—Creí que era mi hijo —Alex dejó salir el aliento y se dejó caer en el sofá—. Vaya, no sé qué decir, creo que es un alivio. —Nn-no, no es lo que quise decir —enfatizó Catherine con el ceño fruncido. — ¡Mujer, me vas a matar de ansiedad! —Alex tomó el sobre de las manos de Catherine para ver por sí mismo. —Tuviste que haberte acostado con ella, Alex, ¿de qué otra manera sería posible? —Le reclamó Catherine. Alex estaba atónito mirando las pruebas realizadas a Ryan. Alex para verificar que Ryan era hijo de él y Bianca, utilizó nombres falsos, y John Smith era el padre, pero Bianca no era la madre. —La madre de Ryan es Irina —susurró Alex y pasó una mano por su cabello—. ¿Qué significa? —Solo hay una manera no asistida de tener hijos —expresó Catherine incrédula. — ¡Maldición Catherine, recordaría si me hubiera acostado con Irina Foster! —Pero no cambiaron los niños al nacer, Irina es la madre biológica, y tú el padre de su hijo —Catherine se sentó en su sofá t
El doctor Martínez salvó la situación, Irina estaba a punto de mandar a Alex al cuerno, pero el galeno con cara de buena gente entró a la habitación ajeno a la tensión de los adultos. Buenos días, Irina. Alex, ¿Ryan cómo te sientes hoy? Ryan sonrió tímidamente. —Bien, doctor, ya me quiero ir a jugar a la casa de Ema —dijo Ryan mirando las sábanas. El Dr. Martínez asintió y se volvió hacia Irina. —Necesitaremos hacer algunas pruebas, podrán irse hoy mismo, espero que al final de la tarde. Irina asintió, aunque sentía incomodidad, Ryan estaba seguro que regresarían a la casa Salvatore, y ella sabía que era lo correcto, su deber con la investigación, pero quería prepararse, al menos unos días. —Por supuesto, doctor. Haga lo que sea necesario para mi hijo —respondió ella. —Perfecto. Organizaremos todo para que las pruebas se hagan lo antes posible. Irina salió de la habitación siguiendo al Dr. Martínez para hablar en privado, Alex salió detrás de ellos. —
Irina se quejó, gritó y forcejeó, pero nada podía hacer. Quiso tirarse del auto en movimiento, y Alex, como si pudiera leer sus pensamientos, tomó su mano. —Conserva la calma y saldremos de esto muy rápido —susurró para que solo ella escuchara. Los hombres que iban adelante conversaban y no les prestaban atención. La mano de Alex estaba caliente en comparación a las frías de ella. Él entrelazó sus dedos con los de ella, tratando de darle calma. Irina se quedó quieta y observó a los hombres que iban delante. El conductor tenía las manos llenas de sangre y se alejaban de la ciudad. El corazón de Irina latía aceleradamente. Miró a Alex con una mezcla de miedo y furia. —¿Qué está pasando? ¿Quiénes son estos hombres? ¿Cómo es que puede estar tan tranquilo? —susurró, llena de miedo. Alex, manteniendo la compostura, respondió con voz tensa: —Tranquila, Irina. Te lo explicaré todo, luego… —Si me pasa algo por su culpa —expresó Irina llena de temor y rabia… Alex la
—Por favor, tranquilicémonos todos y demos un paso atrás —intervino el líder parando frente al conductor con Irina, se giró y miró a Alex que mantenía su actitud retadora. El hombre que tenía a Irina lloraba más que ella. Irina está completamente petrificada. —Necesito que el doctor haga algo por mis hermanos, si los movemos morirán, por eso lo trajimos —dijo el hombre que apuntaba a Irina. —Doctor Salvatore, lo ayudaré, por favor —pidió Irina a quien veía con la vida en sus manos y ese era Alex y no quien la apuntaba. Era algo bizarro, pero Alex con su sola actitud era quien dominaba la situación. —Doc, mi compañero solo está muy preocupado, ayúdenos, por favor —suplicó el líder. Alex apretó su mandíbula, Irina podía ver todos sus gestos, no se veía feliz y sí peligroso. — ¡Suéltala! —Puntualizó Alex con autoridad—. Ella me ayudará aquí si es lo que quieren, pero no doy garantías y necesito suministros. Búsquenme todo lo que puedan encontrar, ¡ahora! —exclamó
Irina se quedó sin palabras, su mente era un torbellino de confusión. Necesitaba saber la verdad, pero ¿cómo? Alex Salvatore se burlaba de ella como felino con su presa. — ¡Usted está loco! Alex subió un hombro. —Tendré que considerar la posibilidad —murmuró con una sonrisa en el tono. —Es mezquino y cruel de su parte que me nombre a mi esposo, ¿cree que es el momento adecuado para jugar con mis sentimientos? —Le increpó Irina indignada. —Te prefiero furiosa que asustada —respondió Alex feroz y determinado—. Porque si me pongo nervioso podemos fallar, siente lo que quieras Irina, ódiame si quieres, pero el miedo paraliza. Usa tu antipatía y prejuicios por mí y demuéstrame de qué estás hecha, porque debemos regresar con nuestros hijos ¿Estás o no de acuerdo? Irina de nuevo no sabía qué pensar de este hombre, pues lo que acababa de decirle tenía mucho sentido, no demostraba que estuviera loco o fuera asesino, pero sí ser por completo autoritario, también buen doctor.
Estaba cayendo la tarde, Irina sentía el cuello rígido, Alex estaba igual de cansado, pero contra todo pronóstico pudieron sacar adelante los heridos que requerían ser operados. Ahora estaban fuera del frigorífico atendiendo a los heridos superficiales. Aún quedaban muchos enfermos gimiendo a coro lamentos. El aire en la bodega de vinos era denso, cargado del aroma dulce y fermentado de la uva, mezclado con el olor metálico de la sangre. Irina se movía con soltura entre los heridos, ahora estaba en su elemento. Alex la seguía de cerca, separando a los hombres por secciones según la gravedad de sus heridas. Habían pasado horas de pie, y la adrenalina que los había mantenido en movimiento comenzaba a ceder, dejando paso a un agotamiento profundo. —Ese vendaje está mal hecho —corrigió Irina a Alex, señalando el brazo de uno de los hombres —Necesita más presión para detener el sangrado. —Lo sé, no he terminado —refunfuñó Alex, era obvio que no le gustaba que lo corrigieran, apr
Irina estaba demasiado cansada para reaccionar, pero no podía estar loca. Alex se le había insinuado. No tuvo tiempo de decirle nada, las sirenas de policía sonaron y eran demasiadas. «Por fin» Pensó Alex y de inmediato tomó a Irina del codo y la llevó detrás de unas barricas, la instó a meterse detrás de una mesa de trabajo de acero mientras los hombres corrían desesperados por ser atrapados por una enorme redada policial. —Llegó la policía, nos ayudarán, debemos salir —dijo Irina... —No, debes quedarte conmigo, estos hombres no se entregarán —advirtió Alex… Los disparos sonaron de forma ensordecedora. Irina gritó y Alex la cubrió con su cuerpo y rodaron por el suelo. Alex sabía que estaban demasiado expuestos, pero no podía hacer nada, entonces sintió cómo cedía un panel de madera en el suelo, miró alrededor y encontró una palanca, la empujó y cayeron hacia abajo en un escondite. La oscuridad los envolvió, literalmente todo se puso negro. Irina aturdida
Irina se vio en una encrucijada, claro que quería que Alex confesara sus crímenes, pero el hombre estaba muy mal, no buscar ayuda para él era algo inhumano. —Después me dirás lo que sea, déjame ir por ayuda. —James, él… Irina no pudo moverse, tomó a Alex por el rostro. —Dime Alex, ¿qué pasó con James? El cuerpo de Alex temblaba incontrolablemente, cada estremecimiento lo recorría como una onda sísmica. Su respiración se convirtió en jadeos desiguales, cada uno atascado en su garganta como si una mano invisible le apretara la tráquea. Su rostro estaba ceniciento, desprovisto de todo color, y sus ojos estaban muy abiertos por el terror, las pupilas dilatadas en oscuros charcos de miedo. Escuchaba la voz de Irina muy lejos, sintió las palmadas en sus mejillas. —Alex, no te desmayes por favor, ¿qué ibas a decir? —Ryan —masculló Alex. Irina frunció el ceño, no entendía qué tenía que ver su hijo. —Es James, Alex. Dime que me ibas a decir de James —pidió Ir