«Debemos terminar con esto».Marcelo esperaba tener la oportunidad de explicarse ante Alessandra, pero parecía que ella tenía prisa por dar por finalizada su relación. Dolía, ¡claro que dolía! Pero no tenía cara para culparla y mucho menos, para pedirle que lo escuchara. Si terminar era lo que ella quería, iba a aceptarlo.Finalmente, su madre tenía razón; las palabras tenían más filo que el propio cuchillo. Y Alessandra había escuchado a Miranda, porque él le permitió soltar tanta tontería junta. Su silencio, le iba a costar su relación, su amor, su matrimonio.—Alessandra…—No quiero detalles de tu relación con esa mujer, Marcelo. Solo quiero saber en qué momento de nuestra relación dejaste de pensar en ella —pidió, apretando las sábanas con fuerza, esperando que la respuesta no destruyera su corazón.Marcelo guardó silencio, no porque no supiera la respuesta, sino porque no se había esperado la pregunta. Un silencio que, podía ser malinterpretado por Alessandra; sin embargo, ella
«Bésame».Marcelo se vio sorprendido por la petición de su esposa, sobre todo, emocionado, tanto que no se movió de su lugar, mirándola fijamente.—¿No quieres besarme? —preguntó Alessandra, humedeciéndose los labios con la punta de la lengua—. Si es así, hemos empezado mal esta segunda oportuni… — Sus palabras fueron interrumpidas por los labios de Marcelo, posándose sobre los suyos, besándola como si la vida se le fuera en ello, mientras lágrimas se derramaban de sus ojos, humedeciendo sus mejillas.Alessandra llevó su mano al cuello de su esposo, enredó sus dedos en los cortos cabellos, presionándolo un poco para profundizar el beso.Marcelo se apartó cuando ella dejó escapar un pequeño gemido.—¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Quieres que llame al médico?Alessandra negó.—Estoy bien —musitó, colocando las manos sobre su vientre—. No debí irme de esa manera —musitó.—Ale…—Expuse su vida al no darme una oportunidad para pensar. Además, todo fue peor cuando recibí las fotos —dijo.Mar
«¿Miranda?»La mujer se giró para encontrarse con el rostro serio de Larissa, ella le sonrió.—Señora Lowell —saludó con falsa cortesía, sus ojos eran una clara demostración de lo que guardaba su corazón.Larissa la observó sin apartar la mirada.—¿Qué es lo que haces en la habitación de mi hija? —le cuestionó, deseando que le diera un solo maldito motivo para sacarla de allí de las greñas. Contenerse le estaba costando toda su fuerza de voluntad, pero no era tonta y dar el primer golpe solo iba a convertir a Miranda en una víctima a ojos de quienes las vieran en el pasillo, sin entender el contexto de lo que ocurría, por lo que esperó a que la mujer se dignara a responder.—Una visita de cortesía, no podía dejar pasar este momento para demostrarle mi pesar y preocupación a Marcelo, somos muy buenos amigos —soltó con veneno—. ¿Lo sabías?—Tan buenos amigos que te metiste en su cama estando casada con Joseph, sí lo sabía —respondió, haciendo que la mirada de Miranda se tornara oscura.
Miranda se entretuvo mirando al hombre, ¿estaba dormido o inconsciente? Ella se acercó un poco más y observó las facciones del tipo. Estaba pálido como una hoja de papel, sus labios también habían perdido su color. ¿Cómo un hombre en ese estado podía hacer una declaración? Dudaba mucho que pudiera, pero, ¿para qué arriesgarse? ¿Para qué dejar cabos sueltos si podía atarlos de una buena vez?—Debiste morirte, pero no te preocupes, que esta vez me aseguraré de que te vayas de este mundo derechito al infierno y, así, no tengas tiempo de culparme por el accidente de Alessandra Lowell, ya me las arreglaré para deshacerme de ella. Yo tengo que recuperar mi vida y nadie se interpondrá en mi camino —expresó con rabia contenida, mientras se acercaba para quitarle el oxígeno, eso era mejor que apagar la máquina, sería menos sospechoso y si alguien entraba, lo más probable era que creyeran que fue él solito quien se quitó la máscara.Miranda sonrió con satisfacción, cobraría con ese pobre infeli
Cinco días después, Alessandra y Kiara fueron dadas de alta por su respectivo médico. Ambas fueron llevadas a la mansión Ferreira por insistencia de Kate, ya que los padres de Alessandra tenían programado un viaje.—Entonces, ¿irán a Brasil? —preguntó Alessandra, mientras Larissa la acomodaba en la cama, contra el respaldo para que estuviera cómoda.—Sí.—¿Todo está bien con Fabio? —quiso saber.—No pienses de más, cariño, tu única preocupación debe ser recuperarte. El médico ha dicho que en unas semanas podrás retomar tu vida con normalidad, siempre y cuando seas precavida —le recordó.—Lo sé, mamá, no te preocupes, no haré nada que ponga en peligro la vida de mi bebé y si tengo que estar metida en la cama los siguientes meses, obedeceré —respondió con una ligera sonrisa.—No será mucho tiempo, hija.—¿Cuándo se van?—Hoy por la noche, tu padre se ha encargado de conseguir un vuelo privado a São Paulo.Alessandra frunció el ceño, su madre quería que no se preocupara por nada, sin emba
Marcelo estaba seguro de que podía pasarse una vida entera admirando el rostro perfecto de Alessandra y no se cansaría. Era una mujer tan especial, amorosa y detallista. Un alma sensible y fuerte a la vez, con un corazón noble, capaz de perdonar y seguir amándolo como si jamás la hubiese lastimado. Aunque, no fue intencional, fue el motivo por el cual salió herida.Él habría seguido admirando a su perfecta esposa si Ashton no hubiese elegido ese momento para despertar y empezar a moverse como un pequeño gusanito. Marcelo trató de levantarlo para mecerlo, pero la frazada estaba bajo el brazo de Alessandra, por lo que dejó sus intenciones y volvió al lado de su esposa.Marcelo se inclinó sobre el rostro relajado de su esposa, le dejó un beso en la mejilla con toda la intención de despertarla. Encontrarla con Ashton inevitablemente le hizo pensar en su hijo o hija, en el momento que llegara al mundo y se convirtiera en el centro de sus vidas.—¿Marcelo? —preguntó ligeramente aturdida por
«¡Son dos corazones! ¡Hay dos latidos diferentes!»—¡Dios, ¿cómo fue que no me di cuenta antes?! —cuestionó la doctora, estaba sorprendida, pero no más de lo que se encontraban los padres. Alessandra presionó la mano de Marcelo con fuerza, mientras él parecía estar en shock. Por supuesto que no era algo que se esperaba, pero ahora era una realidad.—¿Dos? —preguntó Marcelo, parpadeando varias veces, como si estuviera despertando de un sueño.—Sí, hay dos corazones latiendo. No hay manera de que haya un error —aseguró la mujer, moviendo el transductor sobre el vientre de Alessandra y señalando la pantalla, donde se podía observar dos pequeñas manchitas en vez de una—. No habíamos podido notar la presencia de un segundo bebé debido a que estaba escondido detrás del primero, ambos comparten la misma bolsa. Son gemelos —anunció la doctora.Marcelo sintió que el piso se le abría bajo los pies, su corazón latió acelerado. ¡Eran dos! ¡Dos bebés! ¡Dos pequeños Manís! Las lágrimas picaron en l
Epílogo El viernes por la tarde, Nicole pasó por Alessandra a su apartamento para ir de compras, tal como habían quedado dos días atrás. El regalo para Mía no era algo que pudieran elegir al azar o de manera precipitada. Conocían a la niña y su fascinación por la moda; cualquiera que la viera, pensaría fácilmente que era el futuro rostro de Glamourdaucy.—¿Has encontrado el regalo perfecto para Mía? —preguntó Nicole, luego de recorrer varias tiendas de ropa y no encontrar nada que le gustase para la niña.—Sí, he visto un pequeño estuche de joyería y no he podido resistirme, estoy segura que va a encantarle —dijo, acercándose a su prima. —¿Joyas?—Sí, Mía las ama, aunque también creo que le llevaré algo de pintura. Escuché decirle a Marcelo que se había inscrito en un curso de arte y pintura.—Vaya, no me lo esperaba, podría jurar que tenía un futuro como modelo —musitó Nicole, pensando en lo que podía llevarle de regalo.—Mía puede hacer y ser lo que quiera. Es una niña muy intelig