VladímirHan pasado ya los cuarenta días que, según mi madre, es lo que Any se debe de cuidar. Ha sido muy difícil todo esto; cada vez que me acerco a mi Any, mi madre me regaña. Me siento como un niño pequeño que no puede comerse su golosina, pero sé que mi madre lo hace por un bien. Pero esta noche será diferente.Voy llegando a la casa después de ir por algunas cosas para mi hija. Cada vez se pone más gordita. Pero ella se parece mucho a mi Any.Entro a la casa y me recibe Irina.—Hola, señor Vladímir —me saluda. Veo que se flexiona un poco hacia adelante; veo que trae abierta la parte de arriba de su uniforme, dejando al descubierto sus pechos.—Hola, señorita Irina, y no tienes que hacer eso, no estamos en la época de los reyes —la regañó y se levantó de inmediato y se puso roja.—Lo siento, señor, pero es que ante usted se merece todo el respeto —me explica y veo cómo menea su cabello.—Ya, Irina, vete a hacer tus cosas —le ordeno algo molesto y me voy de ahí.Siento su mirada d
AnabelaLlevo días pensando en cómo decirle a Vladi acerca de algo que sé que no le va a gustar nada. Pero sé que es lo mejor.Estoy acostada mirando el hermoso rostro de mi esposo y de mi hija. Me duele la espalda y las piernas. Pero sé que es por la noche tan candente que tuvimos.Veo como Vladímir comienza a abrir los ojos, esos hermosos ojos que tiene. Pongo mi mano en su pecho acariciando sus vellos.—Buenos días, mi reina —me saluda muy tiernamente—. Y buenos días a mi princesa.Me encanta ver cómo Vladi le hace cariños a nuestra hija; es tan tierno.—Buenos días, mi rey —le digo y le doy un beso en esos hermosos labios.De repente escuchamos cómo tocan la puerta.—Hola, buenos días, hijo, espero y no interrumpir, pero vengo con mi nieta. —Se escucha la voz de mi suegra.—En un momento se la llevó —le dijo. Me levanto y me siento en el borde de la cama. Tomo mi bata. Me la pongo.Me intento levantar y la parte baja de mi espalda me duele. Empiezo a caminar algo coja.—¿Estás bie
Francisco Estoy en mi habitación y veo la foto de Laura en mi teléfono. Es tan hermosa, pronto estará conmigo, pero debo de decirle a Any que ella se vendrá conmigo. En eso escucho que alguien toca la puerta. Es mi hermana quien entra. **** Me da risa cómo camina mi hermana; sé que debió de tener una noche muy ajetreada para estar así. Pero a la vez me da cosa porque sé que me equivoqué diciéndole a Vladímir que era homosexual. Mira cómo anda mi hermana. Pero no es momento para hacer burla; mi hermana quiere la verdad y sé que ella necesita saberlo. —Bueno, como sabes, los Accardi y los Ferrara están en pelea desde que tú eras una bebé. Todo por culpa de nuestra madre. —Hago una pausa. —Dime todo, Francisco —me dice en tono exigente. —Nuestra madre, ella escogió a Maximiliano Ferrara como amante; nuestro padre los descubrió. Después nuestra madre nos abandonó a ti y a mí para escaparse e irse con él, pero murió. Nuestro padre estaba destrozado, pero durante el luto que le guar
Era un día muy especial para Anabela, una chica pequeña de piel blanca, cabello castaño oscuro, ojos grandes de color azul, labios carnosos, hermoso rostro. Para una joven que acaba de cumplir los 18 años se ha desarrollado perfectamente bien. Estaba tan entusiasmada porque después de meses rogándole a su padre para que la llevara a la gran fiesta de máscaras, por fin había aceptado llevarla. Ese día tan esperado era hoy, ella estaba sentada frente al gran espejo maquillándose, se ponía en sus labios un labial color red vuelve, se dio los últimos retoques. Se puso un vestido color rouge acentuado en la parte de arriba de sus pechos, con un hermoso escote que dejaba al descubierto su espalda y sus pechos, el vestido era largo porque le llegaba hasta los pies y tenía un hermoso corte en la pierna. Ella se miró en el espejo, se puso unas hermosas zapatillas con tacón y tomó su máscara de encaje al mismo color que el vestido. Salió de su habitación bajo las escaleras de la enorme
Dante Han pasado exactamente dos años desde que comencé la búsqueda de esa joven que en ningún momento he podido sacar de mis pensamientos, recuerdo el olor de su perfume, suavidad de su piel, esos hermosos ojos azules, esos labios que recuerdo su sabor tan rico y me excita. El pequeño gemido que escuche provoca que se me erice la piel. Durante todo este tiempo mis ganas por esa joven no hacen más que crecer, cada vez que estoy con una mujer en mi mente, recuerdo a esa joven a esos hermosos pechos redondos que tiene, recuerdo su parte lo cálida y caliente que estaba. Muero de ganas de hacerle todas las sucias que tengo en mente, hacerla gritar mi nombre. Lo más raro es que en todo este tiempo no he podido encontrar mucha información de ella, eso es raro. Solo sé que su nombre es Anabela y eso porque de niña asistió a una escuela religiosa. He estado siguiendo a Francisco, ya que no he encontrado mucha información de ella, lo más conveniente es que él vaya a verla. Escucho pasos
—Es mi amigo —es lo único que sé me ocurre decir. —Si quieres que lo deje vivo tendrás que darme algo —me dice con una voz fría. Lo volteo a ver a los ojos. —¿Qué quieres? —ninguno separaba la vista del otro. —¿Quiero que me beses? Y en los labios —él se me quedó mirando y noté cómo sonreía descaradamente. No sé lo que este hombre realmente quiere, pero no puedo negarme a sus exigencias poco razonables, de lo contrario Leonel será como una pequeña hormiga frente a él para ser torturado por él. Leonel está simplemente borracho, y la cercanía de mi amigo es en cualquier caso mejor que la coacción de esta misteriosa hiena de hombre al otro lado de la calle. Pero en este momento estaba siendo arrinconado por este hombre. Al instante me vinieron a la cabeza todo tipo de pensamientos extraños, todo mi cuerpo tembló involuntariamente y me decidí como si estuviera en una especie de misión, aunque no quisiera. No tengo opción, tengo que hacerlo, me comencé acercar noto que su mirada
Esta ese hombre acostado a un lado de mi semidesnudo noté su gran pecho, un enorme tatuaje en el lado izquierdo del pecho creo que es un patrón de formas, noté que está bien esculpido y solo lleva unos bóxers, y se notaba su enorme ereccion. En mi cabeza pensaba "Este hombre es una total perfección, es un dios" "Está muy grande es normal que este esa parte así de grande" no se porque pienso en eso. —Apaga la puta luz, acuéstate y duérmete —gruñe con los ojos medió cerrados. —¿Que cojones estás haciendo ahí y además desnudó? —le grite molesta y abrió los ojos. —No estoy desnudo, pero si lo quieres —me soltó eso y se quitó los bóxers en su totalidad. Yo me quede en estado de shock, pero mi vista bajo, noté la magnitud y el grosor de esa cosa. "Esa cosa es muy grande" pensé en mi cabeza. —¿Quieres tocarlo? —me dijo en un tono sexy. —Claro que no, lárgate de mi cuarto como se que te llames —desvíe mi mirada para no ver esa cosa. —Mi nombre es Dante Ferrara —dijo eso, se l
Llegamos a la ciudad si así se le puede decir. Paramos enfrente de una boutique, se nota que es ropa muy elegante. Habré la puerta y yo voy detrás de él "WOW" me sorprendo. Es una tienda hermosa. Se acerca una mujer rubia, de ojos verdes con un cuerpazo. —Señor Dante ¿Que lo trae por aquí? —la mujer le sonríe y me ignora por completo. La mujer toca el brazo de Dante esa mujer le está coqueteando. "Hazlo llévatelo" me digo a mi misma. —Vine a que mi mujer se pruebe ropa, muéstrele todo no importa el precio —Dante me dice, le quita la mano y me señala a mi. "Mi mujer" no lo soy. Esa mujer me ve, su expresión cambia a una de celos y odio. Me mira de pies a cabeza. Se vuelve a voltear hacia Dante. —Como ordene señor Dante —la mujer me sonríe de nuevo y me dirige una mirada asesina a mi. Se da la vuelta y me doy detrás de ella. Me comienza a mostrar muchos tipos de vestidos hermosos. Escogo varios, me meto al probador me encantan muchos con lindos escotes, unos cortos y he