Natalia se despertó a causa de una contracción, había estado teniendo muchos de ellos a lo largo del día, pero no había prestado demasiada importancia debido a que la doctora le había explicado en su último control que era algo normal, en especial durante los últimos meses de embarazo.
Sin embargo, esta vez no creía que se tratara de una contracción de esas, se suponía que, aunque causaban incomodidad, no debían de doler y esa última había sido muy intensa. Espero unos minutos tan solo para estar segura y el dolor volvió a aparecer, está vez incluso fue más fuerte que la vez anterior. Apenas y logró contener un gemido de dolor.
—Leonardo —llamó.
—¿Qué paso? —preguntó él poniéndose alerta, por lo rápido de su respuesta dudo de si realmente había estado durmiend
Natalia despertó y estiró su mano hacia su lado para encontrarlo vacío, como esperaba. Cada vez que él se levantaba, no tardaba mucho en echarlo en falta y terminaba despertándose también.Se colocó su bata y caminó hasta la habitación de lado donde sabía que encontraría a Leonardo. Esa era la habitación de su hija Cloe desde que se habían mudado a esa casa. Leonardo le había sorprendido con ese lugar cuando le dieron de alta del hospital después de que Cloe había nacido. La casa era enorme y tenía varios dormitorios, según su esposo para tener espacio para su creciente familia.A Natalia le gustaba bastante el lugar porque quedaba cerca de donde vivía Bianca con su esposo, además tenía un hermoso jardín en el que podía pasar las tardes.Su vida era maravillosa, incluso con los problemas que a veces surg
Leonardo se frotó los ojos con cansancio, pero se negó a ceder a él. Tenía planeado terminar con lo que estaba haciendo antes de ir a casa.Había estado trabajado demasiado los últimos días y el estrés y cansancio le estaban comenzando a pasar factura. Pero no era lo único, había una sensación de insatisfacción, que le estaba fastidiando demasiado desde hace unos meses.No podía recordar cuando había sido la última vez que había estado tranquilo. Salía con algunas mujeres de vez en cuando, pero usualmente era algo de una noche. Las cosas habían cambiado desde que él y su hermano se habían hecho más conocidos. No podía estar seguro cuando una mujer estaba con él por su dinero o porque era lo que en realidad quería. Así que después de pasar un buen rato se despedía de ella y no las volvía a llamar.Un toque en la puerta de su oficina le hizo salir de sus pensamientos. Levantó la vista al mismo tiempo que su hermano ingresaba.—Ya me voy —informó Valen
Los segundos fueron pasando y Leonardo permaneció inmóvil. Después de un intenso debate interno, dio el primer paso en dirección a la persona y a ese le siguieron otros. No importaba lo que quisiera, jamás se sentiría bien consigo mismo si se iba sin asegurarse que la persona estaba bien.Al inicio caminó lento, pero luego aceleró el paso. No es como si pudiera mojarse más, pero cuanto más tiempo permaneciera bajo la intensa lluvia, la probabilidad de terminar enfermo se iría haciendo más grande.Conforme estaba más cerca, se preguntó si no estaba teniendo alguna alucinación inducida por el frío y el cansancio. Después de todo, nadie sería tan loco para salir a la intemperie con ese clima. Nadie a parte de él. Aunque en su caso fue más por necesidad.La lluvia hace tiempo había penetrado su ropa, si tan solo hubiera cogido un paraguas no estaría así.Cuando llegó hasta donde estaba la que ahora tenía seguridad era una mujer, ella no se movió. La reacción
Leonardo llevó a su amigo, Lorenzo, directo a la habitación de huéspedes. En el camino le dio un resumen de lo sucedido. Si su amigo se sorprendió de que había llevado a una completa extraña a su casa, no lo mostró. Ni siquiera le preguntó el por qué no la había llevado a un hospital.Ambos entraron a la habitación y Lorenzo colocó sus cosas a los pies de la cama antes de comenzar a evaluarla. Pero cuando estaba por comenzar lo miró y alzó una ceja interrogante.—¿Piensas quedarte así? Deberías cambiarte si no quieres terminar enfermo.Leonardo lo miró extrañado, a un principio sin saber a qué se refería. Luego se miróde pies a cabeza y cayó en cuenta de que aún estaba con el torso desnudo y el pantalón húmedo. Había estado más pendiente en ayudar a la mujer
La muchacha seguía durmiendo cuando Leonardo se fue a su habitación a tomar una ducha. Todos sus músculos estaban agarrotados por haber dormido en el sillón. Esperaba no tener que dormir en el mismo lugar ese día con una vez había sido más que suficiente. En el baño espero que el agua entibiara un poco y luego se metió debajo de la chorrera. El agua se deslizó por todo su cuerpo relajando su cuerpo. Leonardo tuvo que ducharse rápido. Aunque le hubiera gustado tomarse un poco más de tiempo tenía miedo de que la muchacha despertara.Al apagar la ducha, estiró su brazo y cogió una toalla para envolverlo en su cintura. Se acercó al espejo y vio el cansancio reflejado en sus ojos. Un bostezo se le escapó de la boca y se sintió tan tentado de recostarse a su cama. Se había dormido cerca de las cinco de la mañana y las casi tres ho
Natalia vio a Leonardo salir de la habitación después de dejarla sobre la cama. Todo parecía aún muy confuso en su mente. No quería estar allí, pero tampoco sabía a donde ir. —Esto es un desastre —murmuró. Su vista vagó por la habitación en la que se encontraba. Era muy bonita y estaba amueblada por completo. Ella se sentía fuera de lugar allí, como si no perteneciera. Nunca había estado en una habitación parecida. Su actual vivienda era un departamento minúsculo que fácilmente podía caber en esa habitación. Siempre había soñado con tener un lugar propio y que fuera la mitad de hermoso que ese lugar. Maurizio le había dicho que con el dinero que ambos estaban juntando pronto se comprarían una casa. Pero ahora ni siquiera estaba segura de sí todavía le quedaba algo de dinero. Seguro eso también había sido una mentira. Tan solo el pensar en él la hizo sentir mal de nuevo. Quería poder gritar toda la frustración que sentía. Se preguntó cómo había sido ta
Leonardo caminó hasta ella con una bandeja en las manos. Natalia lo miró esperando descifrar que pasaba por su mente. Él mantuvo la misma expresión en todo momento. No parecía molesto, pero tampoco contento.—Traje el desayuno —informó él.—Yo... —Natalia se recordó ser más amable esta vez—. Gracias.Se acomodó mejor en la cama y Leonardo puso la bandeja sobre sus piernas, luego se sentó hacia los pies con la mirada puesta en ella.—¿Cómo te sientes? —preguntó él. No detectó ninguna emoción en su voz.No recordaba la última vez que alguien le había preguntado por su bienestar, así como era la primera vez en mucho tiempo que se tomaba un tiempo para pensar cómo se sentía. Había tantas respuestas posibles. Se sentía insignificante
Leonardo caminó por el pasillo dejando a Natalia con Lorenzo. Por la mirada que su amigo le había dado, sabía que había algo que él tenía que averiguar.Caminó hasta la sala y se sentó a continuar con lo que estaba haciendo antes de que Lorenzo llegará. Aunque no había ido a su empresa, no podía dejar de lado todo el trabajo que tenía. Había optado a trabajar allí por si Natalia lo necesitaba, desde su oficina sería imposible escucharla.El tiempo transcurrió y Leonardo estaba sumergido en los documentos cuando escuchó a alguien acercarse. Lorenzo apareció poco después. Él tenía la misma apariencia tranquila y relajada de siempre.—Ella está bien —dijo su amigo antes de que preguntara algo—. Tuvo bastante suerte, pudo haber cogido un resfriado como mínimo.—¿Entonces