Silencio… El aire se volvió denso y sofocante. Los ojos de Bianca brillaban con una determinación férrea. Estaba feliz de que Irina los hubiera visto. Los ojos de Alex expresaban sorpresa y tensión. Irina sintió cómo el peso de la situación se hacía insoportable. Por un instante, sus ojos encontraron los de Alex, pero no había preguntas en ellos, ni reproches. Solo la fría confirmación de algo que ya sabía. Alex, aun sujetando a Bianca por la cintura, aflojó el agarre. Sin dejar de ver los ojos de Irina, buscó en su rostro alguna pista sobre lo que estaba sintiendo. Pero ella no dio ninguna. La tensión en el aire era sofocante, aunque solo fueron unos cuantos segundos. Irina tragó grueso y bajó la mirada, su voz apenas fue un susurro: —Perdón… Regresaré luego con el medicamento de la señora Bianca. Sin esperar respuesta, giró sobre sus talones y salió de la habitación. El sonido de la puerta cerrándose resonó como un golpe seco en la habitación. Bianca exhal
Irina cerró la puerta de su habitación con un movimiento lento, como si el peso de sus pensamientos la estuviera aplastando. Se dejó caer en la cama, y las lágrimas acudieron a sus ojos sin que pudiera detenerlas. — ¿Qué me pasa? —murmuró, cubriéndose el rostro con las manos, como si quisiera esconderse de sí misma. Había llegado allí con un propósito claro: hundir a Alex Salvatore, exponerlo, destruirlo. Pero ahora, todo parecía desmoronarse dentro de ella. —No vine aquí para esto… —se recriminó, su voz quebrada por la frustración—. No vine para caer en su trampa. El recuerdo de los besos de Alex la golpeó con fuerza. Desde ese momento, algo dentro de ella había cambiado. Un deseo incontrolable, irracional, había comenzado a crecer, y por más que intentaba negarlo, sabía que estaba perdiendo el control. — ¿Cómo pude permitirlo? —Se preguntó, su tono lleno de reproche—. ¿Cómo pude dejar que me afectara de esta manera? Irina apretó los puños, tratando de recuperar la c
Irina estaba en shock, su madre pedía respuestas y Alex despotricaba en contra de James. ¿Y ella qué? Caramba, era ella la principal perjudicada. —Hasta cuándo, James —susurró sintiéndose desdichada por presenciar otro acto comprometedor y censurable de su marido. Entonces Alex la agarró por los antebrazos y la apretó con fuerza, no como para dejarle cardenales, pero con la suficiente garra para expresar que era importante. —Irina, mírame a los ojos y júrame que no sabías nada. — ¡Suéltame! —Se sacudió Irina—. ¿Qué no sabía nada de qué? ¿Que no conocía a mi esposo? Pues es lo que es... — ¿Por qué James tendría dos contratos a su nombre en una clínica de fertilidad? Eres tú quien tiene problemas reproductivos —enfatizó Olga—. Aunque tuviera una amante, ¿para qué hacerla inseminar? No es algo normal —Olga miró a Alex—. A menos que fuera un trabajo para su jefe. Irina miró a Alex. — ¡Eres tú quien tiene que dar tantas explicaciones Alex Salvatore! Alex se
Irina sintió que sus piernas fallaban, tuvo que sentarse, de repente todo comenzó a tener sentido, la mirada de Alex, su risa, le eran familiares, eran las de Ryan. Irina sintió como si el mundo a su alrededor se desmoronaba en un solo instante. El sobre en sus manos parecía pesar toneladas, cada letra en ese documento era una herida nueva, un golpe directo a todo lo que creía conocer. Su pecho se apretó y la respiración se volvió irregular. ¿Era posible que hubiera estado viviendo junto a un monstruo todo este tiempo? La indignación y el horror luchaban dentro de ella. Sentía rabia, pero también una terrible impotencia. James, el hombre con quien compartió su vida, había cruzado límites que ni en sus peores pesadillas imaginó. No solo la engañó, no solo manipuló su confianza, sino que jugó con lo más sagrado: su propia maternidad. Miró a Alex, buscando en él algún indicio de manipulación, de engaño. Pero en sus ojos solo encontró algo inesperado: comprensión. Y eso la con
Bianca cerró la puerta detrás de Irina, se cruzó de brazos y miró a Alex con una mezcla de curiosidad y desdén. — ¿Qué le pasa a Irina? —Preguntó, su tono cargado de sospecha—. Se veía como si hubiera estado llorando. ¿Acaso está destrozada porque nos vio besándonos antes? Alex frunció el ceño, claramente molesto. Dio un paso hacia Bianca, manteniendo la calma, pero con una firmeza que esperaba no dejara lugar a duda. —Bianca, esas son ideas tuyas —respondió con voz grave—. No hay nada entre Irina y yo. Te lo he dicho antes, y te lo repito: sácate eso de la cabeza. Bianca arqueó una ceja, sin estar completamente convencida. Alex sabía que ella era muy suspicaz. —¿Ah, sí? Entonces explícame ¿Por qué parece que el mundo se le vino abajo? No soy tonta, Alex. Alex suspiró, pasándose una mano por el cabello, un gesto que Bianca conocía bien. —Irina está lidiando con cosas, y ni siquiera tienen que ver conmigo —dijo, tratando de mantener la conversación lo más neutral p
Irina no dijo nada al instante, y qué podía decir, Bianca la miraba de esa manera que expresa superioridad, de hecho se echó a reír. —Es una tontería —dijo con un movimiento de la mano—. De hecho tu madre le dijo que no eras su hija, pero ya sabes cómo son los hombres. Se sienten poderosos por ser muy machos, el hecho de que tu madre fuera su amante no quiere decir. — ¿Por qué dice que mi madre fue amante de su padre? —Irina, no me estás escuchando, yo los oí, ahora no sé qué te ha dicho tu madre, pero si mi padre piensa que eres su hija es porque mi madre aún vivía y tu madre fue su amante. Irina estaba conmocionada, Bianca continuó: —Aunque sería agradable tener una hermana, mi padre no es un hombre fácil, de hecho querrá dictar cada movimiento en tu vida, en realidad tienes más suerte de no tener un padre, los hombres son bestias dominantes, aunque mi marido… Bueno, digamos que de él me agrada más la dominación… ¿Ya me entiendes? —Inquirió Bianca con tono juguetón.
Olga negó con la cabeza de inmediato, aunque su voz tembló ligeramente al responder. —No lo es —afirmó con firmeza—. Marco… es una historia que no tiene nada que ver contigo. Irina entrecerró los ojos, su intuición le decía que su madre no estaba siendo completamente honesta. —Entonces dime quién es mi padre. El silencio cayó sobre la habitación, denso y opresivo. Olga apretó los labios, bajó la mirada y exhaló un suspiro pesado. —Eso no importa —dijo, su voz un poco más dura—. Es mejor no interesarse por nada de mi pasado, Irina. Solo quiero dejarlo atrás. —Pero mamá… La puerta se abrió y Ryan se asomó ya con su pijama. —Mami, venía a buscar a la abuela por… por.. porque creí que entendías a la señora Bianca ¿Puedes leerme el cuento de antes de dormir? —emitió con su tierna dulzura infantil. Irina observó a su hijo, su tesoro de 5 años que las adoraba, tanto a ella como a su abuela, él contaba solo con ambas en el mundo, aunque era muy inteligente no de
—No esperaba encontrarte aquí —dijo Irina en voz baja. Irina tragó grueso, intentando recuperar la compostura. —Vine a ver a Ryan —respondió él con simpleza, aunque su voz no ocultó el peso emocional que cargaba—. Siempre lo hago, luego paso por la habitación de Ema, ella le teme a las tormentas, quizás deba dormir conmigo esta noche. Irina cerró la puerta de la habitación y quedó sola con Alex en el pasillo, toda la casa estaba a oscuras, solo les iluminaba las luces de los relámpagos que como flashes les permitieron ver lo nerviosos que estaban ambos. —Ema está con Ryan. Alex sonrió de lado. — ¿Es en serio? —Vino a su habitación, están dormidos —Irina se abrazó a sí misma—. No sé qué tan prudente sea, pero lo permití. —Son hermanos —dijo Alex subiendo los hombros. Irina desvió la mirada. Alex mantuvo su mirada sobre ella, analizando cada expresión, cada respiración acelerada. Ella estaba a punto de llorar, y trataba de no hacerlo.—¿Estás bien? —pre