Sofía

Después de dejar las copias y los datos que el asistente de Magda necesitaba para elaborar el contrato, Valeria fue a casa de su mejor amiga, a quien había prometido contarle no solo sobre el resultado de la entrevista sino también, y más urgente, el de la prueba de embarazo.

—¿Entonces, estás segura de que fue en la fiesta de graduación? —preguntó Sofía, la mejor amiga de Valeria, después de que le contara no solo sobre el resultado de la prueba, sino que, por las náuseas, estuvo a muy poco de perder su empleo, incluso antes de haberlo conseguido.

—Sí, lo estoy porque, bueno, esa noche también, ya sabes…

Sofía se llevó las manos a la boca.

—¡Fue tu primera vez! —exclamó Sofía.

—Primera y única, así que más segura no podría estar.

—Pero, no usaste ninguna protección, ¿o qué pasó? No me digas que no sabías…

—¿Cómo se hacen los bebés? —dijo Valeria, con sarcasmo— Por supuesto, pero recuerda que había bebido mucho y ya no estoy segura de nada. Ni siquiera recuerdo el rostro del hombre con el que estuve, o su nombre, nada.

—Ay, no, amiga, y es que si yo hubiera estado esa noche, pero preciso no pude ir por lo de mi papá. 

Desde el momento en que comenzó a sospechar, hacía casi un mes, sobre su estado, Valeria se había esforzado en recordar el rostro del hombre con el que se había ido, la noche de la fiesta de su graduación de la universidad, pero pese a que fue la primera vez que se entregó a un hombre, no lograba recordar más que algunos momentos, como cuando llegó a la habitación del motel, cuando se estaba desvistiendo y no paraba de repetir que nunca había estado con un hombre así de apuesto como aquel con el que estaba por acostarse y, después de eso, nada, ni siquiera el dolor que, según tenía entendido, debió sentir en ese momento.

—Es como si me hubiera quedado dormida y entonces él, bueno, lo hizo —dijo Valeria al rememorar, por nonagésima vez, el momento.  

—Pero, ¿no te violó, cierto? —preguntó Sofía.

Valeria negó con la cabeza.

—No. Sé que estaba también emocionada y que no paraba de repetir que él era muy apuesto, muy bello, el hombre con el que quería casarme, pero entonces, cuando llegó el momento, no sé, el licor se me subió a la cabeza y me debí haber quedado dormida porque lo siguiente que recuerdo es despertarme al día siguiente, en la cama de ese motel, sola.  

—Terminó lo suyo y se fue, mucho miserable —dijo Sofía.

—Así hacen todos, ¿no? Salvo que sean tu novio, se irán después de una noche con una desconocida.

—¿Y no se te ha ocurrido pedir un registro de video del motel? —preguntó Sofía— Al menos podrías verle la cara, porque qué tal sea alguien de la universidad. 

Valeria volvió a negar con la cabeza.

—Sí lo pensé, pero, la verdad, me da mucha vergüenza y ni siquiera sé cómo lo pediría. 

La verdad era que Valeria ya lo había hecho, pero el gerente del motel le había dicho que, por seguridad y privacidad de las parejas que iban al motel, no podía darle acceso a los videos si no era con una orden judicial. 

—Te inventas que es alguien que te robó —sugirió Sofía.

Valeria sonrió al recordar que esa misma había sido la disculpa que usó para pedirle al gerente del motel que le dejara ver las cámaras. 

—Voy a pensarlo y un día de estos lo hago —dijo Valeria—, por ahora, lo único que me conforta es saber que al menos conseguí ese puesto, aunque la felicidad no es completa, porque si supieras quién es mi jefe me compadecerías aún más.

—No te compadezco, amiga. —Se apresuró a decir Sofía mientras buscaba abrazar a Valeria—. De hecho, estoy muy orgullosa de ti y sé que, aunque lo tengas tú sola sola, vas a ser la mejor madre para el bebé que estás esperando. 

Valeria recibió el abrazo de su amiga. Al menos tendría a Sofía como un soporte moral, porque ahora debía resolver lo que le diría a sus padres, de quienes sabía que no obtendría ningún apoyo, sino todo lo contrario. 

—Pues gracias a ese empleo, puedes al menos independizarte —dijo Sofía cuando Valeria planteó el tema de sus padres—. Ya verás que, cuando vean a su nieto, el corazón se les va a ablandar. 

—Sí, puede que eso pase, pero mientras no llegué ese bebé tendré que lidiar sola, a menos que…

Valeria había ido a casa de Sofía no solo porque así se lo había prometido, sino también porque estaba por hacerle una propuesta.

—¿Qué? —preguntó Sofía al percibir la pausa dramática de Valeria.

—Que quieras irte a vivir conmigo —dijo Valeria con una sonrisa pellizcada con los dientes porque sabía que, contrario a ella, Sofía sí era muy apegada a sus papás y no sería sencillo convencerla de salir de casa.

—¿Estás loca? Mi mamá se muere si sabe que me voy a vivir contigo —dijo Sofía al tiempo que Valeria le hacía señas para que no hablara tan duro.

—Entonces no les digas que te vas a vivir conmigo —sugirió Valeria.

—¿Qué? ¿Entonces qué les invento? ¿Que me voy con un novio? ¡Peor!

—No, sé que tampoco les puedes decir eso.

—¿Cómo voy entonces a justificar que me voy, y que tengo dinero para pagar un alquiler? Es obvio que van a saber que me voy a vivir contigo —dijo Sofía.

Valeria se mordió los labios. Era cierto, no había manera de sacar a Sofía de su casa sin decirle la verdad a sus papás porque, aunque tenían la misma edad, Sofía había decidido no estudiar ninguna carrera y daba la impresión de que tampoco se emplearía pronto, aunque ella insistía en ser youtuber y que, cualquier día, su canal obtendría el número suficiente de seguidores para empezar a monetizarlo.

—Y si les dices que, por fin, tu canal ya está dando dinero y que necesitas una pieza en donde comenzar a grabar —dijo Valeria después de pensar en una solución.

La madre de Sofía llamó a las dos chicas a almorzar antes de que Sofía pudiera darle una respuesta a su sugerencia.

—Ya vamos, mamá —gritó Sofía—. Pues no sé, déjame pensarlo porque, ahora que sabemos que sí estás embarazada, vas a necesitar a alguien que esté contigo y que también sepa de tu condición. 

Con la idea dando vueltas en la cabeza, las dos amigas atendieron al llamado de la mamá de Sofía.

—Esto se ve delicioso, Martha, muchas gracias —dijo Valeria al sentarse.

Durante el almuerzo, hablaron sobre el nuevo trabajo de Valeria que, pese a sonreír y sentirse orgullosa de entrar en la firma de abogados que tanto había deseado, no podía dejar de pensar en quien sería su jefe y las advertencias que Magda le hiciera sobre él. 

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