Miranda se entretuvo mirando al hombre, ¿estaba dormido o inconsciente? Ella se acercó un poco más y observó las facciones del tipo. Estaba pálido como una hoja de papel, sus labios también habían perdido su color. ¿Cómo un hombre en ese estado podía hacer una declaración? Dudaba mucho que pudiera, pero, ¿para qué arriesgarse? ¿Para qué dejar cabos sueltos si podía atarlos de una buena vez?—Debiste morirte, pero no te preocupes, que esta vez me aseguraré de que te vayas de este mundo derechito al infierno y, así, no tengas tiempo de culparme por el accidente de Alessandra Lowell, ya me las arreglaré para deshacerme de ella. Yo tengo que recuperar mi vida y nadie se interpondrá en mi camino —expresó con rabia contenida, mientras se acercaba para quitarle el oxígeno, eso era mejor que apagar la máquina, sería menos sospechoso y si alguien entraba, lo más probable era que creyeran que fue él solito quien se quitó la máscara.Miranda sonrió con satisfacción, cobraría con ese pobre infeli
Cinco días después, Alessandra y Kiara fueron dadas de alta por su respectivo médico. Ambas fueron llevadas a la mansión Ferreira por insistencia de Kate, ya que los padres de Alessandra tenían programado un viaje.—Entonces, ¿irán a Brasil? —preguntó Alessandra, mientras Larissa la acomodaba en la cama, contra el respaldo para que estuviera cómoda.—Sí.—¿Todo está bien con Fabio? —quiso saber.—No pienses de más, cariño, tu única preocupación debe ser recuperarte. El médico ha dicho que en unas semanas podrás retomar tu vida con normalidad, siempre y cuando seas precavida —le recordó.—Lo sé, mamá, no te preocupes, no haré nada que ponga en peligro la vida de mi bebé y si tengo que estar metida en la cama los siguientes meses, obedeceré —respondió con una ligera sonrisa.—No será mucho tiempo, hija.—¿Cuándo se van?—Hoy por la noche, tu padre se ha encargado de conseguir un vuelo privado a São Paulo.Alessandra frunció el ceño, su madre quería que no se preocupara por nada, sin emba
Marcelo estaba seguro de que podía pasarse una vida entera admirando el rostro perfecto de Alessandra y no se cansaría. Era una mujer tan especial, amorosa y detallista. Un alma sensible y fuerte a la vez, con un corazón noble, capaz de perdonar y seguir amándolo como si jamás la hubiese lastimado. Aunque, no fue intencional, fue el motivo por el cual salió herida.Él habría seguido admirando a su perfecta esposa si Ashton no hubiese elegido ese momento para despertar y empezar a moverse como un pequeño gusanito. Marcelo trató de levantarlo para mecerlo, pero la frazada estaba bajo el brazo de Alessandra, por lo que dejó sus intenciones y volvió al lado de su esposa.Marcelo se inclinó sobre el rostro relajado de su esposa, le dejó un beso en la mejilla con toda la intención de despertarla. Encontrarla con Ashton inevitablemente le hizo pensar en su hijo o hija, en el momento que llegara al mundo y se convirtiera en el centro de sus vidas.—¿Marcelo? —preguntó ligeramente aturdida por
«¡Son dos corazones! ¡Hay dos latidos diferentes!»—¡Dios, ¿cómo fue que no me di cuenta antes?! —cuestionó la doctora, estaba sorprendida, pero no más de lo que se encontraban los padres. Alessandra presionó la mano de Marcelo con fuerza, mientras él parecía estar en shock. Por supuesto que no era algo que se esperaba, pero ahora era una realidad.—¿Dos? —preguntó Marcelo, parpadeando varias veces, como si estuviera despertando de un sueño.—Sí, hay dos corazones latiendo. No hay manera de que haya un error —aseguró la mujer, moviendo el transductor sobre el vientre de Alessandra y señalando la pantalla, donde se podía observar dos pequeñas manchitas en vez de una—. No habíamos podido notar la presencia de un segundo bebé debido a que estaba escondido detrás del primero, ambos comparten la misma bolsa. Son gemelos —anunció la doctora.Marcelo sintió que el piso se le abría bajo los pies, su corazón latió acelerado. ¡Eran dos! ¡Dos bebés! ¡Dos pequeños Manís! Las lágrimas picaron en l
Epílogo El viernes por la tarde, Nicole pasó por Alessandra a su apartamento para ir de compras, tal como habían quedado dos días atrás. El regalo para Mía no era algo que pudieran elegir al azar o de manera precipitada. Conocían a la niña y su fascinación por la moda; cualquiera que la viera, pensaría fácilmente que era el futuro rostro de Glamourdaucy.—¿Has encontrado el regalo perfecto para Mía? —preguntó Nicole, luego de recorrer varias tiendas de ropa y no encontrar nada que le gustase para la niña.—Sí, he visto un pequeño estuche de joyería y no he podido resistirme, estoy segura que va a encantarle —dijo, acercándose a su prima. —¿Joyas?—Sí, Mía las ama, aunque también creo que le llevaré algo de pintura. Escuché decirle a Marcelo que se había inscrito en un curso de arte y pintura.—Vaya, no me lo esperaba, podría jurar que tenía un futuro como modelo —musitó Nicole, pensando en lo que podía llevarle de regalo.—Mía puede hacer y ser lo que quiera. Es una niña muy intelig
Alessandra bajó del auto en el estacionamiento de la fábrica de chocolate, traía una sonrisa tatuada en el rostro y un sobre blanco en las manos.No había día más feliz para ella que ese día, su corazón rebozaba de felicidad, pues iba a ser madre. Luego de tres meses de feliz matrimonio con Marcelo Ferreira, ahora iba a darle su primer hijo y no había palabras para describir lo que sentía.Con ilusión y alegría, subió hasta la última planta del edificio, quería darle una sorpresa a Marcelo, una doble sorpresa, sin imaginar que la sorprendida sería ella. Un frío le recorrió la espalda, su mano se detuvo sobre el pomo de la puerta, mientras descubría la verdad.—No le mientas más, Marcelo, y dile la verdad. ¡Dile que no la amas! Dile que soy yo la mujer que has amado todo este tiempo, ten el valor de decirle que te casaste con ella por despecho.—¡Cállate!—No, Alessandra tiene derecho a saber que solo ha sido mi reemplazo. Si te casaste con ella fue porque yo elegí quedarme con Joseph,
Meses atrás… Alessandra manejó a casa de la familia Ferreira, apenas se había enterado del accidente de Patrick, el hijo mayor de la mejor amiga de su padre, salió corriendo de la oficina. No podía imaginar lo angustiado que podía estar Marcelo con lo sucedido con su hermano, pues ellos eran muy unidos. Patrick, siendo el mayor, siempre había estado para sus hermanos y Marcelo no era muy distinto de él.Era eso lo que le había atraído de Marcelo, lo atento y lo caballeroso, aunque era dos años menor que ella, él tomaba el papel protector cuando se trataba de defender a las mujeres de la familia, hasta ella, que no tenía ningún tipo de relación sanguínea con Marcelo, había sido protegida siempre por él. Fue así, que no se dio cuenta en qué momento terminó enamorada de él.Las manos de Alessandra se aferraron al volante cuando estacionó frente a la casa de la familia, se mordió el labio ligeramente y bajó del auto, lo bordeó con rapidez para tomar el presente que le había comprado en s
El cuerpo de Marcelo se tensó bajo la mano de Alessandra y ella pudo sentirlo.—¿Estás bien? —le susurró, inclinándose ligeramente en su dirección, dando una idea romántica a quien los observara.Marcelo asintió, desvió la mirada para no quedar en evidencia y espero a que Miranda y su esposo entraran al restaurante. Su mano se cerró en un fuerte puño dentro de su bolsillo y luchó para no mostrar su molestia, no podía arruinarle la noche a Alessandra.—Vamos —dijo, soltándose de la mano de ella.Alessandra no tuvo tiempo de reaccionar, su cuerpo se tensó cuando sintió la cálida mano de Marcelo en la parte baja de su espalda, entre el final de su columna y el inicio de sus nalgas, ese preciso lugar en el que acababa el escote en su espalda. Caminó hasta llegar a una mesa con vistas al jardín. Ella estaba tan sorprendida, que todo su mundo se redujo al hombre delante de ella.Entretanto, Marcelo luchó para no mirar en dirección de Miranda, pero falló un par de veces. Sentía la bilis sub