Celos

Anabela

Estoy afuera de la cabaña y tengo calor. No me había dado cuenta que estaba aguantando la respiración.

Pero debo de admitir que, a pesar de que Dante me tratara así en mi primera vez, sí tenía ganas de estar con él de nuevo.

Lo que más me calentó fue sentir su enorme miembro en mi mano pequeña. Nunca pensé que la parte de un hombre se sintiera así.

Olvidé esos pensamientos, y me voy a la casa.

Llegó, y me voy directo a mi habitación; no quiero encontrarme con Dante, menos con su hermano. Escucho que alguien toca la puerta.

—Pase —digo y veo que se abre la puerta. Es la Señora Martha y Laura.

—Hola Ana, ¿Mi hermano no te molesta? —me pregunta porque será.

—No, ni lo he mirado —no quiero decirles lo que pasó. Debo de afrontar mis propios problemas.

—Eso es bueno y también es bueno que Dante mañana se tenga que ir unos días a Sicilia —dice la señora Martha.

—¿Que? ¿Porqué? —digo inesperadamente.

—Tiene que ir a arreglar unos negocios; regresará en unos 4 días —me cuent
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