—¡Por Dios, esto no puede ser! —exclamó Ignacio llamando la atención de Violet. —¿Qué pasa? —Dos benditas rayas, Violet. Vas a tener dos bebés. Me vas a enloquecer. Violet se echó a reír, a pesar de estar siendo consumida por los nervios. —Creí que estabas leyendo las instrucciones. Además, creí que serías quien me daría valor. Ignacio, no significa que son dos bebés, significa que estoy embarazada. Dos líneas significa que es positivo. —¿Estás segura? —buscó las instrucciones y comenzó a leerlas de nuevo. Al levantar su rostro, un poco avergonzado, se acercó a ella, quien nuevamente se sumergió en la angustia. —Voy a ser mamá, estoy embarazada de nuevo —lo miró con cara de nostalgia y hablando mimado—. Aún no quería, no me siento preparada. Salomé aún es pequeña. Él se acercó y la acurrucó contra su pecho. —Lo sé, hermosa, pero no te pongas triste. Esta vez estoy contigo, será diferente. —Estoy haciendo una carrera, Ignacio. Había arreglado las cosas con mis padres, tenía t
—Quizás a Salomé le emocione —dijo Ignacio, rompiendo el silencio después de unos minutos—. Será un gran cambio para ella también. Violet abrió los ojos y asintió, considerando las palabras de Ignacio. —No quiero que se sienta desplazada o confundida. Con eso de que te quiere solo para ella, creo que será un reto. —Lo manejaremos con cuidado —dijo Ignacio, apretando suavemente su mano—. Le explicaremos que va a tener un hermanito o hermanita y que siempre será nuestra princesa. La conversación continuó. Tras los minutos, Violet comenzó a sentirse menos nerviosa y estaba aceptando su nueva realidad. El resto de la tarde pasó en calma para ambos. Se quedaron en la oficina, disfrutando de la compañía mutua y planificando con calma los próximos pasos. La conversación fluyó entre temas ligeros y serios, con risas intercaladas que ayudaban a aliviar la tensión. —Creo que deberíamos hacer algo especial para nosotros esta noche —sugirió Ignacio—. Algo que nos ayude a recordar que,
Su felicidad hizo que no le diera importancia al asunto, no le contó nada, aunque se mostró muy emocionado. Al dejar la llamada se dispuso a continuar con sus deberes, aunque se habían encontrado un par de veces para comer algunas cosas con Violet. Así finalmente se había ido el día. La familia se había ido a casa, donde disfrutaron de una cena preparada por Violet, dado que quería cumplir un antojo, mientras Ignacio trabajaba en nuevas campañas y veía a Salomé jugar. Luego de cenar, compartieron algunos pensamientos y situaciones, hasta que finalmente se fueron a la cama. Al día siguiente, un nuevo extraño antojo la despertó tan puntual como Salomé al robot, quien debió irse sin desayunar para atender una reunión importante. Luego de un par de horas, Ignacio la recogió. Los tres se acercaron por los resultados: tres meses y unas semanas de un embarazo sano. Escucharon todo lo necesario, pidieron discreción y salieron los tres a celebrar desayunando en un lugar prestigioso pero pr
—Vaya, vaya, qué sorpresa encontrarlos aquí —escucharon desde cierta distancia, lo que la orden de alejamiento le permitía a Franyely. —Vámonos, por favor —dijo nerviosa Violet. Ignacio le sujetó la mano y la guio hacia la salida, dejando a Franyely atrás, aunque esta los seguía sin violar la distancia permitida. Una vez seguros en el auto, Ignacio acarició el vientre de Violet. Acción notada y fotografiada por Franyely. —No te preocupes, amor. Haré lo posible para mantenernos a salvo. Franyely no podrá hacerte daño. Violet suspiró aliviada, pero aún nerviosa. —Está loca, no la conoces, mis traumas y miedos se deben a lo que me hizo. Tengo miedo de sus acciones, ha demostrado ser capaz de todo, si de verdad me odia, tengo miedo amor. —miró en la dirección en que ella estaba y la vio fotografiándolos. Violet pidió la llevara a casa, ambos se pusieron el cinturón, mientras observaban a Franyely sonreír. En tanto conducía con dirección a la casa, Ignacio pensaba en las medida
Durante esa visita, el hombre estuvo tan lúcido como en los días siguientes. Violet no solo se sentía más tranquila, sino que disfrutaba de su embarazo, a menudo volviendo loco a Ignacio con sus antojos y deseos, se sentían un poco preocupados porque su vientre comenzó a crecer de manera acelerada, habían agendado una cita con la especialista. Se mantenían tranquilos y se habían confiado, pues en esas semanas, Franyely había parecido darse por vencida. Como nunca antes, la vida de Ignacio se estaba volviendo un caos que le costaba controlar. Ese hombre ordenado y autoritario ahora estaba bajo el mando de sus dos hijos, o al menos eso era lo que él creía. Todo parecía ir bien hasta esa mañana de viernes, cuando Violet sufrió un accidente en la universidad. Franyely, con una broma cruel, había provocado que Violet cayera por las escaleras, lo que resultó en un intento de aborto. La noticia de que esperaban mellizos dejó a Ignacio perplejo, sin palabras. Violet y el resto de la famili
—¿Qué haces aquí, Ignacio? ¿Vienes a insistir en esa ridícula acusación sin pruebas? Ya te dije una y otra vez que no tuve nada que ver con el incidente de tu mujercita. Si no sabe caminar, no es mi problema. Déjame en paz. Intentó cerrar la puerta en su cara, pero Ignacio puso el pie, impidiéndolo. —Eres astuta, Franyely, pero te metiste con la persona equivocada. He estado siguiéndote de cerca, sé exactamente lo que le hiciste a Violet. Antes estaba sola, pero ya no lo está. Te dejé llegar demasiado lejos. El tono severo de Ignacio hizo que Franyely se quedara en silencio por un instante, pero rápidamente recuperó su postura altanera. —Ambos están locos —replicó con descaro—. Esta vez seré yo quien solicite una orden de alejamiento. Tú y tu mujercita me tienen cansada. Ignacio perdió la paciencia, entró y empujó la puerta con fuerza, cerrándola tras de él con un estruendo que asustó a Franyely. —No le doy importancia a cosas insignificantes, no me interesan tus estúpidos motiv
—¿Estás bien? —preguntó Lana, notando la expresión en su rostro. —Sí… creo que sí. Solo necesito tiempo para asimilar todo lo que está pasando. Supongo que es escuchar todo eso y las hormonas. Lana no insistió. La conocía y sabía que necesitaba tiempo para procesar lo que había escuchado. Había tenido la muerte en sus narices en forma de amiga. Ignacio recibió la confirmación y condujo hasta el hospital. Se quedó en el auto, agradeciendo que no había prensa, se liberó de toda su mala energía y entró sin apuro, pero con la seguridad de siempre. Caminó directo hacia Violet, a quien vio ya más tranquila jugando con Salomé. Se acercó y le dio un beso en los labios, acarició la mejilla de Salomé con ternura. —Todo está bajo control —le susurró, con esa tranquilidad que sabía ella necesitaba. Violet lo miró y sonrió. —Gracias por lograrlo. Me siento tranquila, sin embargo… se me antoja comer chuletas de pollo con pepinillos y mermelada casera. —¿Bromeas, verdad, hermosa? Vio
Fue una imprudencia del conductor del otro vehículo, como mía, por ir con exceso de velocidad. Lamento haber olvidado que eres la mujer que me enloquece —le sobó el vientre con cariño y olió su cabello. —Está bien, amor, lo bueno es que ya pasó. Además, debemos reconocer que te evitó terminar loco, fueron semanas difíciles. Salomé sufrió mucho por tu trato, pero creo que tanto ella como yo aprendimos mucho de esto. Ahora tengo menos miedo, me siento más valiente y dispuesta. —Tú siempre has sido una mujer maravillosa, valiente y dispuesta. Eso, entre otras cosas, es lo que me tiene loco por ti. Te amo. Las caricias llevaron a un nuevo encuentro sexual y esta vez terminaron tan agotados que no tardaron en dormirse. En la mañana, Ignacio se levantó, llamó para avisar a sus empleados que les daba el día libre, luego se dispuso a preparar el desayuno. Salomé se despertó poco después, Ignacio la organizó y esperó a que Violet se levantara. Cuando esta lo hizo, la sorprendió con un nut