A la casa Salvatore llegó con escoltas, Marco Marchetti. El padre de Bianca. Matilde con amabilidad lo recibió, tomando su sobretodo y sombrero. —Es un placer recibirlo, don Marco. A la señora Bianca le agradará su visita. El hombre de ojos oscuros y mirada penetrante sonrió con Matilde. —Usted siempre tan servicial, me encantaría que atendiera mi casa en Sicilia, ¿Ha ido usted a Italia, Tita? Matilde sonrió. —No podría, sabe que considero esta como mi casa. —Italia te adoptaría —sugirió el hombre coqueteando con ella. —Quizás algún día me vea tentada —respondió ella haciendo reír al hombre de más de 60 años. —Te aseguro que no dejaré de intentar tentarte. Marco subió la elegante escalera de mármol, sus pasos resonaban en el silencio matutino de la mansión. Marco admiraba las paredes que estaban adornadas con retratos familiares y obras de arte que reflejaban la riqueza y el poder de la familia Salvatore de generaciones. —Siempre me ha gustado esta
Alex no le bajó la mirada a su suegro, ambos midiendo su fuerza en un reto de voluntades que finalmente Marco perdió al hablar primero. —Dios sabe que te entiendo y sé que James metió la pata… —Él nos traicionó, sabe que no solo a mí. Marco bajó la cara apenado. —Mi hija es lo más importante para mí en el mundo, tú eras mejor para ella… — ¿Para ella o para usted? —En resumidas cuentas es lo mismo, quiero lo mejor para mi hija y yo sé juzgarlo mejor que nadie. —Pero no la escuchó cuando le dijo que quería a James… —Alex, fuiste tú quien vino a mi casa a pedir la mano de Bianca, no recuerdo haberte puesto una pistola en la sien. Alex se echó a reír. «Qué manera de resumirlo» Pensó con rabia, pero no dejó ver su molestia. —No le recrimino suegro, sabe que estoy en deuda con usted. Bianca es mi esposa, somos una familia… —Y eso es lo que me hizo preferir que fueses esposo de mi hija, pones a la familia en primer lugar, pero la Legión Azul no es solo
—Te entiendo, no ha de ser nada fácil. Sabes Irina, ¿has escuchado que las tragedias y las bendiciones vienen de a siete? —Inquirió Catherine comprensiva con la situación de Irina. Irina sonrió sin humor. —Ya no aguanto otra desgracia más doctora. —En realidad no es algo cuantitativo, es que absolutamente todo lo que ocurre en el universo es una secuencia de acontecimientos: acción y reacción. Si estamos frente a una desgracia inesperada es lógico que la onda expansiva arrope todos los aspectos de nuestra vida. A partir de la muerte de James ¿Cómo te sientes tú? —Incrédula… — ¿Estás en negación? Es normal, son etapas del duelo. —No sé si sea eso —Irina se dejó caer en el diván y miró al techo—. Entiendo que James murió, vaya mi realidad lo certifica, el problema es que me siento estafada —A Irina se le quebró la voz—. Es como si me quedara con la maleta hecha, con el boleto de avión comprado. Lista para el viaje a la felicidad que soñé. —Lo entiendo, James y tú e
—Creí que era mi hijo —Alex dejó salir el aliento y se dejó caer en el sofá—. Vaya, no sé qué decir, creo que es un alivio. —Nn-no, no es lo que quise decir —enfatizó Catherine con el ceño fruncido. — ¡Mujer, me vas a matar de ansiedad! —Alex tomó el sobre de las manos de Catherine para ver por sí mismo. —Tuviste que haberte acostado con ella, Alex, ¿de qué otra manera sería posible? —Le reclamó Catherine. Alex estaba atónito mirando las pruebas realizadas a Ryan. Alex para verificar que Ryan era hijo de él y Bianca, utilizó nombres falsos, y John Smith era el padre, pero Bianca no era la madre. —La madre de Ryan es Irina —susurró Alex y pasó una mano por su cabello—. ¿Qué significa? —Solo hay una manera no asistida de tener hijos —expresó Catherine incrédula. — ¡Maldición Catherine, recordaría si me hubiera acostado con Irina Foster! —Pero no cambiaron los niños al nacer, Irina es la madre biológica, y tú el padre de su hijo —Catherine se sentó en su sofá t
El doctor Martínez salvó la situación, Irina estaba a punto de mandar a Alex al cuerno, pero el galeno con cara de buena gente entró a la habitación ajeno a la tensión de los adultos. Buenos días, Irina. Alex, ¿Ryan cómo te sientes hoy? Ryan sonrió tímidamente. —Bien, doctor, ya me quiero ir a jugar a la casa de Ema —dijo Ryan mirando las sábanas. El Dr. Martínez asintió y se volvió hacia Irina. —Necesitaremos hacer algunas pruebas, podrán irse hoy mismo, espero que al final de la tarde. Irina asintió, aunque sentía incomodidad, Ryan estaba seguro que regresarían a la casa Salvatore, y ella sabía que era lo correcto, su deber con la investigación, pero quería prepararse, al menos unos días. —Por supuesto, doctor. Haga lo que sea necesario para mi hijo —respondió ella. —Perfecto. Organizaremos todo para que las pruebas se hagan lo antes posible. Irina salió de la habitación siguiendo al Dr. Martínez para hablar en privado, Alex salió detrás de ellos. —
Irina se quejó, gritó y forcejeó, pero nada podía hacer. Quiso tirarse del auto en movimiento, y Alex, como si pudiera leer sus pensamientos, tomó su mano. —Conserva la calma y saldremos de esto muy rápido —susurró para que solo ella escuchara. Los hombres que iban adelante conversaban y no les prestaban atención. La mano de Alex estaba caliente en comparación a las frías de ella. Él entrelazó sus dedos con los de ella, tratando de darle calma. Irina se quedó quieta y observó a los hombres que iban delante. El conductor tenía las manos llenas de sangre y se alejaban de la ciudad. El corazón de Irina latía aceleradamente. Miró a Alex con una mezcla de miedo y furia. —¿Qué está pasando? ¿Quiénes son estos hombres? ¿Cómo es que puede estar tan tranquilo? —susurró, llena de miedo. Alex, manteniendo la compostura, respondió con voz tensa: —Tranquila, Irina. Te lo explicaré todo, luego… —Si me pasa algo por su culpa —expresó Irina llena de temor y rabia… Alex la
—Por favor, tranquilicémonos todos y demos un paso atrás —intervino el líder parando frente al conductor con Irina, se giró y miró a Alex que mantenía su actitud retadora. El hombre que tenía a Irina lloraba más que ella. Irina está completamente petrificada. —Necesito que el doctor haga algo por mis hermanos, si los movemos morirán, por eso lo trajimos —dijo el hombre que apuntaba a Irina. —Doctor Salvatore, lo ayudaré, por favor —pidió Irina a quien veía con la vida en sus manos y ese era Alex y no quien la apuntaba. Era algo bizarro, pero Alex con su sola actitud era quien dominaba la situación. —Doc, mi compañero solo está muy preocupado, ayúdenos, por favor —suplicó el líder. Alex apretó su mandíbula, Irina podía ver todos sus gestos, no se veía feliz y sí peligroso. — ¡Suéltala! —Puntualizó Alex con autoridad—. Ella me ayudará aquí si es lo que quieren, pero no doy garantías y necesito suministros. Búsquenme todo lo que puedan encontrar, ¡ahora! —exclamó
Irina se quedó sin palabras, su mente era un torbellino de confusión. Necesitaba saber la verdad, pero ¿cómo? Alex Salvatore se burlaba de ella como felino con su presa. — ¡Usted está loco! Alex subió un hombro. —Tendré que considerar la posibilidad —murmuró con una sonrisa en el tono. —Es mezquino y cruel de su parte que me nombre a mi esposo, ¿cree que es el momento adecuado para jugar con mis sentimientos? —Le increpó Irina indignada. —Te prefiero furiosa que asustada —respondió Alex feroz y determinado—. Porque si me pongo nervioso podemos fallar, siente lo que quieras Irina, ódiame si quieres, pero el miedo paraliza. Usa tu antipatía y prejuicios por mí y demuéstrame de qué estás hecha, porque debemos regresar con nuestros hijos ¿Estás o no de acuerdo? Irina de nuevo no sabía qué pensar de este hombre, pues lo que acababa de decirle tenía mucho sentido, no demostraba que estuviera loco o fuera asesino, pero sí ser por completo autoritario, también buen doctor.