Las horas pasaron, mientras Ignacio disfrutaba de la compañía de su padre, hija, suegro y amigo, Violet se reía a carcajadas, como tenía mucho no lo hacía. Disfrutaba en compañía de las mujeres, habían quedado bellas y se recalcaban una a la otra aquello. —La estamos pasando bastante bien, sin embargo, es momento de ir con los caballeros, ya saben cómo es Ignacio. —Tienes razón hija, es momento de volver, además creo ya tener hambre. Las mujeres se habían alejado un poco, por lo que decidieron caminar hasta abordar el auto, después de llamar a Ignacio, quién les indicó la dirección donde se verían. Les llevó unos minutos estar en el lugar, Ignacio en cuanto vio a Violet no pudo disimular. —Sin duda alguna te ves más hermosa de lo que estabas Violet. Ustedes también mujeres, pero el premio hoy se lo lleva mi mujer. —Gracias amor, aunque creo que estás exagerando. —No, no lo hago. —Créele Violet, mi amigo jamás diría algo así de una mujer menor de 30 —burló Simón. Ignacio lo mi
—¿Por qué quieres que haga algo a cambio? ¿No puedes darme lo que te pido? Solo es un baile, Ignacio, estoy segura de que lo harás bien. —No es precisamente solo un baile, me pides moverme y no soy bueno en eso… —Lo eres, hazlo como lo haces en el acto. Él se echó a reír. —Eres muy ingeniosa, no funciona así, ¿al menos me motivarás? Violet abrió las piernas. —¿Lo quieres? —¿Qué preguntas son esas? Mira el baile suena algo vergonzoso, no me imaginé en esta situación, puedo solo desnudarme, pararme aquí, que me veas. —No, Ignacio, quiero que bailes para mí. El hombre puso ambas manos en su cintura y la miraba con gesto pensativo, mientras esta evitaba reírse. —Ya Ignacio, no seas malo, baila para mí. Te prometo que te vas a divertir, que lo vas a disfrutar. —Violet, pero… —Por favor amor —hizo caras. —Ok Violet, bailaré para ti. Ignacio suspiró profundo, Violet emocionada puso su canción favorita, al menos la que creyó que iban perfecta con la situación, en cuanto puso mús
Le acarició el rostro, le murmuró algunas palabras para desearle feliz cumpleaños. Las lágrimas brotaron de ella. Ignacio, quien la había seguido, se acercó y la abrazó por detrás, siguiendo el acto de mirar a su hija y desearle un feliz cumpleaños. —Es hermosa nuestra princesa. Sabes que sería ideal, que tuviera hermanos, pero haremos esos papeles, para que no se sienta sola y evitarnos más niños. —Sí, amor, nos esforzaremos para que ella no se sienta sola ni abrumada por ser hija única. Seremos todo para ella —respondió Violet demostrando su acuerdo con lo escuchado—. Quisiera regalarte el mundo, hija. —Lo haremos, le daremos el mundo a nuestro modo, no tendrá hermanos, será como nosotros, hija única, es un regalo que no le daremos, pero que supliremos con nuestra presencia. Violet asintió ante lo escuchado, se quedaron allí unos minutos, hablando y contemplándola, hasta que finalmente decidieron volver a la cama, allí Ignacio se recostó recibiéndola en sus brazos. —¿Fuiste a v
Violet asintió, con Salomé en brazos se dirigió a la habitación en busca de lo que le había pedido. Salomé se veía confundida, pero ella logró mantenerla en calma para que no llorara y estresara más a su abuelo, dejó lo pedido en manos de Ignacio, fue por el equipaje de Josh y decidió agregar los medicamentos, para que pudieran enviarlos a un análisis, descartar que le hubieran provocado ese episodio. —Avísame cualquier cosa, amor, incluso si es necesario que vaya a hacerte compañía, pospondré el cumpleaños de Salomé. Josh seguía confundido, se tapaba los oídos y miraba alrededor, sin poder reconocer a ninguno de los presentes, incluso ver aquella pequeña que minutos atrás le robaba sonrisas no ayudó. —No, preciosa, no hace falta. Celébrale el cumpleaños a nuestra hija, dale mis regalos. Lo más seguro es que me pase muchas horas con mi padre, ya tendremos tiempo de celebrarlo nuevamente en compañía de él, si no es así, entonces se la llevaremos cuando él esté recuperado, lo celebra
Que hubiera perdido la conciencia nuevamente, que no lo reconociera, que se hubieran perdido el cumpleaños de Salomé, lo que él no imaginaba era que su mujer había despedido a los invitados antes y se dirigía con un pedazo de tarta y su hija para celebrar los cuatro. Al llegar pidió que no le informaran y aunque le costó que les permitieran el paso, logró su objetivo, se dirigió a la habitación, Ignacio en cuanto la vio, sintió su corazón acelerarse, eso eran los motivos por los que la adoraba, por los que se sentía obsesionado con ella. Caminó ante ella, la saludó con un beso, cargó a su hija, le deseo feliz cumpleaños abrazándola fuerte contra él, luego se acercaron ante Josh, quien aunque no reconocía a Salomé, le extendió los brazos, creyendo era una simple niña que lo visitaba, el instinto era fuerte y la acogió, se divertían aunque este no tuviera conciencia, jugaban como dos iguales. —Gracias por esto Violet —la abrazó contra su pecho—. Sinceramente, no dejas de sorprenderme
Mientras aquello ocurría, Violet disfrutaba de compartir con sus padres y les comentaba sobre su entrada a la universidad, y el cuánto le preocupaba eso. Les mencionó que aceptó trabajar con Ignacio porque no quería volver a sumergirse en una rutina y aquel trabajo le permitiría ocupar más su tiempo y tener más actividad, pasar tiempo con su familia. Así transcurrieron las horas, de actividad en actividad, para Ignacio, quién había conseguido establecer seguridad e investigadores privados para su tranquilidad. Luego de terminar con aquello y discutir algunos puntos con su amigo, con quien quedó de verse al día siguiente, decidió visitar a su padre a quien encontró un poco mejor, aunque este no hubiese tenido grandes momentos de lucidez, pasó alrededor de una hora con él y luego se dirigió a verse con Violet, decidió ir a la casa para verlas allí, pasaron el resto del día en familia. Violet era feliz, su familia estaba bien y juntos, pero no se comparaba con la dicha de Ignacio. Al
—Te amo, hoy es nuestro cuarto mes viviendo juntos, tengo una sorpresa para ti. —Sí, meses complicados, pero lo estamos logrando, aunque me están sacando canas tú y Salomé, me encanta que… —Eres un amor, Ignacio, por lo menos ya no te molesta que mezcle la ropa o deje cosas por ahí. Creí que me acostumbraría a tu forma de ser, pero creo que eres tú quien se está adaptando a nuestra forma de ser, eso es muy lindo —le acarició con ternura la mejilla y lo besó. —¿Qué tienes para mí? ¿Cuál es tu sorpresa? Le enseñó la lencería, él sonrió, lo volvía loco verla usar encaje, tener que quitárselo luego de que ella se lo modelara. —Tendré que esperar a que la familia se vaya. —Podemos escaparnos un rato, Ignacio, además, debe ser cuanto antes. Presiento que el método anticonceptivo me tiene alterada la menstruación, tengo pechos sensibles y otros síntomas. —¿Sí? Sabes que no me importaría ser tu vampiro, disfrutaría de ti incluso en tus días, hermosa. Ella rechazó el comentario y e
DOS HORAS DESPUÉS. —Tráeme unos chocolates blancos y un helado de vainilla cuando regreses. —No, Violet, no voy a hacer eso, si tienes ansiedad entra a mi oficina, quédate allí y medita. Yo iré a dejar a tus padres y a Salomé, luego debo ir a una reunión y cumplir con otros asuntos pendientes. —Si no vas a traer eso, ¿puedes ir a dejarlos y volver para que pasemos un rato agradable? —¿Puedes esperar hasta la noche, hermosa? —Sí, aunque me sienta muy caliente, ya sabes, caliente de… —Ok, iré a dejarlos y volveré, solo por unos minutos. Violet sonrió y se acercó a despedirse de sus padres e hija, quienes estarían con la vigilancia y Lana en casa de Ignacio. Al verlos irse y con mucha ansiedad, Violet se dirigió a la cocina, donde se comió un poco de chocolate de pasta y regresó con Michael. Continuaron haciendo su trabajo, mientras hablaban de Michael y sus planes. Violet comenzó a ir al baño con frecuencia, pero se lo atribuyó a estar consumiendo mucho líquido. Violet se conc