Controles médicos

Después de que Franco hubiera dicho que las acusaciones de su mamá eran exageradas, cuando no falsas, la revisión del testamento resultó más sencilla para Valeria, aunque ella insistía en creer que una madre sí podría exagerar las buenas hazañas de sus hijos, los premios que obtenían y las menciones que recibían, peor jamás sus defectos que, al contrario, tendían bien a pasar por alto, perdonarlos o aminorar.

Pero ahora que sabía que Franco no la juzgaría por haberle ocultado que conocía información sobre sus intimidades del pasado, Valeria estaba más tranquila e incluso trató el caso como le había dicho Sofía que debía hacerlo: como si fuese el de un cliente más que llega a la oficina, no el de su jefe.

—Perfecto, Valeria. Revisa por favor las sugerencias que te hice y hablamos esta tarde, después del almuerzo, porque tengo noticias sobre los clientes del edificio.

El corazón de Valeria saltó y casi se le escapó por la garganta.

—¿Qué tipo de noticias, señor? —preguntó Valeria
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