Eres un problema

Llegamos a la ciudad si así se le puede decir. Paramos enfrente de una boutique, se nota que es ropa muy elegante.

Habré la puerta y yo voy detrás de él "WOW" me sorprendo. Es una tienda hermosa.

Se acerca una mujer rubia, de ojos verdes con un cuerpazo.

—Señor Dante ¿Que lo trae por aquí? —la mujer le sonríe y me ignora por completo.

La mujer toca el brazo de Dante esa mujer le está coqueteando. "Hazlo llévatelo" me digo a mi misma.

—Vine a que mi mujer se pruebe ropa, muéstrele todo no importa el precio —Dante me dice, le quita la mano y me señala a mi.

"Mi mujer" no lo soy. Esa mujer me ve, su expresión cambia a una de celos y odio. Me mira de pies a cabeza. Se vuelve a voltear hacia Dante.

—Como ordene señor Dante —la mujer me sonríe de nuevo y me dirige una mirada asesina a mi.

Se da la vuelta y me doy detrás de ella. Me comienza a mostrar muchos tipos de vestidos hermosos.

Escogo varios, me meto al probador me encantan muchos con lindos escotes, unos cortos y hermosos.

Salgo a mostrárselos a Dante, pero para todos dice que no, pues para molestarlo me llevo todos los que él dijo que no.

Solo me mira con su típica mirada de queriéndome matar, la ignoro por completo y le doy los diez vestidos que Dante dijo que no a la señorita.

—Señorita me puede mostrar lencería por favor —le digo a la mujer, deja mis vestidos en el mostrador, me lleva a otro lado de la tienda donde solo hay lencería.

Hay de muchos tipos, unas muy atrevidas, unas que no se ni que son. Escojo varias, unas bragas de diferentes colores.

Me quedo mirando unas bragas, de encaje color negro muy lindas, pero noto que están cortadas de la entrepierna y esa cortada de extiende hasta el trasero.

—¿Porque estás bragas están cortadas de esa parte? —digo en voz alta.

No sabía que Dante estaba detrás de mi y se me acerca al oído.

—Esas bragas están así para poder penetrar fácilmente sin quitarlas —siento que una de sus manos se mete en mi vestido, agarra una de mis nalgas.

Me retiro de él y me voy hacia el probador.

Me pongo una lencería muy sexy de color rojo, el bra es tipo transparente, con encaje y con una linda tanga a juego con unos tirantes en las piernas.

Me miro al espejo me queda muy bien, sin aviso se abre la puerta, entra Dante y me mira.

—¡Sal de aquí! —le grito enojada.

Se me acerca, me pega al enorme espejo, siento su aliento en mi oído.

—Estoy viendo si vale la pena para lo que cuesta —me susurra al oído.

Me comienza a tocar, mis piernas, subiendo tocando mi parte hasta llegar a mis pechos y apretar mi pezon.

—Apúrate debemos irnos —se separa de mi y sale del probador.

Salgo del probador con mi vestido, en mi mano traigo la lencería, me acerco a Dante y se la aviento en la cara.

—Ya puedes verla todo lo que quieras —le gritó, regresó al probador y la idea de huir de el infunda mi mente.

Miro a través de una pequeña abertura de la tela buscando la vía de escape más rápida, pero el miedo se apodera de mi al sentir cómo mis manos tiemblan me vuelvo a morder la uña debido al nerviosismo.

Me doy cuenta como uno de sus hombres lo llama y aprovecho la oportunidad. Escondiéndome entre los maniquíes de ropa hasta llegar por fortuna a la puerta.

Comienzo a correr, estoy a unos diez metros de la tienda cuando volteo a ver qué Dante y sus hombres vienen corriendo detrás de mi.

Sigo corriendo, pido ayuda pero todos me ignoran como si no existiera.

Veo a lo lejos que el pueblo está pegado a la playa, decido ir hacia la costa tal ves pueda escapar en uno de los barcos.

Llego al muelle comienzo a ver los barcos, todos están solos y sin movimiento alguno.

Volteo a ver hacia atrás, Dante y sus hombres se acercan a toda velocidad.

Me encuentro completamente empapada hasta los huesos y no encuentro otra opción, vi al anciano allí, y sin pensar en nada más, corrí directamente hacia él, y como llevaba tanto tiempo corriendo era como si tuviera la garganta atascada, no podía abrir la boca para emitir un sonido de inmediato. El viejo tenía una mano en el aire, moviéndose arriba y abajo como si quisiera tranquilizarme, diciéndome que fuera más despacio. Intenté tragar con fuerza, jadeando, con los ojos como suplicando al viejo, diciéndole:

—Disculpe necesito ayuda, me secuestraron ayúdeme a escapar —digo entre jadeos, el hombre solo me mira, pero cuando estaba apunto de hablar, noto que ve algo y sin más me ignora.

—¿A donde crees que vas? —escucho la voz de Dante a mis espaldas.

Me doy la vuelta para responderle, pero sin aviso me sube a su hombro, siento como me da unas nalgadas duras y fuertes haciéndome sentir ardor en esa zona.

Me lleva por todo el pueblo en su hombro, mientras que grito y le golpeo la espalda intentando liberarme de su agarre. La gente nos ve pero nos ignora.

"Creo que escapar de este hombre será más difícil" pienso en mi mente.

Llegamos al auto, me arroja en el interior del auto como si fuera un costal, el entra después de mi con una expresión molesta y llena de rabia. Noto como aprieta la quijada y me lanza una mirada casi como si quisiera matarme.

El auto comienza a moverse. Y el sigue sin decirme nada pero se que está molesto lo noto en su mirada fría y pesada.

—Entiende no podrás escapar de mi, tengo muchísimo poder, todos me respetan —me dice fríamente.

Necesito otro plan......

Dante

Voy en el auto con esta niña que solo provoca problemas.

Pero debo de admitir que me encanto verla en lencería sexy, ya quería hacerla mía en ese probador, no lo hice porque se que ella vendrá a mi.

Me enojo demasiado que me aventara la lencería, mis hombres querían agarrarla pero no los deje, yo le enseñaré obediencia.

No conté con que intentaría escapar. Pero debo de admitir que me encantan las persecuciones y los retos.

Durante todo el camino, mi niña no me volteo a ver en ningún momento siempre mantuvo su mirada en la ventana con su típica carita de enojada.

Llegamos a mi mansión, en cuanto se detiene el auto ella se baja de inmediato, voy tras ella.

Entramos los dos a la habitación y ella de sienta en la cama.

—En la noche iremos a un lugar espero y estes lista a las ocho si necesitas algo tienes a la señorita Sofía a tu servicio —no me responde.

Salgo de la habitación hacia mi despacho en la sala me encuentro a mi amigo Mateo.

Nota mi cara de enojo y frustración, simplemente se burla de mi.

Entramos los dos al despacho, me siento en mi silla y el en un sofá que tengo adentro.

—Veo que no te va muy bien —me dice Mateo en un tono de burla.

—Eso no te interesa —es lo único que le digo.

—Claro que me interesa, es la primera mujer que veo que te trae así jajajaa —se burla de mi, quiero matarlo.

—Si nada más vienes a burlarte puedes irte mucho a la chingada —le digo completamente enojado.

—Ya cálmate está bien ya no me burlo. ¿Crees que tú plan vaya a funcionar? —me mira mi amigo.

—Claro que va a funcionar solo se necesita tiempo —le digo en tono de decidido.

—¿Que vas hacer con tu suegro y tu cuñado? —se que lo dice para hacerme enojar.

—No salgan con tus pendejadas, ya tengo el regalo perfecto para ellos solo debo de esperar a que llegue —no quiero comentarle que mi niña es Virgen se que intentará hacer algo.

—Que misterio típico de ti. ¿Vas a ir al club hoy? —me pregunta mi amigo.

—Claro tengo negocios que arreglar —y es verdad tengo cosas que hacer.

—¿Llevaras a tu niña? —ya me está cansando de tanta pregunta.

—Claro que la llevaré no la dejaré sola para que me vuelva hacer otra escena —le digo a mi amigo.

—Escena a ver dime no me cuentas lo emocionándote —me dice mi amigo emocionado.

—En veces siento que te comportas como una vieja, solo intento escapar pero no lo ara en este lugar todos me respetan —es lo único que le cuento no necesita saber nada de detalles.

—Entonces me quedaré e iré con ustedes al club muero por conocer a tu niña —mi amigo me sonríe descaradamente, se que lo hace para enojarme.

—Si intentas hacerle algo a mi niña te castrare —lo amenazo quiero que le quede claro que no la compartiré.

—Está bien, hay más mujeres no solo tú niña —me responde espero y cumpla con eso.

Anabela

No quiero ir con Dante a ningún lado, es un loco desquiciado, le tengo miedo, su aura me provoca mucha impotencia pero estoy preocupada y se que debo de hacerlo, quizá encontrare una forma de escaparme.

Salgo de la habitación y voy a la cocina a comer algo porque es estúpido de Dante, no me ha dejado ni desayunar.

—Hola señorita Anabela, quiere que le prepare algo —me dice una señora de unos cincuenta años.

—Hola, si me gustaría algo de comer y si me perdía decir dónde encuentro a la señorita Sofía —Me mira y me sonríe.

—Soy yo señorita, Mi nombre es Sofía y gracias por lo de señorita —Me contesta muy amable.

—De nada, después de comer algo me puede ayudar arreglarme —Le digo amablemente a la señora.

—Claro que sí, señorita —Me sonríe.

Después de comer algo, la señora Sofía me acompaña hasta mi habitación.

Me prepara un baño con unas salen que huelen muy bonito.

El baño me relaja muchísimo, salgo del baño y comienzo a sacar todos los vestidos que compre hoy.

Veo en la cara de la señora Sofía que no le gusta ninguno, todos son muy reveladores.

Escojo el más revelador y me lo pongo. Me ondulo el cabello, me maquillo.

Veo cómo a la señora Sofía le cuesta pasar saliva o se estará ahogando, no lo sé.

—Señorita va a salir así —Me dice con los ojos como platos.

— Claro que sí —Le contestó decidida.

Me acerco a la puerta y ella me toma del brazo.

—Señorita, cámbiese de ropa al señor Dante, le dará un infarto si la ve así. —No sé por qué me tiene miedo.

—Es lo que pretendo —Me sacó de su agarre y salgo de la habitación.

Voy bajando las escaleras, veo a Dante y a otro hombre.

Él me mira con cara de muy cabreado y noto como su amigo que tiene la boca abierta.

Dante se da cuenta y le propina un buen golpe con el codo, él se incorpora pero sin dejar de apartar la mirada.

Se me acerca Dante y me toma del brazo.

—¿Qué cojones traes puesto? —Me susurra, pero noto que está enojado.

—Traigo un hermoso vestido o ¿no lo conoces? —le contesto y solo me mira enojado.

—Bien, vámonos, solo no te separes mucho de mí —Me toma de la cintura y me pega a su cuerpo.

—Hola guapa, como no me han presentado, soy Mateo, un amigo de Dante - Dice el otro hombre y me extiende su mano.

—Hola, mi nombre es Anabela Accardi —Le doy mi mano y él se la lleva a la boca dándole un beso.

Dante aparta mi mano y mira a su amigo con una mirada asesina.

—¡No toques a mi mujer! —Le grita Dante a su amigo.

—No soy tu mujer - Me separo de él. — Nos vamos a quedar aquí discutiendo o nos vamos a ir.

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