AnabelaLos hombres de Dante me traen de nuevo a la habitación en la que desperté. Me empujan y caigo al piso.—Portante bien, perra —me insulta uno de los hombres. Saco uno de mis cuchillos de mi pierna y lo lanzo contra él. Y me doy en la cabeza.—Descansa en paz, perro —le digo y veo cómo el otro cierra la puerta de inmediato—. Ja, ja, ja, ¡no corras!Me levanto del piso y pongo mis manos alrededor de mi vientre.—Estás bien, bebé, ya te dije que te voy a proteger y así será, no dejaré que nadie te haga daño —murmuro a mi vientre acariciándolo.Llego a la cama, me levanto el vestido y veo que solo me queda un cuchillo. Tengo que ser cuidadosa y usarlo en un momento adecuado.Ha pasado un rato y no escucho nada de ruido. Escucho pasos acercándose a la puerta. En eso veo entrar a Dante cojeando y a otra persona con un maletín.—Qué buena puntería —me dice Dante, volteando a ver el cuerpo de uno de sus hombres. En eso entran como seis hombres con él—. Agárrenla.Los hombres se abalanz
—No tienes que ser tan malo conmigo, quizá tengas razón y podamos estar juntos —declara. —Sí, yo sé que podemos estar juntos y podemos llevarnos a nuestra hija lejos. —Veo que por fin ha recapacitado y ha mirado que solo puede estar conmigo. —Sí, tienes razón, nos iremos y seremos una linda familia feliz —me contesta y se comienza a acercar cada vez más a mí. Pensar en eso me vuelve el hombre más feliz; por fin tendré a mi niña y a mi hija. Siento su mano pasándose sobre la mía; se comienza a acercar cada vez más a mí que hasta puedo sentir tu aroma de nuevo, ese aroma que me vuelve loco. Veo sus lindos ojos azules tan hermosos. Comienzo a bajar mi arma; no aparto la mirada de sus hermosos labios. Veo cómo hace una pequeña abertura donde puedo ver sus pequeños dientes. Rápidamente, sin pensarlo, la beso y vuelvo a sentir su dulce sabor, ese sabor que tanto me enloquece. Me distraigo completamente en ella, contemplando ese hermoso momento, un momento anhelado desde que supe que e
Mateo Estoy de pie frente a este hombre, Vladímir. Me apunta con el arma. Tengo que hacer algo; sé que esta guerra no la podré ganar. Tiro mi arma al piso y la pateo con el pie lejos de mí. Levantó las manos en señal de rendición. —Por favor, déjame ir, yo no tengo nada que ver en esto —le explico y veo cómo me mira atentamente. —¿Y cómo te voy a creer si estás del lado de los Ferrara? Todo amigo de ellos es enemigo mío —me respondió y veo que está a punto de dispararme. —Yo ayudé a tu esposa cuando estuvo en el club. —Veo que su expresión cambia. —¿Tú quién eres? —me preguntó mirándome atentamente. —Mi nombre es Mateo —le digo y veo que está algo distraído y salgo corriendo. Escucho un disparo y eso hace que corra más. Salgo del lugar, me mantengo a una distancia segura. Pasan los minutos y veo que por fin se marchan todos. Verifico que no se encuentre nadie y se aproxima de nuevo a la bodega. Entro por la entrada que está hecha pedazos, camino hacia adentro, veo cuerpos por
Vladímir Han pasado dos días después de todo lo ocurrido. Estamos en el cementerio familiar solamente Francisco, Any y yo. Vemos cómo el ataúd de la madre de Any, mi suegra, está siendo bajado. Francisco no estaba convencido de enterrarla en el cementerio familiar, pero Any lo convenció. Pero Francisco puso de condición enterrarla alejada de su padre, enterrada en otro lado. Observó a mi reina que está sentada en una silla por la razón de los bebés. Pero no ha llorado, ni ha hecho el más mínimo sentimiento de tristeza o dolor. Pues para ellos ella estaba muerta. Pero sé que mi reina intenta disimularlo. Por fin vemos cómo tapan el ataúd con tierra, nos quedamos así unos momentos y veo cómo Francisco se marcha. Nosotros hacemos lo mismo y salimos del cementerio. Llegamos a casa y llevo a mi reina en mis brazos hasta la habitación; la recuesto en la cama. —¿Puedes traer a nuestra hija? —me dice. Voy a la habitación de mi hija y la tomo de su cuna. La llevo hasta nuestra habitació
Anabela—Puedes besar a la novia. —Escucho esa palabra tan familiar. Esa palabra cuando nos casamos Vladímir y yo.Veo cómo mi hermano besa a Laura con mucho amor. Eso me hace llorar; las hormonas del embarazo son muy fuertes y te hacen hacer escenas que no quieres en público.Tengo siete meses de embarazo y veo a mi hermano bailar con su esposa. Me alegra que mi hermano tomara la decisión de casarse con ella. Bueno, también se podría decir que fue porque ella quedó embarazada de él.Así se apresuró más antes de que se le notara el embarazo. Aunque veo en el rostro de Laura un poco de tristeza porque nadie de su familia está aquí.Pero se ven tan felices juntos. Siento la mano de Vladímir en mi hombro.—¿Quieres bailar conmigo? —me dice. Le dedico una sonrisa.—Me gustaría, pero no puedo con esta enorme barriga —le respondo.—Entonces me vas a deber un baile —menciona y me pone la mano en el vientre.—Estoy muy cansada. Ya no falta mucho para que nazcan; la doctora dijo que pueden nac
Laura Veo al amor de mi vida, Francisco, y a mi hija Kira; es tan hermosa. Veo que los ojos de mi hija son exactamente iguales a los ojos de Francisco; eso me hace recordar nuestra primera vez. Me meto en ese momento, recordándolo como si fuera ayer. Fue después de que llegamos a Rusia; Francisco me invitó a cenar. (Recordando el momento tal y como fue) Estoy tan nerviosa, vamos a cenar Francisco y yo. Miro mi reflejo en el espejo; Anabela me ayuda a rizarme el cabello. —Anabela, me gustaría preguntarte algo —le digo algo temerosa. —Dime qué pasa, Laura —me responde muy amable. —Porque no me odiaste por todo lo que te hizo mi hermano. —Veo que deja de rizarme y me mira por el espejo. —¿Por qué? Tú no tienes la culpa de nada; tú fuiste, al igual que yo, un peón usado en su juego. Pero dime, ¿es verdad que te comprometieron con alguien sin saberlo? —me sorprende escuchar esa pregunta, no sabía que ella estaba al tanto de eso. —No sabía que estabas al tanto de eso, pero
Abre mis piernas con una de sus manos, enredo mis piernas en su cintura, pongo mis manos en su espalda, siento como pone su parte en mi parte, en un movimiento lento, siento como entra en mí. —Ah —le meto mis uñas en su espalda y arqueo un poco mi espalda. —Shhh, tranquila, es normal, relájate —habla y hago lo que me dice. Me comienzo a relajar. Siento como vuelve a entrar a mí y otra oleada de dolor me recorre; siento como algo sale de mí. Él se vuelve a mover un poco más y siento como entra por completo; él se detiene sin hacer ningún movimiento. Me besa haciendo que me distraiga; unos minutos me besa, después comienza a moverse. El dolor no es tan fuerte. Pero me gusta esta nueva sensación que estoy sintiendo. Le besó el cuello chupándolo, su pecho. Él sigue moviéndose a un movimiento tranquilo, pero constante; de repente siento como se comienza a mover más rápido y más fuerte. Me duele un poco, pero soporto ese dolor. En eso siento como un tipo calambre creciendo en mi
Era un día muy especial para Anabela, una chica pequeña de piel blanca, cabello castaño oscuro, ojos grandes de color azul, labios carnosos, hermoso rostro. Para una joven que acaba de cumplir los 18 años se ha desarrollado perfectamente bien. Estaba tan entusiasmada porque después de meses rogándole a su padre para que la llevara a la gran fiesta de máscaras, por fin había aceptado llevarla. Ese día tan esperado era hoy, ella estaba sentada frente al gran espejo maquillándose, se ponía en sus labios un labial color red vuelve, se dio los últimos retoques. Se puso un vestido color rouge acentuado en la parte de arriba de sus pechos, con un hermoso escote que dejaba al descubierto su espalda y sus pechos, el vestido era largo porque le llegaba hasta los pies y tenía un hermoso corte en la pierna. Ella se miró en el espejo, se puso unas hermosas zapatillas con tacón y tomó su máscara de encaje al mismo color que el vestido. Salió de su habitación bajo las escaleras de la enorme