CAPITULO 18

ALESSANDRO

Después de haber hecho aquella aclaración, Leticia pareció muy afectada y derramó varias lágrimas. Tragué con fuerza, incapaz de seguir torturándola, pero también, sin seguir comprendiéndola.

—Lo siento… —murmuré—. No puedo verte llorar —le aclaré, borrando con mis dedos los rastros de lágrimas de su mejilla.

Ella, ladeó su cabeza y la colocó en mi hombro como si fuéramos los mejores amigos del mundo y yo la estuviera consolando.

Resoplé internamente, mientras intentaba contener mis impulsos físicos estando tan cerca de ella. Tenerla de aquel modo, con su cálido cuerpo apoyado al mío, sólo sirvió para acrecentar mi tormento y querer aún más hacerla mía.

Sin poder tolerarlo más, volví a colocarla sobre mis piernas y la abracé con fuerza.

De inmediato, al percibir el calor de su carne por debajo de la tela del vestido, temblé de insatisfacción. Por algún motivo, Leticia no se apartó de mí y, cuando besé su cabello, colocó su mano en mi pecho.

Mis latidos aumentaron y ella per
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