Lauro. —Ha pasado dos semanas desde que mi pequeña Anabela fue secuestrada por ese perro de Dante Ferrara —estoy sentado en la sala tomando un vaso de whisky. Comienzo a recordar cómo fue que mi linda hija llegó a este mundo. Mi niña es hermosa. Ella es idéntica a su madre. Después de que su madre muriera y que la perdiera para siempre, tomé la decisión de que ella no debía estar en este mundo oscuro. Hice todo para salvarla y mantenerla a salvo. Necesito recuperar a mi hija, pero cada vez que tengo un plan y lo llevo a cabo, Dante Ferrara siempre arruina mis planes. Sé que si inició una guerra con ellos, podría matar a mi hija, pero también sé que todo esto lo hace para cobrarse la deuda que tengo con ellos. —¡En mala hora me equivoqué! —digo en voz alta. Siento que estoy cayendo en desesperación. Tomo otro trago de mi vaso. —Padre, me acaban de informar que llegó este paquete envuelto en regalo —escuchó a Francisco, mi hijo. —Llévatelo, no quiero saber nada de eso —expresé
Anabela Después de la visita inesperada de Dante, no sé si decirle a la señora Martha. —No le diré, tengo una idea —me digo a mí misma. Escucho que la puerta se abre y veo que entra la señora Martha con una bandeja de comida. Llega hasta a mí y pone una mesita en mis piernas. Veo que es una pasta, un jugo de naranja. —Gracias, señora Martha —le agradezco amablemente. —No me digas, señora, solo dime, Martha —me dice la mujer. —No lo sé —le contesto dudosa. —Bueno, está bien, pero come, si no se te va a enfriar —me dice la señora Martha. Después de desayunar, la señora Martha me ayudó a vestirme con ropa de su hija Laura. Me puso una pijama short, color rosa. Después de cambiarme estoy acostada en la cama y en eso la puerta se abre y veo que es Laura. —Se puede pasar —menciona Laura. —Claro, pasa —le contestó amablemente. Laura entra a la habitación y se sienta a un lado de mí en la cama. —Hija, quédate aquí con Anabela, tengo unas cosas que hacer; no dejes que tu hermano D
DanteHa pasado ya una semana desde que hice a Anabela mía mi niña.Pero mi madre no me deja verla. Siempre intento acercarme a la habitación, pero mi madre está ahí o mi hermana y no puedo.Todos estos días he tenido que dormir en otra habitación. Todas las noches pienso en el recuerdo que tengo de cuando estuve con Anabela y mis ganas crecen. Siempre en las mañanas, despierto con miembro duro y antes de dormir también."Tengo muchas ganas de hacerla mía".Necesito ver a mi niña, me arreglo, mando comprarme algo de ropa de mi gusto, me pongo una camisa oscura y unos jeans negros.Intento fingir que voy a salir; intento encontrarme a mi madre de casualidad para llevar acabo mi plan. Acabo de ver a mi madre que viene por el corredor; salgo camino para encontrármela.—¿Hijo vas a salir? —me mira mi madre de pies a cabeza.—Sí, voy a salir; necesito arreglar unos negocios de la mercancía —es mentira, pero intento que suene real.—¿A qué hora regresaras? —pregunta mi madre.—No lo sé en l
Anabela Estoy afuera de la cabaña y tengo calor. No me había dado cuenta que estaba aguantando la respiración. Pero debo de admitir que, a pesar de que Dante me tratara así en mi primera vez, sí tenía ganas de estar con él de nuevo. Lo que más me calentó fue sentir su enorme miembro en mi mano pequeña. Nunca pensé que la parte de un hombre se sintiera así. Olvidé esos pensamientos, y me voy a la casa. Llegó, y me voy directo a mi habitación; no quiero encontrarme con Dante, menos con su hermano. Escucho que alguien toca la puerta. —Pase —digo y veo que se abre la puerta. Es la Señora Martha y Laura. —Hola Ana, ¿Mi hermano no te molesta? —me pregunta porque será. —No, ni lo he mirado —no quiero decirles lo que pasó. Debo de afrontar mis propios problemas. —Eso es bueno y también es bueno que Dante mañana se tenga que ir unos días a Sicilia —dice la señora Martha. —¿Que? ¿Porqué? —digo inesperadamente. —Tiene que ir a arreglar unos negocios; regresará en unos 4 días —me cuent
Anabela Comienzo a despierta, la luz que entra por la ventana me despierta. Siento un enorme brazo alrededor de mi cintura; comienzo a tocar su mano. Me muevo lentamente para ver a Dante, me doy la vuelta y comienzo a sentir que su agarre es más fuerte. Como si tuviera miedo de que me escapara. Pongo mis manos en su enorme pecho y comienzo a acariciar; noto que tiene un poco de vello. "No me había dado cuenta de eso". Veo la pequeña marca que le hice, sonrió como un idiota. —¿Te ríes de mí? —me dice con los ojos cerrados. —Pense que estabas dormido —le digo. Abre sus ojos y los veo; son tan hermosos sus ojos grises; pongo mi mano en su mejilla y siento su barba. —Desperté desde que te empezaste a mover. —¿Entonces porque me abrazaste? —le pregunté. —Yo no hice eso —intenta negarlo. Lo veo atentamente; sé que miente, pero no me atrevo a desmentirlo; sé que para él solo soy un juego. Me suelta y se levanta de la cama. Está parado completamente desnudo. No apartó la mirada
Anabela Han pasado 3 semanas desde que regresamos de la casa de los padres de Dante. Debo de decir que estas semanas han sido un tanto candentes. Cada vez que podemos, siempre tenemos intimidad. No sé, pero creo que no fue muy bueno conocer este mundo. Es una obsesión de querer estar con Dante; mis ganas solo hacen más que crecer. Estoy en el despacho de Dante; veo que él está viendo algunos planos que no sé qué sean. Puedo notar que si el despacho es muy grande, hay muchas computadoras y armas. Me acerco a una de las mesas y tomo un cuchillo. —Ten cuidado o te cortarás la mano —me advierte Dante. De inmediato volteó a verlo y notó que ha dejado de ver sus papeles. —Es que me llaman la atención —le digo y me comienzo a acercar a él. Llego hasta a un lado de él y le entrego el cuchillo. Él lo toma y lo pone cerca de mi cuello; comienza a bajar, cortando los botones de mi camisa. Corta el primero y mis pechos se comienzan a ver; el segundo y mis pechos salen. Traigo un sos
DanteTodo este tiempo que he estado con mi niña me ha encantado; antes era muy tímida; siempre tomaba yo la iniciativa, pero ahora ella en ocasiones la toma.También he notado que se ha vuelto adicta a que tengamos relaciones íntimas, pero me encanta eso de ella.Hoy, para complacerla, la he traído a conocer un poco de mi mundo. Sé que es una mierda, que en cualquier momento puedes morir.Después de nuestro encuentro candente en el auto, entramos al club. Tomó su mano: no quiero que ningún hijo de puta se le acerque.Se me acerca al oído mi niña.—Dante, tengo que ir al baño en un momento de alcance —me lo dice. Solo asiento con mi cabeza y ella se marcha.Comienzo a caminar; subo los escalones; llego hasta la zona VIP y tomo asiento.En un instante siento como una mujer se me sienta en las piernas.—Andrea, quítate o no respondo —le digo enojado y ella solo me mira con ojos de borrego a medio morir.—Qué no te gusta, recuerdo que antes te encantaba.Y toma mis manos; una la mete den
Siento un sentimiento raro al ver que Anabela está despierta. Veo sus lindos ojos azules que me encantan. Ella me ve atentamente. —Me duele la cabeza —dice Anabela y pone sus manos en la cabeza. —Si te embriagaste —le contesto; no quiero que recuerde que la empuje. —Sí, me embriagué, pero espera... Tú me empujaste —me dijo y me miró con su expresión de enojo. —No, eso no pasó —miento. —Claro, qué pasó, yo intenté alejarte y me empujaste —vuelve a repetirlo muy enojada. Se separa de mí y me mira completamente furiosa. —Pues tú tienes la culpa porque te pusiste; sabías que estaba muy enojado —le intentó echar la culpa. —Yo no quería que cometieras otro error, pero pierdes el control muy fácil —se defiende con un tono fuerte. —Sé muy bien cómo controlarme —le digo; odio que me contradigan. —No es verdad, tú eres bipolar, en veces me tratas bien y para la otra me estás regañando, culpándome por cosas que no hice —me reprocha todavía molesta. —¡CÁLLATE! —gritó enojadísimo. Ell