CAPITULO 38

LETICIA

La fiesta transcurrió de un modo ameno y se realizaron innumerables brindis. Sin embargo, estaba muriendo de celos porque no podía dejar pasar el hecho de que Alessandro no apartaba sus ojos de Leah.

Frustrada, comencé a beber, mientras vigilaba las miradas disimuladas que mi esposo le dirigía a la esposa de su padre, quien, para mi pesar, lucia arrebatadora y a diferencia de cuando inicio la ceremonia, ahora se veía efervescente y brillaba como una antorcha.

Se había vuelto el centro de atención de un grupo de hombres embobados, y me causaba asco ver que a Kostas no le importaba, pero que a mi marido sí.

—Para los hombres, ella es irresistible… —Le dije a Adara.

—Para los hombres como Kostas, sí —replicó—. Es como un coche de edición limitada que solo el más poderoso se puede permitir; los demás, solo pueden mirarlo con envidia. Para los hombres como tu suegro, no creas que tener ese coche lujoso es lo que les da felicidad o satisfacción, sino que, que deseen algo que él tien
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