Marcus
No quiero perder el tiempo, así que llevo a Mía directamente a mi casa. Sé con total seguridad que si se despierta me va a matar, pero no tengo llaves de la suya y esperar fuera a que llegue Tom o Killian no es una opción.
La llevo hasta mi cama. La suelto con cuidado sobre el colchón. Vuelvo a tocar su frente. Maldita sea, está ardiendo. Su ropa está mojada por la humedad y el sudor. Le quito con cuidado la chaqueta, después le desabrocho la camisa, y aunque no es el momento y hace que me sienta como una rata, admiro su cuerpo después de tanto tiempo.
Cuando la he dejado solo con la ropa interior, la tapo con la sábana. La dejo sola en la habitación para ir a buscar un bol con agua y un paño, en algún momento leí que para bajar la fiebre se puede intentar bajar la temperatura de determinadas zonas del cuerpo.
Saco el teléfono del bolsillo mientras busco las cosas que voy a necesitar. M
MíaCada vez que pienso en lo que ocurrió hace algunos días me muero de vergüenza. El primer error de muchos fue salir corriendo como la cobarde que soy. Un poco más dramática y me llaman para el papel principal de una telenovela.Después, encima que Marcus me busca, me cuida y me lleva a mi casa para que no coja frío, lo empujo y lo saco a patadas ¡madre mía! No voy a ser capaz de volver a mirarlo a la cara.Que le gusta otra mujer ¿y qué? No me debe nada, lo nuestro terminó hace mucho tiempo y él tiene derecho a hacer con su vida lo que le dé la real gana.La fiebre me ha bajado y la garganta casi no me duele ya... Y aquí sigo, escondida para no enfrentar las cagadas. Marcus ha venido todos los días a verme, todas las veces me he hecho la dormida hasta que se ha ido.No voy a poder evitarlo eternamente, ya lo se, pero tengo que poner en orden mi cabeza antes de poder explicar
MíaNo puedo creer que volvamos a estar todos juntos. Los echaba muchísimo de menos. La sorpresa que según me dijo Marcus era para todos... No se, algo me dice que era solo para mi. Sabe cuanto quiero a mi hermano, a Dante y a Lea, ella es como mi hermana.Me escapo un momento de la charla y voy a la cocina. Rebusco en el bolso mi pastillero. Mi estabilidad emocional está bailando sobre una cuerda en un edificio de veinte plantas de altura. No puedo olvidar ni una toma.- ¿Necesitas ayuda? - La voz de Marcus justo detrás de mi me sorprende.El pastillero cae de mi manos y choca contra el suelo. Al abrirse por el golpe las tres pastillas quedan tiradas.- No, no... Me dolía la cabeza y... Bueno... Me iba a tomar algo - Contesto nerviosa.Me agacho rápidamente para recogerlas, pero Marcus se adelanta. Las recoge y me las tiende sin hacer ninguna pregunta, ni monta
MarcusMía y Lea se levantan para irse. He vuelto a tomar las riendas, pero temo que a mí mujer le afecte el embarazo de Lea, parece estar bien, pero ella siempre parece estar bien, así que no me fio mucho.Después de pasar el resto del día trabajando conduzco hasta mi casa. Ha sido un día agotador. Un par de horas después de que Mía se fuera, volvió Carmen para pedirme explicaciones ¿Quién cojones se ha creído que es? La saqué del bar sin dudar. Los clientes que suelen venir se quedaron un poco atónitos, no es la actitud que suelo tener, pero ¿A quién demonios le importa eso?Tengo una meta, un camino, y no pienso salirme del plan ni una sola vez para satisfacer a nadie.Abro la puerta. Killian está en la cocina hablando con Dante y Paul.- ¿Ocurre algo? - Pregunto sacando una cerveza de la nevera.Mi hermano deja su botella sobre la encima.
MíaLea y yo nos tumbamos en el suelo. Hundimos la cara en la toalla mojada. No puedo creer que mi vida vuelva a ser el mismo caos que hace un año. Los intentos de asesinatos, las venganzas, el peligro continuo.Levanto la cabeza y veo a Dante golpeando con las sillas el cristal para poder salir al jardín, dudo que un trozo de madera logre romperlo.Si no conseguimos salir de alguna forma estamos muertos. Cada vez hay más humo. Los ojos me escuecen y la garganta me pica cada vez que trago saliva.- ¡ASI NO VAS A A CONSEGUIR NADA! - grita Marcus a nuestro lado - Es cristal templado. Busca algo puntiagudo y duro, es la única forma de romperlo.Lea tiembla a mi lado. Tengo que hacer algo, no puedo quedarme aquí quieta. Las toallas casi están secas.- Voy a por más toallas - Le digo a mi amiga - no te preocupes vamos a salir de aquí.Me arrastr
MíaTodo sigue oscuro. Aun no puedo abrir los ojos, siento mi cuerpo abotargado, sin fuerzas, pero si puedo escuchar voces de fondo.- Menuda guarra eres - Escupe un hombre con voz rota seguramente producto de fumar demasiado.Despacio despego los párpados. Tengo que repetir el proceso varias veces hasta que consigo enfocar la vista. Lea está acurrucada en una esquina y hay un hombre con muy malas pintas delante de ella. Está medio calvo, tiene una camisa de rayas de los años ochenta y el pantalón lleno de arrugas.Vuelvo la mirada. La habitación es pequeña, algo claustrofóbica, hay un sofá, una pequeña mesa de cristal y dos ventanas redondas muy pequeñas, como la de los barcos... Espera, espera....- ¿Dónde estamos? - pregunto cuando me doy cuenta de que tal vez nos estamos alejando de las únicas personas que pueden ayudarnos.En cuanto me incorporo un dolor ag
MíaMiro por encima del hombro. El hombre de Ricky cada vez está más cerca. Nado con una sola mano y con un bebé recién nacido. Intento llegar a la orilla, pero dudo que pueda hacerlo.Escucho un chapoteo, como si alguien se tirara al agua. Cada instante que pasa pierdo más la esperanza de conseguirlo. La desesperanza se adueña de mi corazón. Siento profundamente no poder defender a este pequeño, al hijo de Lea.Alguien nada hacia mi desde la orilla, tiene la cabeza sumergida y da rápidas brazadas. ¿Cómo ha podido Ricky mover el barco tan rápido para interceptarme?Joder, sin parar de nadar intento buscar una solución. Lo intento con todas mis fuerzas, pero no soy capaz de encontrarla. Me siento como el día que subí al Torreón. Una nube negra bailaba sobre mi cabeza, solo podía pensar cosas negativas, no había salida, no había nada, como ahora.Decido que lo mejor es dejar de n
MarcusLlegamos al bar. Hay fuego dentro, pero parece poco, así que Dante y yo entramos con las esperanza de poder apagarlo.Corremos hacia el fondo sin prestar atención a lo demás. Un error. Nos damos cuenta cuando ya es demasiado tarde. Hay unos diez hombres tapando la salida. Nosotros somos solo dos, no hay mucho que podamos hacer, pero si sé una cosa, Marcus Moretti nunca se rinde, muere luchando y por como Dante está preparando los puños estoy seguro de que él piensa igual.Pasamos de diez a ocho en un instante. Un golpe fuerte y contundente deja fuera de combate a dos.Peleamos sabiendo que nuestras vidas y la de nuestras. Mujeres depende de que salgamos de aquí, pero nos llevamos unos cuantos golpes que en otro momento me habría dejado en el suelo, pero no hoy, no con Mía necesitándome.Me levanto después de recibir una patada en el estómago, coloco mis manos sobre la ca
MíaComienza a salir gente del castillo para auxiliar a Marcus. Lo montan en una camilla y se lo llevan. Corro tras ellos para ayudar en todo lo que pueda ¿Qué le ha pasado? ¿Por qué ha perdido el conocimiento?Killian me agarra de la muñeca y me frena.- A ti también tienen que verte los médicos.Me suelto de un tirón, pero no avanzo mucho antes de que vuelva a sujetarme. ¿Es imbécil o que le pasa? ¿No entiende que tengo que ver cómo está Marcus? Yo estoy bien.- Mis médicos pueden esperar.- De eso nada. Ahora - Contesta serio sin darme la opción de replicar.Camina seguro hacia el interior del castillo. Parece que se ha convertido en la zona cero de una guerra. Hay separadores de cortinas blancas con médicos y enfermeras caminando de un lado a otro.- Tu debes de ser Mía. Estábamos esperándote.Un médico j