Capítulo XXXIII

Llegó el mes de noviembre y dieron de alta a Berenice. A Borrel le preocupaba que ella notara su inquietud y dejó pasar los días. En cuanto pudo se presentó en el que fuera su antiguo apartamento y salió a atenderlo la misma señora que cuidaba a Luis Carlos cuando estaba pequeño. Vio a Luis Carlos y conversó con él por poco tiempo, fingiendo una alegría que realmente no sentía. Porque se había acercado hasta allí impulsado por la curiosidad de saber y no por el interés de verlo.

Durante ese mes en que permaneció en la capital, tuvo el tiempo suficiente para conversar con mucha gente que lo conocían a él y a Rebeca y fue descubriendo la madeja que a su alrededor se había tejido sin él saberlo. Cuando hablaba por teléfono con Rosa Amalia, evitó hablarle de estas cosas y centraba la conversación en la recuperación de su

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