Leonardo caminó por el pasillo dejando a Natalia con Lorenzo. Por la mirada que su amigo le había dado, sabía que había algo que él tenía que averiguar.
Caminó hasta la sala y se sentó a continuar con lo que estaba haciendo antes de que Lorenzo llegará. Aunque no había ido a su empresa, no podía dejar de lado todo el trabajo que tenía. Había optado a trabajar allí por si Natalia lo necesitaba, desde su oficina sería imposible escucharla.
El tiempo transcurrió y Leonardo estaba sumergido en los documentos cuando escuchó a alguien acercarse. Lorenzo apareció poco después. Él tenía la misma apariencia tranquila y relajada de siempre.
—Ella está bien —dijo su amigo antes de que preguntara algo—. Tuvo bastante suerte, pudo haber cogido un resfriado como mínimo.
—¿Entonces
—¿Eso es todo? —preguntó Leonardo mientras le recibía la maleta mediana que Natalia había traído de su cuarto. Se aseguró de que su voz se mantuviera neutra, no quería que ella pensara que la estaba juzgando.—Sí. La habitación venia amueblada y traté de no acumularme de cosas que luego no iba a poder llevarme —explicó Natalia—. Además con todas esas bolsas allí atrás tengo más que suficiente —dijo ella haciendo referencia a la ropa que habían comprado.Después de almorzar la había llevado a un centro comercial para que comprara su ropa. Ella había hecho una mueca cada vez que una prenda se sumaba a toda la ropa que ya habían elegido.No le había pasado desapercibido que al salir del centro comercial, Natalia casi parecía aliviada. Leonardo acomodó la maleta en el asiento de atrás junto con las demás bolsas. Natalia mientras tanto se acomodó en el asiento del copiloto. Él rodeo el carro y se subió, al poco rato estaban en la autopista rumbo a su depart
Apenas Leonardo salió del departamento, Natalia se dejó caer en una de las bancas. Aunque trataba de fingir que todo estaba más que bien, en realidad sentía que todo era un desastre. Tal vez lo único bueno que le estaba pasando en ese momento era haber conocido a Leonardo. Sin el trabajo que él le había ofrecido las cosas serían mucho peor.Se llevó una mano al vientre, el lugar donde estaba creciendo su bebé. Todavía se sentía en un sueño. Aún estaba tratando de aceptar su nuevo estado y que de allí en adelante todo lo que se vendrían serían cambios. En algún momento había pensado en tener un hijo, pero no era esa la situación en la que se lo había imaginado.Debía decirle a Maurizio. No era porque el desgraciado se mereciera saberlo, pero parecía la decisión correcta.La desesperación qui
—¿Entonces ya me piensas contar porque no viniste ayer? —preguntó Valentino.Él había entrado a su oficina sin molestarse en preguntarle si podía hacerlo y luego se había sentado frente a él.Leonardo levantó su mano y miró la hora en su reloj.—Aguantaste bastante —dijo.—Te estaba dando tu tiempo. Creí que me lo dirías sin necesidad de tener que sacártelo. Pero ya me di cuenta que eso no va pasar.—Creí que me dejarías en paz.—Ni una oportunidad de que eso suceda. Ahora dime lo que pasó.—La noche anterior al día de ayer tuve un incidente con mi coche. La llanta se pinchó mientras regresaba a mi departamento. Estaba lloviendo a cantaros y me baje a arreglarla…—Te dije que iba a llover —interrumpió su hermano—. Debiste irte cuand
Leonardo regresó a la cocina algunos minutos después. Se había cambiado de ropa y estaba listo para probar el delicioso platillo que Natalia había preparado.En cuanto entró, Natalia comenzó a alejarse para dejarlo solo.—¿A dónde vas?—A mi habitación, a no ser que me necesite para algo más.—Come conmigo.—Si no te molesta, esperaré a que termines para cenar.—No me gusta comer solo. —Otra mentira. Ya estaba acostumbrado a no contar con la compañía de nadie durante las comidas, en especial durante la cena—. Además la comida se enfriara y tendrás que volverla a calentar. No creo que eso sea bueno para tu salud.—Tienes buenos argumentos —musitó Natalia.Ella se acercó a la estufa y se sirvió comida, luego se sentó frente a él en la isla
El domingo llegó pronto para Natalia. No le estaba costando demasiado acostumbrarse a su nueva vida y con el pasar de los días la idea de ser madre se estaba asentando en ella. Con menos preocupaciones atormentándola, empezaba a disfrutar de su embarazo. Arreglar una cita con algún doctor era un asunto pendiente y que pensaba hacer dentro de los próximos días.Al salir de su habitación todo estaba en silencio. Caminó de puntillas hasta la cocina para no despertar a Leonardo que debía de estar descansando aun. La noche anterior lo había escuchado llegar tarde, ella había estado dormida cuando escucho unos pasos en el pasillo. No estaba segura como lo había logrado escucharlo. Tal vez el haber vivido toda su vida en lugares para nada seguros la habían preparado para estar mantenerse alerta en caso alguien intentara ingresar a su habitación. No es que creyera que Leonardo harí
Leonardo intentó mantener sus mirada enfocada en los ojos de Natalia, si su vista se deslizaba más hacia abajo estaría perdido. Su raciocinio pendía de un hilo y seguro que no quería cometer un error. La imagen de Natalia cubierta solo por una toalla no salía de su cabeza. Era casi como haberla visto desnuda. Sus curvas eran algo que lo atormentaría por mucho tiempo y formarían parte de sus fantasías. Natalia estaba hablando sin parar sobre los lugares a los que había ido. Seguro que no tenía idea de lo que pasaba por su mente o ya se habría alejado. Se sentía perdido, estaba confundido por lo que le estaba sucediendo. Su cuerpo le pedía una simple cosa, tomar a Natalia en brazos y poseerla. Por otro lado, su cerebro, al menos la parte que aun parecía funcionar, le exigía mantener las distancias. Había pensado que salir con alguien sería la solución a su problema. ¡Oh, sorpresa! No había funcionado cómo había esperado. La noche anterior habían
Natalia aun podía sentir su corazón latir acelerado. Leonardo había estado cerca de besarla, había leído con claridad sus intenciones, y lo peor era que no habría encontrado la fuerza suficiente para resistirse. Él lograba hacerla olvidar cosas importantes, como por ejemplo que no debía involucrarse con él. Esa era una sensación nueva para ella. Siempre había sido dueña de sus acciones. Maurizio nunca había logrado tener ni siquiera una pizca del poder que parecía ejercer Leonardo sobre ella. Bastaba con decir que no lo había besado hasta la tercera cita. Sentirse así por alguien que apenas conocía le daba miedo.Se movió en su cama sin poder conciliar el sueño. Se la pasaba todo el día cansada y en el momento que más necesitaba no podía dormir. Eso era genial. Estuvo un rato más dando vueltas sin sentido.Un p
Si cerraba los ojos Leonardo aun podía sentir el dulce sabor de los labios de Natalia, así como la suavidad de los mismos. Besarla había sido mejor que cualquiera de sus fantasías. Sus fantasías no tenían su sabor, ni su aroma.Había esperado que el arrepentimiento apareciera en algún momento, pero todo en lo que podía pensar era en su necesidad creciente. Necesidad por probar sus labios de nuevo, sentir su cuerpo junto al suyo otra vez y escuchar su respiración acelerada.Trataba de entender cómo se sentía Natalia y ese era el motivo por el cual no la había presionado para hablar esa mañana. Eso y qué, pese a sus deseos, no quería lastimarla. Natalia no iba aceptar nunca ser algo de una noche. Aunque después de su desastrosa experiencia, era seguro que no quería involucrarse con el sexo opuesto de ninguna manera por un largo tiempo.<