia parte de la depresión que me acompaña desde aquel día...
- Iré a veros antes de que os deis cuenta - Killian nos da un abrazo y recoge mi maleta para ayudarme a meterla en el coche.
- Más te vale si no quieres que vuelva a Verona y te patee el culo.
Tom se monta en el coche mientras me despido de Killian, me da mucha pena irme, pero sé que es lo que tengo que hacer.
- Te quiero mucho - digo conteniendo la emoción.
- ... Y yo a ti pequeñaja.
Me rodea con sus brazos y me pega a su pecho.
- Venga vete ya - Dice soltándome - La semana que viene iré a veros.
Me monto en el asiento del copiloto y me despido sacando el brazo por la ventanilla mientras me alejo de todo lo que poco a poco me destrozó hace ya una eternidad.
Casi cuatro horas después llegamos a nuestro destino. El pueblo es exactamente lo que habíamos pensado, tranquilo y rodeado de bosque con infinidad de rutas para hacer senderismo.
Tom saca el mapa y con sus gafas de sol puestas en pleno noviembre, parecemos forasteros a punto de perderse. Llegamos a la entrada de una casa enorme, rodeado por un jardín bien recortado. Después de cruzarlo llegamos a una pequeña puerta de madera que da acceso a unas escaleras que terminan en una pequeña playa privada, solo compartida por un vecino que no tengo ni idea de quien es.
- ¿Tu sabías que esta era nuestra casa? - Pregunto impresionada.
- Yo que voy a saber. ¡Mira! Tenemos hasta puerto privado.
Veo un pequeño muelle. Lástima que no tengamos un barco para atracarlo ahí. Saco el móvil para mandarle un mensaje y regañar a Killian, pero en el último momento me arrepiento y pulso el botón de llamada.
- ¿Ya habéis llegado?
- ¿Te has vuelto loco? Nos has alquilado una mansión con playa privada, solo nos falta el barco - Bromeo.
Es un exagerado. Podría haber buscado un pequeña casita en medio del bosque y disfrutaría de ella y estaría eternamente agradecida.
- El coche de la entrada es para ti, para que vayas a trabajar y el barco está en camino - ríe.
- Estás de broma ¿verdad? Todo esto debe ser carísimo...
Dejo la alegría a un lado para empezar a sentirme un poco mal. No me gusta ser una carga, yo antes era muy independiente, por lo menos era capaz de pagarme mis propios gastos. No se cuanto puede costar esta casa, pero mi sueldo de enfermera no me va a llegar para pagar ni la luz.
- Lo que cuesta el alquiler lo gano en media hora en una de mis locales así que deja el drama y disfruta un poco.
- Vale, vale, tienes razón, perdona.
Estoy intentando ser positiva, pero por algún extraño motivo siempre veo la parte negativa de las cosas y eso no me deja disfrutar del todo, así que es nuestro trabajo de la semana en la que Tom me ayuda a ver lo positivo hasta de lo más oscuro que me pueda encontrar.
Vuelvo a la entrada después de colgar el teléfono para admirar mi nuevo coche, ni me había fijado en él cuando he llegado. Hay un mini en uno de los laterales de la entrada. Los hay de todos los colores, y Killian ha tenido que elegir el amarillo, el más llamativo y estrambótico.
Por la parte de atrás estamos rodeados de bosque y tranquilidad, no se que va a pensar mi vecino cuando vea el amarillo pollo de mi coche y a Tom en una de sus sesiones de yoga en el jardín, seguro que es un viejo de esos amargados que no soportan a la gente.
Entro en la casa en busca de mi amigo - psiquiatra. Lo encuentro abriendo las puertas de la planta de arriba para decidir la habitación que se queda.
- Tom, voy a ir a Cannero Riviera para ver si soy capaz de encontrar la consulta ¿vienes?
Se vuelve despacio, termina de abrir la puerta y levanta la mano para enseñármela. Es impresionante. Es tan grande como el Salón y la cocina del piso donde nos mudamos hace unos meses. Tiene baño propio con jacuzzi y una cristalera que al abrirla da a un balcón con vistas al río.
- ¿Estás de coña? Pienso disfrutar de cada segundo aquí. El mapa está en la entrada y te he marcado el camino. Buenas suerte.
Le hago burla antes de cerrar la puerta. Cojo el mapa y lo miro antes de arrancar mi nuevo coche. Tiene razón, el camino está tirado. Tienes que ir por una carretera que bordea el río durante cinco kilómetros. Lo dejo doblado en el asiento del copiloto y salgo decidida a volver a tomar las riendas de mi vida.
MíaLlego a la consulta donde voy a trabajar. Es más bien una casa de estilo Victoriano que ha sido adaptada y convertido en una consulta médica. Llamo a la puerta revisando el mapa por si me he equivocado de lugar.Un hombre de unos cuarenta años la abre. Tiene el pelo corto y negro y los ojos verdes, algo más oscuros que los míos.- ¿En qué puedo ayudarte?Extiendo la mano para presentarme.- Buenas. Soy Mía Carussi. Creo que estabais buscando una enfermera ¿no?Se aparta a un lado invitándome a entrar. Le sonrío y acepto su invitación.- Pasa, por favor, te estaba esperando - Llegamos a una habitación con varios sillones y una mesa de cristal llena de revistas en el centro - Esta es la sala de espera aunque nunca se usa, somos muy pocos y no suele haber cola esperando.Las paredes son de color crema adornadas con varios cuadros
MíaParece que hace media vida cuando dejé de escuchar música. Me aislé completamente de los sentimientos del mundo. Escuchar una melodía que hablara del amor o del desamor, de la pérdida, era superior a mi.Cuando ingresé en el centro me sentaba por las tardes en una butaca frente a la ventana, soñaba despierta y pensaba que Marcus aparecería cualquier día para sacarme de allí y ayudarme como siempre hizo, pero pasaban los días y eso no ocurrió, aunque en el fondo lo entiendo, cuando fuí consciente de la realidad dejé de pasar tiempo en la sala desde la que se veía la entrada. Había un piano que tocaba una muchacha muy dulce. El día que comprendí de verdad cual era mi situación, empecé de verdad el trabajo para recuperarme.Hoy en cambio, montada en mi coche enciendo la radio y busco una emisora en la que suene algo alegre.Diez minutos después aparco en la entrada de mi nuevo trabajo. Saco e
MíaIntento mantener un poco la compostura, lo poco que me pueda quedar de orgullo, pero en cuanto salimos a la calle y torcemos la esquina me derrumbo. Volver a tenerlo delante de mí es demasiado.Quiero meter en mis pulmones más aire del que me dejan. Cada vez respiro más rápido, coloco la mano sobre mi pecho y aprieto intentando que normalice la subida y la bajada descontrolada de oxígeno. Sé lo que es un ataque de ansiedad, durante este año he sufrido muchos, la mayor parte de ellos al principio, pero también pensaba que lo tenía superado.- Agachate vamos - Tom coloca sus manos sobre mis hombros ayudándone a inclinarme.Me siento en un bordillo y meto la cabeza entre las piernas.- Respira despacio, cuenta conmigo como te enseñé, venga Mía.No puedo dejar de sentir la presión del pecho, es como si un puño aprisionara mis pulmones. Respiro y respiro y respir
MarcusHoy no ha venido a trabajar mi cocinero, me ha llamado para decirme que tiene a su madre enferma y qué se iba a tomar el día libre. Perfecto. Me toca improvisar y hacer como que sé hacer los platos de la carta. Menudo coñazo de día me espera.Aquí todo el mundo es simpático y te trata como si fuerais familia, desde el mismo instante en el que llegué sentí como una parte del peso que llevaba sobre mis hombros se evaporaba. Ya no volvería a ser el Marcus desalmado que fui, podía reinventarme, convertirme en lo que quisiera y así decidí montar mi propio bar.No es un mundo del que no sepa nada. En Verona dirigía muchos y aunque servían para limpiar dinero, también eran rentables.Salgo de la cocina. Necesito dejar los fogones durante un rato. No me espero lo que me encuentro. Mía está frente a mi. Un año sin verla y sigue siendo el mismo ángel que dejé atrás.Sus ojos verde
MarcusHan pasado varios días y no hemos vuelto a coincidir. A la entrada y salida de su casa cuando va a trabajar o cuando llega del trabajo, intercambiamos un par de palabras y corre a meterse en casa. Intenta evitarme a toda costa y eso me desespera.Nuestra brecha es demasiado grande y tengo que andarme con pies de plomo si no quiero volver a alejarla.Me asomo al balcón de mi habitación como he hecho más de mil veces. Estoy convirtiéndome en todo un acosador, solo me faltan los prismáticos.Mía está sentada en la tumbona con un libro entre las manos. Pasa mucho tiempo en el jardín aunque hace frío.El desgraciado de su novio sale con un vaso entre las manos. Se acerca a ella y se lo tiende, después abre la otra mano y le da algo. Parecen pastillas. Mía se las toma de una en una y después de intercambiar varias palabras vuelve a quedarse sola. ¿Estará enferma? ¿Qué co
MíaEn la parte más alejada del bar de Marcus, observo como tontea con esa chica. Una mujer explosiva con los pechos a las alturas de la barbilla y las piernas hasta casi mis hombros. Cualquier hombre estaría loco por pasar una noche con ella y Marcus no iba a ser una excepción.Puede que lleven tiempo viéndose, tal y como yo le dije, un año es mucho tiempo y las cosas cambian. Sus sentimientos han podido desaparecer, aunque si se fue después de lo que pasó aquella noche seguramente fue porque se dió cuenta de que era una estúpida que actuaba sin pensar, hasta el punto de matar a su hijo.- ¿Qué piensas? - Tom coloca una de sus manos sobre mis hombros para llamar mi atención.Desvío la vista hasta él, así dejo de ver a la parejita.- ¿Los has visto? Se comportan como críos - Suelto enfadada.Tom ríe por lo bajo. Algo debe de hacerle mucha gracia. Alguna broma mi
MarcusCojo la pistola que guardo en la mesita de noche. Solo la tengo para usarla en caso de emergencia, como que mi hermano este tumbado con la cabeza de mi mujer sobre su pecho. Maldito hijo de puta. Salgo dando grandes zancadas, cabreado como nunca. Toco el timbre esperando que alguien se atreva a abrir. Espero unos segundos, pero al comprobar que nadie abre, doy una patada a la puerta, tiembla ligeramente pero no se abre, vuelvo a levantar la pierna y a golpearla con más fuerza, por fin cede con violencia y golpea la pared.Cargo la pistola mientras camino directo hacia el jardín, el último lugar en el que los vi y con un poco de suerte el último lugar donde estará. Killian se levanta de la tumbona con las manos en alto y Mía se esconde detrás de él.- Hermano ¿qué haces? - Pregunta haciéndose el inocente.- ¿Qué hago? Termino de una puta vez contigo. Al principio querias matarla y
MíaNo entiendo porque me ha afectado tanto verlo en la terraza junto a Carmen, la intimidad con la que la ha tratado, comprobar que Marcus se siente lo suficientemente cómodo con ella como para llevarla a su casa ha sido un cubo de agua fría.Sé que tiene derecho a rehacer su vida, a olvidarme, a enamorarse de otra mujer y seguir como si nada y eso es exactamente lo que merezco después de las decisiones tan malas que tomé, pero el dolor sigue en mi como el primer día. No consigo alejarme de él, no puedo. Querer arrancarlo de mi cerebro o de mi corazón es como querer arrancarme una parte de mi cuerpo. Imposible.- ¿Estás mejor? - Pregunta Killian pasando un brazo por encima de mis hombros.Ahora me siento avergonzada. Ellos siempre me han estado ayudando y yo sigo anclada en el mismo punto, siendo solo una carga.- Lo siento, siento mucho ponerme así - Susurro inte