Siento un sentimiento raro al ver que Anabela está despierta. Veo sus lindos ojos azules que me encantan. Ella me ve atentamente. —Me duele la cabeza —dice Anabela y pone sus manos en la cabeza. —Si te embriagaste —le contesto; no quiero que recuerde que la empuje. —Sí, me embriagué, pero espera... Tú me empujaste —me dijo y me miró con su expresión de enojo. —No, eso no pasó —miento. —Claro, qué pasó, yo intenté alejarte y me empujaste —vuelve a repetirlo muy enojada. Se separa de mí y me mira completamente furiosa. —Pues tú tienes la culpa porque te pusiste; sabías que estaba muy enojado —le intentó echar la culpa. —Yo no quería que cometieras otro error, pero pierdes el control muy fácil —se defiende con un tono fuerte. —Sé muy bien cómo controlarme —le digo; odio que me contradigan. —No es verdad, tú eres bipolar, en veces me tratas bien y para la otra me estás regañando, culpándome por cosas que no hice —me reprocha todavía molesta. —¡CÁLLATE! —gritó enojadísimo. Ell
Dante Estoy sentado enfrente de todas las demás personas. Las palabras que dijo mi niña están en mi cabeza. Estoy muy distraído; no noto que alguien se sienta a un lado de mí. —Hola, Dante, veo que sigues igual de guapo —escuchó esa voz y volteó de inmediato. —¿Qué haces aquí? —le digo a esa persona. —Ya no merezco un hola por los buenos tiempos que pasamos —mencionó la mujer. —No, tú no mereces eso —le restregó muy enojado. Me levanto de la mesa y me voy sin rumbo. Llego a la parte trasera del barco y esa mujer me sigue. —Yo sé que todavía te acuerdas de mí —continúa hablando. —¡Cállate, Ava, tú ya eres parte del pasado! —la regaño porque no quiero oírla. —Sé que me sigues amando, Dante —vuelve a decirlo y se me comienza a acercar. —¡Vete! —gritó muy enojado. —Vine por ti para recuperar todo —me dice y veo cómo se me acerca más. —¿Por qué haces esto? —preguntó sin dejar de verla. —Sé que me equivoqué, pero he regresado; quiero estar contigo —menciona con una voz suave.
AvaVeo a Dante dormir a mi lado; me siento muy feliz por mi logro.Después de que mi amiga Andrea me llamara y me digiera todo de Dante que tenía a una niña, me entraron los celos… Él no puede tener a ninguna otra mujer viviendo con él más que yo.Por eso estuve investigando y vigilándolos de cerca para dar mi golpe.Cuando supe que irían a Sicilia, fue mi oportunidad para aparecer. Y así lo fue. Dante me sigue amando; sigo siendo su debilidad."Debo deshacerme de esa niña; ella puede arruinar mis planes", digo en mi mente.Debo de admitir que me ha encantado bajar y golpearla, azotarla, y más convencí a Dante que lo hiciera también por el odio que le tiene al padre de esa niña…Debo de pensar en hacer algo para seguir con mi venganza.AnabelaNo sé cuánto tiempo llevo aquí abajo en el sótano.Por lo que calculo, han de ser dos semanas o ya iniciando la tercera.Veo mis brazos, que todos están llenos de marcas y moretones. Dante y esa mujer bajan aquí y me golpean; me torturan.Me ha
Noto que sus brazos están más delgados, su cara y sus piernas también. —¿Y cómo estamos seguros de que ella es hija del hijo de puta de Lauro? —me pregunta uno de ellos. —Investigué muy bien y creen que les mostraría a un impostor sin estar seguro —menciono y todos asienten con la cabeza. Hago una seña con la mano para que Anabela tome asiento a un lado de la mesa. Ella se sienta y yo también tomo asiento, levanto mi mano y los sirvientes comienzan a poner la comida en la mesa. Mi mirada no se aparta de Anabela en ningún momento. Todos comienzan a comer, pero ella no. —Dante, puedo ir al baño —me preguntó con una voz muy baja. —Ve, pero que Sofía te acompañe y Álvaro vea con ella —ordenó. Veo como ambas se marchan por la enorme puerta. Continuamos cenando; Anabela ya se ha tardado un poco. Comienzo a desconfiar y a entrar en casi pánico. Me levanto de la silla dispuesto a buscarla, pero en eso veo cómo entran los tres y ella se sienta en su lugar. Veo a Anabela un tan
AnabelaEstoy sentada en la enorme mesa. Me ponen el plato de comida. No me siento nada bien; mi estómago cruje.—Dante, puedo ir al baño —pido permiso.—Ve, pero que Sofía te acompañe y Álvaro ve con ellas —escucho lo que dice.Me levanto de la mesa y veo que Sofía se me acerca. Salimos de la habitación y entramos al baño Sofía y yo.Al entrar vomito en el lavado; sacando todo hasta lo que no tengo.Después de eso me siento mejor y me limpio la boca con agua. Volteo hacia Sofía que me mira con una expresión rara.—¿Qué pasa, Sofía? —Le pregunto.—Disculpe la pregunta; ¿pero desde cuándo siente náuseas? —me interroga Sofía. Su pregunta me saca de onda.—No lo sé como dos semanas después de que regresamos de Sicilia, ¿por qué? —le digo y la miro atentamente.—Otra pregunta, ¿cuándo tuvo su periodo?Comienzo a pensar cuando fue mi último periodo; hago cuentas.—No he tenido mi periodo —le respondo con asombro.—Señorita, ¿cuándo fue la última vez que estuvo con el señor Dante? —continúa
DanteDespués de presenciar todas las cosas que le hicieron, Anabela no se siento algo raro; si antes lo sentía un poco, ahora es mucho más.Mi mujer quiere que la lleve de compras al pueblo.Y debo de complacerla y hacerle sus gustos, aunque son cada vez más caros.El doctor que atendió a Anabela me ha informado que ella vivirá; no sé, pero eso me da una sensación de alivio.Llegamos al pueblo y Ava rápidamente entró a las tiendas. Entró con ella.Le muestran diferentes tipos de ropa. Me la muestra, pero me da igual lo que se ponga. A todo le digo que se mira muy bien, pero no me importa.—Mi amor, ¿qué te parece si nos quedamos unos días aquí? —propone Ava.—Si está bien —aceptó.Vamos llegando a una casa pequeña que tengo ahí. Mis guardaespaldas entran con todas las cosas de Ava que son demasiadas; no pueden ni cargarlas.—¿Era necesario comprar tantas cosas? —le preguntó a Ava.—Claro que sí —me dice y me abraza.—Tengo que hacer unas cosas; te veo en la noche —le menciono y salgo
AnabelaMe bajan del auto y entramos a ese lugar. Al entrar puedo ver a muchas mujeres, algunas casi desnudas y otras mostrando sus pechos.Me llevan hasta una habitación; entramos Álvaro y yo.Veo un hombre sentado junto a un escritorio. Está vestido de traje y veo que tiene una enorme espalda.—Señor Abdel, aquí está lo que mi señor Dante le manda —habló Álvaro.Veo que el hombre le da vuelta a su silla y lo veo a la cara.Es un hombre como de 30 años; es moreno, cabello negro, ojos oscuros, cara cuadrada, con barba un tanto arreglada y es delgado; se nota porque trae los primeros botones de la camisa abierta.Me mira muy atentamente; se toca la barbilla como pensando.—¿Es Virgen? —pregunta.—No, ya no lo es —niega Álvaro.—Es una lástima, una joven tan hermosa, y si hubiera estado Virgen, sería algo de donde sacar mucho dinero —menciona el hombre.Veo cómo se levanta de su asiento, toma un maletín del piso y se acerca a Álvaro y se lo entrega.—Pero vale la pena pagar ese dinero p
Anabela[Hoy es mi debut; no puede ser porque no me trago la tierra.]En dos días he tenido que aprender todo lo que ellas han aprendido en años.Pero para mí hacer esto solo es tener intimidad con un hombre y ser sumisa a sus acciones.Silvana me ha hecho la vida imposible; cada vez que puede me golpea, me humilla y además les dijo a las demás quién era mi padre, y pues todas me tratan muy mal.Fátima es la única que me ha enseñado todo de este nuevo mundo en el que estoy viviendo.Estoy sentada frente al espejo; no veo mi rostro ni me reconozco; estoy exageradamente maquillada.Me doy cuenta de que la ropa que traigo es un corset blanco muy ajustado que hace que mis pechos quieran salir y unas bragas muy pequeñas sexis, con unas pantimedias blancas y con unas alas de ángel; eso fue orden de Abdel. Y según Fátima traigo mucha ropa, pero yo sé que estoy desnuda.Veo a Fátima que solo trae una minifalda y unas mini bragas.No trae sostén, únicamente un simple adorno que cubre sus pezon