El otro Ferrara

Anabela

Después de la visita inesperada de Dante, no sé si decirle a la señora Martha.

—No le diré, tengo una idea —me digo a mí misma.

Escucho que la puerta se abre y veo que entra la señora Martha con una bandeja de comida. Llega hasta a mí y pone una mesita en mis piernas. Veo que es una pasta, un jugo de naranja.

—Gracias, señora Martha —le agradezco amablemente.

—No me digas, señora, solo dime, Martha —me dice la mujer.

—No lo sé —le contesto dudosa.

—Bueno, está bien, pero come, si no se te va a enfriar —me dice la señora Martha.

Después de desayunar, la señora Martha me ayudó a vestirme con ropa de su hija Laura. Me puso una pijama short, color rosa.

Después de cambiarme estoy acostada en la cama y en eso la puerta se abre y veo que es Laura.

—Se puede pasar —menciona Laura.

—Claro, pasa —le contestó amablemente.

Laura entra a la habitación y se sienta a un lado de mí en la cama.

—Hija, quédate aquí con Anabela, tengo unas cosas que hacer; no dejes que tu hermano D
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