Anabela Estoy afuera de la cabaña y tengo calor. No me había dado cuenta que estaba aguantando la respiración. Pero debo de admitir que, a pesar de que Dante me tratara así en mi primera vez, sí tenía ganas de estar con él de nuevo. Lo que más me calentó fue sentir su enorme miembro en mi mano pequeña. Nunca pensé que la parte de un hombre se sintiera así. Olvidé esos pensamientos, y me voy a la casa. Llegó, y me voy directo a mi habitación; no quiero encontrarme con Dante, menos con su hermano. Escucho que alguien toca la puerta. —Pase —digo y veo que se abre la puerta. Es la Señora Martha y Laura. —Hola Ana, ¿Mi hermano no te molesta? —me pregunta porque será. —No, ni lo he mirado —no quiero decirles lo que pasó. Debo de afrontar mis propios problemas. —Eso es bueno y también es bueno que Dante mañana se tenga que ir unos días a Sicilia —dice la señora Martha. —¿Que? ¿Porqué? —digo inesperadamente. —Tiene que ir a arreglar unos negocios; regresará en unos 4 días —me cuent
Anabela Comienzo a despierta, la luz que entra por la ventana me despierta. Siento un enorme brazo alrededor de mi cintura; comienzo a tocar su mano. Me muevo lentamente para ver a Dante, me doy la vuelta y comienzo a sentir que su agarre es más fuerte. Como si tuviera miedo de que me escapara. Pongo mis manos en su enorme pecho y comienzo a acariciar; noto que tiene un poco de vello. "No me había dado cuenta de eso". Veo la pequeña marca que le hice, sonrió como un idiota. —¿Te ríes de mí? —me dice con los ojos cerrados. —Pense que estabas dormido —le digo. Abre sus ojos y los veo; son tan hermosos sus ojos grises; pongo mi mano en su mejilla y siento su barba. —Desperté desde que te empezaste a mover. —¿Entonces porque me abrazaste? —le pregunté. —Yo no hice eso —intenta negarlo. Lo veo atentamente; sé que miente, pero no me atrevo a desmentirlo; sé que para él solo soy un juego. Me suelta y se levanta de la cama. Está parado completamente desnudo. No apartó la mirada
Anabela Han pasado 3 semanas desde que regresamos de la casa de los padres de Dante. Debo de decir que estas semanas han sido un tanto candentes. Cada vez que podemos, siempre tenemos intimidad. No sé, pero creo que no fue muy bueno conocer este mundo. Es una obsesión de querer estar con Dante; mis ganas solo hacen más que crecer. Estoy en el despacho de Dante; veo que él está viendo algunos planos que no sé qué sean. Puedo notar que si el despacho es muy grande, hay muchas computadoras y armas. Me acerco a una de las mesas y tomo un cuchillo. —Ten cuidado o te cortarás la mano —me advierte Dante. De inmediato volteó a verlo y notó que ha dejado de ver sus papeles. —Es que me llaman la atención —le digo y me comienzo a acercar a él. Llego hasta a un lado de él y le entrego el cuchillo. Él lo toma y lo pone cerca de mi cuello; comienza a bajar, cortando los botones de mi camisa. Corta el primero y mis pechos se comienzan a ver; el segundo y mis pechos salen. Traigo un sos
DanteTodo este tiempo que he estado con mi niña me ha encantado; antes era muy tímida; siempre tomaba yo la iniciativa, pero ahora ella en ocasiones la toma.También he notado que se ha vuelto adicta a que tengamos relaciones íntimas, pero me encanta eso de ella.Hoy, para complacerla, la he traído a conocer un poco de mi mundo. Sé que es una mierda, que en cualquier momento puedes morir.Después de nuestro encuentro candente en el auto, entramos al club. Tomó su mano: no quiero que ningún hijo de puta se le acerque.Se me acerca al oído mi niña.—Dante, tengo que ir al baño en un momento de alcance —me lo dice. Solo asiento con mi cabeza y ella se marcha.Comienzo a caminar; subo los escalones; llego hasta la zona VIP y tomo asiento.En un instante siento como una mujer se me sienta en las piernas.—Andrea, quítate o no respondo —le digo enojado y ella solo me mira con ojos de borrego a medio morir.—Qué no te gusta, recuerdo que antes te encantaba.Y toma mis manos; una la mete den
Siento un sentimiento raro al ver que Anabela está despierta. Veo sus lindos ojos azules que me encantan. Ella me ve atentamente. —Me duele la cabeza —dice Anabela y pone sus manos en la cabeza. —Si te embriagaste —le contesto; no quiero que recuerde que la empuje. —Sí, me embriagué, pero espera... Tú me empujaste —me dijo y me miró con su expresión de enojo. —No, eso no pasó —miento. —Claro, qué pasó, yo intenté alejarte y me empujaste —vuelve a repetirlo muy enojada. Se separa de mí y me mira completamente furiosa. —Pues tú tienes la culpa porque te pusiste; sabías que estaba muy enojado —le intentó echar la culpa. —Yo no quería que cometieras otro error, pero pierdes el control muy fácil —se defiende con un tono fuerte. —Sé muy bien cómo controlarme —le digo; odio que me contradigan. —No es verdad, tú eres bipolar, en veces me tratas bien y para la otra me estás regañando, culpándome por cosas que no hice —me reprocha todavía molesta. —¡CÁLLATE! —gritó enojadísimo. Ell
Dante Estoy sentado enfrente de todas las demás personas. Las palabras que dijo mi niña están en mi cabeza. Estoy muy distraído; no noto que alguien se sienta a un lado de mí. —Hola, Dante, veo que sigues igual de guapo —escuchó esa voz y volteó de inmediato. —¿Qué haces aquí? —le digo a esa persona. —Ya no merezco un hola por los buenos tiempos que pasamos —mencionó la mujer. —No, tú no mereces eso —le restregó muy enojado. Me levanto de la mesa y me voy sin rumbo. Llego a la parte trasera del barco y esa mujer me sigue. —Yo sé que todavía te acuerdas de mí —continúa hablando. —¡Cállate, Ava, tú ya eres parte del pasado! —la regaño porque no quiero oírla. —Sé que me sigues amando, Dante —vuelve a decirlo y se me comienza a acercar. —¡Vete! —gritó muy enojado. —Vine por ti para recuperar todo —me dice y veo cómo se me acerca más. —¿Por qué haces esto? —preguntó sin dejar de verla. —Sé que me equivoqué, pero he regresado; quiero estar contigo —menciona con una voz suave.
AvaVeo a Dante dormir a mi lado; me siento muy feliz por mi logro.Después de que mi amiga Andrea me llamara y me digiera todo de Dante que tenía a una niña, me entraron los celos… Él no puede tener a ninguna otra mujer viviendo con él más que yo.Por eso estuve investigando y vigilándolos de cerca para dar mi golpe.Cuando supe que irían a Sicilia, fue mi oportunidad para aparecer. Y así lo fue. Dante me sigue amando; sigo siendo su debilidad."Debo deshacerme de esa niña; ella puede arruinar mis planes", digo en mi mente.Debo de admitir que me ha encantado bajar y golpearla, azotarla, y más convencí a Dante que lo hiciera también por el odio que le tiene al padre de esa niña…Debo de pensar en hacer algo para seguir con mi venganza.AnabelaNo sé cuánto tiempo llevo aquí abajo en el sótano.Por lo que calculo, han de ser dos semanas o ya iniciando la tercera.Veo mis brazos, que todos están llenos de marcas y moretones. Dante y esa mujer bajan aquí y me golpean; me torturan.Me ha
Noto que sus brazos están más delgados, su cara y sus piernas también. —¿Y cómo estamos seguros de que ella es hija del hijo de puta de Lauro? —me pregunta uno de ellos. —Investigué muy bien y creen que les mostraría a un impostor sin estar seguro —menciono y todos asienten con la cabeza. Hago una seña con la mano para que Anabela tome asiento a un lado de la mesa. Ella se sienta y yo también tomo asiento, levanto mi mano y los sirvientes comienzan a poner la comida en la mesa. Mi mirada no se aparta de Anabela en ningún momento. Todos comienzan a comer, pero ella no. —Dante, puedo ir al baño —me preguntó con una voz muy baja. —Ve, pero que Sofía te acompañe y Álvaro vea con ella —ordenó. Veo como ambas se marchan por la enorme puerta. Continuamos cenando; Anabela ya se ha tardado un poco. Comienzo a desconfiar y a entrar en casi pánico. Me levanto de la silla dispuesto a buscarla, pero en eso veo cómo entran los tres y ella se sienta en su lugar. Veo a Anabela un tan