Mía
No entiendo porque me ha afectado tanto verlo en la terraza junto a Carmen, la intimidad con la que la ha tratado, comprobar que Marcus se siente lo suficientemente cómodo con ella como para llevarla a su casa ha sido un cubo de agua fría.
Sé que tiene derecho a rehacer su vida, a olvidarme, a enamorarse de otra mujer y seguir como si nada y eso es exactamente lo que merezco después de las decisiones tan malas que tomé, pero el dolor sigue en mi como el primer día. No consigo alejarme de él, no puedo. Querer arrancarlo de mi cerebro o de mi corazón es como querer arrancarme una parte de mi cuerpo. Imposible.
- ¿Estás mejor? - Pregunta Killian pasando un brazo por encima de mis hombros.
Ahora me siento avergonzada. Ellos siempre me han estado ayudando y yo sigo anclada en el mismo punto, siendo solo una carga.
- Lo siento, siento mucho ponerme así - Susurro inte
MarcusNada más soltar la frase me arrepiento, exactamente igual que anoche cuando Mía nos vio en la terraza a Carmen y a mí, pero no puedo evitarlo, verla cerca de mi hermano, tumbada con él, riendo con él, imaginarla en la cama con Tom me cabrea, me pongo celoso, podemos llamarlo con cualquier nombre, pero esa es la realidad.Mía comienza a dar pequeños pasos hacia atrás. La conversación se termina al momento porque es extraño lo que está sucediendo, pero hay una cosa clara, en medio de toda esta locura, justo en este momento puedo ver claramente en su rostro el dolor que siente.Ya no soy Marcus el mafioso, el hombre al que no le importaba quitar una vida, pero sigo haciendo daño a los demás, supongo que va en mi ADN.Se gira y sale corriendo del bar. Miro extrañado a mi hermano. La mirada que me devuelve me preocupa al momento. Sale corriendo detrás de Mía, y yo sin saber muy bien po
MarcusNo quiero perder el tiempo, así que llevo a Mía directamente a mi casa. Sé con total seguridad que si se despierta me va a matar, pero no tengo llaves de la suya y esperar fuera a que llegue Tom o Killian no es una opción.La llevo hasta mi cama. La suelto con cuidado sobre el colchón. Vuelvo a tocar su frente. Maldita sea, está ardiendo. Su ropa está mojada por la humedad y el sudor. Le quito con cuidado la chaqueta, después le desabrocho la camisa, y aunque no es el momento y hace que me sienta como una rata, admiro su cuerpo después de tanto tiempo.Cuando la he dejado solo con la ropa interior, la tapo con la sábana. La dejo sola en la habitación para ir a buscar un bol con agua y un paño, en algún momento leí que para bajar la fiebre se puede intentar bajar la temperatura de determinadas zonas del cuerpo.Saco el teléfono del bolsillo mientras busco las cosas que voy a necesitar. M
MíaCada vez que pienso en lo que ocurrió hace algunos días me muero de vergüenza. El primer error de muchos fue salir corriendo como la cobarde que soy. Un poco más dramática y me llaman para el papel principal de una telenovela.Después, encima que Marcus me busca, me cuida y me lleva a mi casa para que no coja frío, lo empujo y lo saco a patadas ¡madre mía! No voy a ser capaz de volver a mirarlo a la cara.Que le gusta otra mujer ¿y qué? No me debe nada, lo nuestro terminó hace mucho tiempo y él tiene derecho a hacer con su vida lo que le dé la real gana.La fiebre me ha bajado y la garganta casi no me duele ya... Y aquí sigo, escondida para no enfrentar las cagadas. Marcus ha venido todos los días a verme, todas las veces me he hecho la dormida hasta que se ha ido.No voy a poder evitarlo eternamente, ya lo se, pero tengo que poner en orden mi cabeza antes de poder explicar
MíaNo puedo creer que volvamos a estar todos juntos. Los echaba muchísimo de menos. La sorpresa que según me dijo Marcus era para todos... No se, algo me dice que era solo para mi. Sabe cuanto quiero a mi hermano, a Dante y a Lea, ella es como mi hermana.Me escapo un momento de la charla y voy a la cocina. Rebusco en el bolso mi pastillero. Mi estabilidad emocional está bailando sobre una cuerda en un edificio de veinte plantas de altura. No puedo olvidar ni una toma.- ¿Necesitas ayuda? - La voz de Marcus justo detrás de mi me sorprende.El pastillero cae de mi manos y choca contra el suelo. Al abrirse por el golpe las tres pastillas quedan tiradas.- No, no... Me dolía la cabeza y... Bueno... Me iba a tomar algo - Contesto nerviosa.Me agacho rápidamente para recogerlas, pero Marcus se adelanta. Las recoge y me las tiende sin hacer ninguna pregunta, ni monta
MarcusMía y Lea se levantan para irse. He vuelto a tomar las riendas, pero temo que a mí mujer le afecte el embarazo de Lea, parece estar bien, pero ella siempre parece estar bien, así que no me fio mucho.Después de pasar el resto del día trabajando conduzco hasta mi casa. Ha sido un día agotador. Un par de horas después de que Mía se fuera, volvió Carmen para pedirme explicaciones ¿Quién cojones se ha creído que es? La saqué del bar sin dudar. Los clientes que suelen venir se quedaron un poco atónitos, no es la actitud que suelo tener, pero ¿A quién demonios le importa eso?Tengo una meta, un camino, y no pienso salirme del plan ni una sola vez para satisfacer a nadie.Abro la puerta. Killian está en la cocina hablando con Dante y Paul.- ¿Ocurre algo? - Pregunto sacando una cerveza de la nevera.Mi hermano deja su botella sobre la encima.
MíaLea y yo nos tumbamos en el suelo. Hundimos la cara en la toalla mojada. No puedo creer que mi vida vuelva a ser el mismo caos que hace un año. Los intentos de asesinatos, las venganzas, el peligro continuo.Levanto la cabeza y veo a Dante golpeando con las sillas el cristal para poder salir al jardín, dudo que un trozo de madera logre romperlo.Si no conseguimos salir de alguna forma estamos muertos. Cada vez hay más humo. Los ojos me escuecen y la garganta me pica cada vez que trago saliva.- ¡ASI NO VAS A A CONSEGUIR NADA! - grita Marcus a nuestro lado - Es cristal templado. Busca algo puntiagudo y duro, es la única forma de romperlo.Lea tiembla a mi lado. Tengo que hacer algo, no puedo quedarme aquí quieta. Las toallas casi están secas.- Voy a por más toallas - Le digo a mi amiga - no te preocupes vamos a salir de aquí.Me arrastr
MíaTodo sigue oscuro. Aun no puedo abrir los ojos, siento mi cuerpo abotargado, sin fuerzas, pero si puedo escuchar voces de fondo.- Menuda guarra eres - Escupe un hombre con voz rota seguramente producto de fumar demasiado.Despacio despego los párpados. Tengo que repetir el proceso varias veces hasta que consigo enfocar la vista. Lea está acurrucada en una esquina y hay un hombre con muy malas pintas delante de ella. Está medio calvo, tiene una camisa de rayas de los años ochenta y el pantalón lleno de arrugas.Vuelvo la mirada. La habitación es pequeña, algo claustrofóbica, hay un sofá, una pequeña mesa de cristal y dos ventanas redondas muy pequeñas, como la de los barcos... Espera, espera....- ¿Dónde estamos? - pregunto cuando me doy cuenta de que tal vez nos estamos alejando de las únicas personas que pueden ayudarnos.En cuanto me incorporo un dolor ag
MíaMiro por encima del hombro. El hombre de Ricky cada vez está más cerca. Nado con una sola mano y con un bebé recién nacido. Intento llegar a la orilla, pero dudo que pueda hacerlo.Escucho un chapoteo, como si alguien se tirara al agua. Cada instante que pasa pierdo más la esperanza de conseguirlo. La desesperanza se adueña de mi corazón. Siento profundamente no poder defender a este pequeño, al hijo de Lea.Alguien nada hacia mi desde la orilla, tiene la cabeza sumergida y da rápidas brazadas. ¿Cómo ha podido Ricky mover el barco tan rápido para interceptarme?Joder, sin parar de nadar intento buscar una solución. Lo intento con todas mis fuerzas, pero no soy capaz de encontrarla. Me siento como el día que subí al Torreón. Una nube negra bailaba sobre mi cabeza, solo podía pensar cosas negativas, no había salida, no había nada, como ahora.Decido que lo mejor es dejar de n