Mía
Mery y Bonny me esperan en el jardín. Hace muchísimo que no las veo, me arrepiento de haberlas dejado de lado, pero me he pasado tantos meses encerrada en mi misma, que no era capaz de pensar en nadie más.
- ¿Tu que vas a hacer? - Le pregunto a Marcus antes de alejarme.
Ha estado todo el día raro, nervioso, como si no quisiera contarme algo, y eso en Marcus es algo terrorífico, porque sus planes ocultos suelen ir acompañados de balas y malas decisiones.
- Echarte de menos en casa.
Me abraza y me aprieta contra su cuerpo, escucho como respira oliéndome el pelo. Después de unos segundos se separa y me beso despacio, disfrutando de este pequeño instante.
- ¿No vas a ir a ningún sitio? - Vuelvo a insistir.
- A ningún sitio. Diviértete, te lo mereces.
Desde que conozco a Marcus, poco a poco he ido adquiriendo lo que yo llamo
MíaEspero en el mismo sitio a que Ricky haga algo, algún movimiento que delate sus intenciones, lo que sea, pero se queda donde está, mirándome.Garraspeo nerviosa. Ahora estoy sola con este loco, aunque tengo el consuelo de que Marcus está vivo y libre.Ahora todo es cuestión de tiempo. Necesito tiempo, todo el que pueda conseguir. Las chicas saben lo que tienen que hacer. En cuanto he entrado en el edificio ellas han llamado a sus maridos y a Killian para que vengan, mientras Marcus saldrá y se pondrá a salvo. Yo solo tengo que intentar inmovilizar a Ricky hasta que ellos lleguen hasta nosotros. Simple.- Así que... Señorita Carussi ¿Cuál es su verdadera intención?Acerca un paso hacia mi, y yo me alejo de él exactamente la misma distancia.- Salvar a mi marido, por supuesto.En lugar de venir directo hacia mi, me rodea. Comienza a camin
MarcusDejo a Mía y voy al encuentro de Ricky. No se como puede salir hoy mi reunión, pero me alegra que mi último recuerdo sea a mi mujer sonriendo, feliz. La sombra de nuestro reencuentro, esa mujer triste y delgaducha ya no está, vuelve a ser la Mía fuerte y feliz.Avanzo hasta la puerta de la fábrica en la que se esconden. Killian espera fuera junto con todos los hombres, tantos nuestros, como los enemigos de Ricky que conseguimos que nos ayudaran.- Vengo a ver a tu perro - Le digo al guarda que abre la puerta.Se aparta y me deja pasar. Miro hacia la derecha y la izquierda analizando el entorno. No hay mucho que decir, hace mucho que las paredes desaparecieron y ahora sólo hay un enorme espacio diáfano lleno de hombres armados.Bajamos cuatro plantas. Llegamos a un pasillo y caminamos en silencio a través de él hasta que llegamos a una puerta. Hoy por fin se va a te
MarcusRicky espera en el sótano. Nadie puede tocarlo antes de que yo llegue. Es mío, y el resto de hombres lo saben.Me detengo delante de la puerta, respiro profundo. Después de las últimas horas que he pasado, todo el miedo que he sentido, aunque sí lo llamara terror tampoco estaría exagerando. Dejar a Mía sola con este desgraciado es la cosa más terrorífica por la que he tenido que pasar. Sentirme impotente, no poder hacer nada, pero todo eso se ha terminado y Ricky va a pagar por cada golpe que le ha dado a mi mujer.Abro la puerta y entro. Está de pie justo en medio, encadenado, como hizo conmigo y con Paul. Tiene la barbilla ligeramente levantada y la mirada desafiante.- Me alegra volver a verte - Digo acercándome.- Preferiría estar con tu mujer, es mucho más entretenido.Quiere cabrearme, es su juego, el problema es que lo consigue. Yo soy la chispa qu
EpílogoMi vida al lado de Marcus es perfecta tal y como es. Hemos tenido muchos problemas, problemas que cualquier pareja no habría podido superar, pero no nosotros, que por algún extraño motivo estamos destinados a estar juntos, separados somos personas rotas, pérdidas.- ¿A qué hora terminas de trabajar? - Pregunta Marcus poniéndose la chaqueta.Saco la libreta del bolso y miro el horario.- A las diez. Paso a buscarte ¿no?Mi marido se acerca por detrás, y antes de que pueda reaccionar, le da un bocado a mi tostada. Le encanta hacerme rabiar. Se aleja con una sonrisa pintada en la cara.Media hora después salgo yo también. Tenemos horarios distintos, pero buscamos cada segundo libre para encontrarnos.El día pasa tranquilo. Al ser un pueblo tan pequeño n
Desde que Marcus se fue todo me cuesta muchísimo.Levantarme de la cama y asearme para seguir con mi día a día se ha convertido en todo un reto, pero no quiero causar más problemas.Todos en el castillo son muy simpáticos conmigo, demasiado como para que me sienta cómoda, hasta Killian ha empezado a mirarme con pena, así que llevo unos días esquivándolos a todos.Paso mucho tiempo en el bosque, justo en el claro donde Marcus me sorprendió con el picnic y donde decidí comenzar a confiar en él.Llevo tantos días llorando a escondidas que ya he perdido la cuenta, creo que hace cuatro o cinco semanas que se fue, o tal vez hace mas, no estoy muy segura. Pero en el fondo de mi corazón entiendo que se alejara de mi, al fin y al cabo soy la mujer que decidió ponerse delante de dos balas y matar a su hijo ¿quién querría estar conmigo?Me levanto de la hierba, me acomodo el chal sobr
MíaDespués de meses y meses de terapia puedo decir que he comenzado oficialmente mi recuperación. Todavía no me siento como la antigua Mía, aunque me han dejado claro muchas veces que no debo insistir en volver a ser la misma, todos cambiamos, evolucionamos, y las circunstancias nos convierten en lo que somos.Ahora soy una Mía nueva, más seria y sensata, más tranquila y con menos expectativas, pero convencida de que la vida merece la pena.Salí del centro hace un par de meses, y aunque decidí no volver al castillo, Killian me ha ayudado muchísimo, me buscó un apartamento y se encarga de la nómina de Tom, mi psiquiatra, que se ha convertido en mi familia y me alegra tenerlo siempre cerca.Estoy terminando de hacer las maletas. Necesito salir de Verona, necesito empezar una nueva vida lejos de todo lo que me recuerda lo desgraciada que fuí.Una tarde Tom y yo abrimos un mapa y
MíaLlego a la consulta donde voy a trabajar. Es más bien una casa de estilo Victoriano que ha sido adaptada y convertido en una consulta médica. Llamo a la puerta revisando el mapa por si me he equivocado de lugar.Un hombre de unos cuarenta años la abre. Tiene el pelo corto y negro y los ojos verdes, algo más oscuros que los míos.- ¿En qué puedo ayudarte?Extiendo la mano para presentarme.- Buenas. Soy Mía Carussi. Creo que estabais buscando una enfermera ¿no?Se aparta a un lado invitándome a entrar. Le sonrío y acepto su invitación.- Pasa, por favor, te estaba esperando - Llegamos a una habitación con varios sillones y una mesa de cristal llena de revistas en el centro - Esta es la sala de espera aunque nunca se usa, somos muy pocos y no suele haber cola esperando.Las paredes son de color crema adornadas con varios cuadros
MíaParece que hace media vida cuando dejé de escuchar música. Me aislé completamente de los sentimientos del mundo. Escuchar una melodía que hablara del amor o del desamor, de la pérdida, era superior a mi.Cuando ingresé en el centro me sentaba por las tardes en una butaca frente a la ventana, soñaba despierta y pensaba que Marcus aparecería cualquier día para sacarme de allí y ayudarme como siempre hizo, pero pasaban los días y eso no ocurrió, aunque en el fondo lo entiendo, cuando fuí consciente de la realidad dejé de pasar tiempo en la sala desde la que se veía la entrada. Había un piano que tocaba una muchacha muy dulce. El día que comprendí de verdad cual era mi situación, empecé de verdad el trabajo para recuperarme.Hoy en cambio, montada en mi coche enciendo la radio y busco una emisora en la que suene algo alegre.Diez minutos después aparco en la entrada de mi nuevo trabajo. Saco e