Las primeras luces del amanecer comenzaban a iluminar el cielo. Malú se despertó inquieta pensó que Juliana ya había regresado, fue a la habitación de su hija, y al ver la cama vacía, sintió una punzada de preocupación.—Abel, Juliana no ha vuelto —avisó Malú con voz temblorosa, volviendo a su habitación.Abel, que aún estaba medio dormido, se incorporó de inmediato.—¿Qué quieres decir con que no ha vuelto? —preguntó, frotándose los ojos. —¿No salió con sus amigos anoche? —cuestionó frunciendo el ceño.—Sí, pero no ha contestado mis mensajes ni llamadas —respondió Malú, mostrando su teléfono—. No se llevó el auto.Abel se levantó rápidamente, sintiendo cómo la preocupación se transformaba en urgencia.—Vamos, tenemos que encontrarla.Bajaron al gran salón. Llamaron a varios amigos de Juliana, pero nadie sabía nada de ella.Malú y Abel se miraron intrigados.—¿Cómo que sus amigos no saben nada? —cuestionó Abel rascando su nuca.Malú mantenía el ceño fruncido, no comprendía nada.—Se s
Juliana charlaba con su amigo, ansiando que se retirara. —Disculpen un momento —expresó Alfredo a sus amigas, se puso de pie. Las dos mujeres intercambiaron miradas de descontento, pero asintieron con educación.Alfredo se acercó, a ella sintiendo cómo su corazón se aceleraba, miraba fijamente al hombre que no la soltaba. —Hola Juliana. No quería interrumpir, pero tenía muchas ganas de saludarte.Juliana sintió que el corazón le brincó, volteó, sonrió, visiblemente contenta de verlo.—Buen día Alfredo —respondió ella, sus ojos se iluminaron—, no te interrumpes nada, mi amigo ya se va. El joven se alejó sin decir más. —Seguro no interrumpo —preguntó con seriedad, o más bien intentando disimular sus celos—. Juliana. Me alegra verte aquí. ¿Cómo estás? —preguntó más relajado, las manos le picaban ansiado abrazarla, y besarla. Juliana sonrió ampliamente al notar la incomodidad de él, pero feliz de estar finalmente cerca de Alfredo.—Estoy bien, disfrutando del congreso. Tu presentac
uliana asintió, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.—No necesitas pedirme permiso.Se acercaron lentamente, y sus labios se encontraron en un beso suave y lleno de amor. El tiempo pareció detenerse mientras se besaban, envueltos en la magia de la noche y la belleza de Salento.Cuando se separaron, se miraron a los ojos, sabiendo que ese momento sería uno de los recuerdos más preciados que compartirían.—Me traes loco, Juliana —declaró Alfredo con sinceridad.—Tú también a mí, Alfredo —respondió ella, estrechándose en sus brazos.Después de una velada mágica en las calles de Salento, Alfredo acompañó a Juliana a su hotel, una suave llovizna empezó a caer, pero ellos disfrutaban como dos adolescentes. Caminaron juntos, disfrutando de la compañía y de la tranquilidad de la noche. Al llegar a la recepción, Juliana se acercó al mostrador para confirmar su reserva.—Buenas noches, tengo una reserva a nombre de Juliana Zapata —avisó sonriendo al recepcionista.El recepcionista revisó
La lluvia arreciaba, empapando a Juliana mientras sus lágrimas se mezclaban con las gotas que caían del cielo. A pesar de la tormenta, seguía caminando por las calles de la ciudad, su corazón estaba destrozado por las palabras de desconfianza de Alfredo.Alfredo, sintiendo el peso de sus acciones, salió corriendo detrás de ella, sus pasos retumbaban en el pavimento mojado. El agua le golpeaba el rostro, pero su determinación era más fuerte que cualquier tormenta. Necesitaba alcanzar a Juliana, necesitaba hacer las paces con ella antes de que fuera demasiado tarde.—¡Juliana, espera! —gritó Alfredo, su voz se ahogaba con el sonido de la lluvia.Juliana se detuvo en seco al escucharlo, pero no se dio la vuelta. Estaba cansada de discutir, cansada de darle explicaciones. Pero algo en el tono de Alfredo la detuvo, fue una nota de arrepentimiento que apareció en el tono de sus palabras.Alfredo se acercó a ella, el agua goteaba de su cabello empapado. Se detuvo frente a Juliana, su corazó
El congreso cafetero seguía su curso con la misma intensidad y entusiasmo del día anterior. La sala de conferencias estaba llena de productores, comerciantes y expertos en café, todos intercambiaban ideas y conocimientos.Alfredo y Juliana mantenían las apariencias, evitando levantar sospechas, aunque no podían dejar de compartir las miradas cómplices y las sonrisas furtivas cuando sus caminos se cruzaban.Unos minutos más tarde Juliana se encontraba en una conversación con un grupo de productores, ella les daba información importante para que se animaran a exportar su café guiados por el consorcio de la familia Duque, cuando notó algo que la inquietó, con discreción sus ojos se enfocaron en una escena bastante particular.Alfredo estaba hablando con una mujer joven y atractiva que parecía muy interesada en él. La mujer reía y colocaba una mano en el brazo de Alfredo mientras hablaban.Juliana se desconcentró, ya no pudo retomar la conversación, una punzada de celos apareció en su int
El evento continuaba con su bullicio habitual, pero una mujer, que había estado observando la interacción entre Juliana y Alfredo con curiosidad y malicia, se apartó discretamente del grupo. Era conocida por ser una chismosa en el círculo de los cafeteros, siempre al tanto de los últimos rumores y escándalos. Su nombre era Catalina, todos la conocían por Cata, y disfrutaba especialmente de revolver el pasado y causar conflictos.Cata, con una sonrisa astuta en los labios, se dirigió a un rincón del salón y sacó su teléfono móvil. Sabía exactamente a quién llamar para que su chisme causara el máximo impacto.—Antonia, querida, soy Catalina —expresó con un tono falsamente dulce cuando la llamada fue contestada—. Tengo algo que necesitas saber.Al otro lado de la línea, en Milán, Antonia frunció el ceño. Aunque ambas eran muy buenas amigas, sabía que la llamada no era para algo bueno, sino para otro chisme de sus conocidos.—¿Qué es, Cata? —preguntó Antonia con un suspiro de resignación—
Antonia apretó los puños, el corazón le latía a prisa, sintió una mezcla de furia y disgusto. Miró la imagen, frunció el ceño al confirmar las palabras de Cata. Esto no solo era un escándalo, sino una traición que no podía dejar pasar. Su mente comenzó a trabajar rápidamente, planeando su siguiente movimiento.—Gracias, Catalina. Esto es más útil de lo que imaginaba. Mantente atenta y avísame si descubres algo más —solicitó antes de colgar.Antonia se recostó en su silla, su mente hervía de ira y planes de venganza. Sabía que necesitaba encontrar una forma de desestabilizar la relación entre Alfredo y Juliana, y también enfrentarse a su hijo Bruno con esta información. No permitiría que esta situación continuara sin consecuencias.Entre tanto Alfredo y Juliana seguían disfrutando de su tiempo juntos, ajenos a la tormenta que se avecinaba. Catalina, satisfecha con el caos que había iniciado, los observaba desde lejos, anticipando el drama que estaba por desencadenarse.«Me caes bien Al
Alfredo frunció el ceño ligeramente, su garganta se secó, sintiendo el peso de la pregunta. Sabía que la revelación tendría un impacto profundo en Bruno, su hijo, quien había sido novio de Juliana y aún parecía tener sentimientos por ella.—Juliana, entiendo tu preocupación, pero... —Alfredo titubeó por un momento, considerando sus palabras con cuidado—. Creo que es importante abordar este tema con sensibilidad. Bruno aún está procesando su separación, y no quiero causarle más dolor del necesario, sin embargo, se lo diré a su debido momento, no se lo podremos ocultar. —La miró con ternura, acarició con suavidad la mejilla de ella.Juliana asintió con compasión, sabiendo que Alfredo tenía razón. Aunque deseaba la honestidad y la transparencia en su relación, entendía la delicadeza de la situación.—Lo entiendo, Alfredo —respondió Juliana con voz suave—. No quiero causarle más sufrimiento a Bruno. Pero necesitaba saber si algún día lo sabría.Alfredo la miró con gratitud, sintiendo el a