El evento continuaba con su bullicio habitual, pero una mujer, que había estado observando la interacción entre Juliana y Alfredo con curiosidad y malicia, se apartó discretamente del grupo. Era conocida por ser una chismosa en el círculo de los cafeteros, siempre al tanto de los últimos rumores y escándalos. Su nombre era Catalina, todos la conocían por Cata, y disfrutaba especialmente de revolver el pasado y causar conflictos.Cata, con una sonrisa astuta en los labios, se dirigió a un rincón del salón y sacó su teléfono móvil. Sabía exactamente a quién llamar para que su chisme causara el máximo impacto.—Antonia, querida, soy Catalina —expresó con un tono falsamente dulce cuando la llamada fue contestada—. Tengo algo que necesitas saber.Al otro lado de la línea, en Milán, Antonia frunció el ceño. Aunque ambas eran muy buenas amigas, sabía que la llamada no era para algo bueno, sino para otro chisme de sus conocidos.—¿Qué es, Cata? —preguntó Antonia con un suspiro de resignación—
Antonia apretó los puños, el corazón le latía a prisa, sintió una mezcla de furia y disgusto. Miró la imagen, frunció el ceño al confirmar las palabras de Cata. Esto no solo era un escándalo, sino una traición que no podía dejar pasar. Su mente comenzó a trabajar rápidamente, planeando su siguiente movimiento.—Gracias, Catalina. Esto es más útil de lo que imaginaba. Mantente atenta y avísame si descubres algo más —solicitó antes de colgar.Antonia se recostó en su silla, su mente hervía de ira y planes de venganza. Sabía que necesitaba encontrar una forma de desestabilizar la relación entre Alfredo y Juliana, y también enfrentarse a su hijo Bruno con esta información. No permitiría que esta situación continuara sin consecuencias.Entre tanto Alfredo y Juliana seguían disfrutando de su tiempo juntos, ajenos a la tormenta que se avecinaba. Catalina, satisfecha con el caos que había iniciado, los observaba desde lejos, anticipando el drama que estaba por desencadenarse.«Me caes bien Al
Alfredo frunció el ceño ligeramente, su garganta se secó, sintiendo el peso de la pregunta. Sabía que la revelación tendría un impacto profundo en Bruno, su hijo, quien había sido novio de Juliana y aún parecía tener sentimientos por ella.—Juliana, entiendo tu preocupación, pero... —Alfredo titubeó por un momento, considerando sus palabras con cuidado—. Creo que es importante abordar este tema con sensibilidad. Bruno aún está procesando su separación, y no quiero causarle más dolor del necesario, sin embargo, se lo diré a su debido momento, no se lo podremos ocultar. —La miró con ternura, acarició con suavidad la mejilla de ella.Juliana asintió con compasión, sabiendo que Alfredo tenía razón. Aunque deseaba la honestidad y la transparencia en su relación, entendía la delicadeza de la situación.—Lo entiendo, Alfredo —respondió Juliana con voz suave—. No quiero causarle más sufrimiento a Bruno. Pero necesitaba saber si algún día lo sabría.Alfredo la miró con gratitud, sintiendo el a
La noche caía sobre Salento, bañando la cabaña con una luz tenue y dorada que se filtraba a través de las ventanas. Alfredo y Juliana se encontraban de nuevo en ese refugio acogedor, sabiendo que esta sería su última noche juntos en este viaje. La anticipación y el deseo llenaban el aire, creando una atmósfera cargada de electricidad.Alfredo se acercó a Juliana, sus ojos se mantenían fijos en los de ella, reflejando el deseo que ambos sentían. La tomó con suavidad de la mano y la guio hacia la cama, que estaba adornada con sábanas de lino blanco y pétalos de rosas esparcidos con delicadeza. La luz de la chimenea crepitante proyectaba sombras danzantes en las paredes, añadiendo un toque de magia al ambiente.—¡Wao! —exclamó Juliana—, siempre logras sorprenderme.Alfredo de brindó una cálida sonrisa, mientras paseaban por el valle, había pedido a los encargados de la cabaña, que prepararan esa sorpresa.—Eres tan hermosa, y me fascina que te encanten mis detalles, aunque parezca anticu
Juliana y Alfredo se encontraban de pie frente a la entrada de la hacienda de él, preparándose para despedirse después de su regreso de Salento. Ella lo observaba con los ojos brillantes, como si no quisiera separarse de su lado.—Te voy a extrañar —susurró Alfredo.—Yo más —contestó ella, rozó sus labios con los de él—, pero la buena noticia es que somos vecinos. —Sonrió—, me escaparé para venir a verte. —Guiñó un ojo.Alfredo la tomó por la cintura, la apretó más hacia su cuerpo.—Solo para verme, pensé que para algo más —bromeó.Juliana sonrió, y lo besó, Alfredo correspondió esas caricias, saboreaba los labios de ella y justo cuando se separaron, Abel apareció, su rostro estaba enrojecido por la ira. Sin decir una palabra, se abalanzó sobre Alfredo, golpeándolo con furia.Alfredo apenas tuvo tiempo de levantar los brazos para protegerse antes de que Abel lo alcanzara.—¿Cómo te atreves a engatusar a mi hija, maldito infeliz? —rugió Abel, acercándose a grandes zancadas—. ¡Tienes mi
Juliana sonrió ligeramente, recordando esos momentos.—Al principio, fue confuso para ambos. Nos alejamos un poco, intentando entender lo que sentíamos. Pero tú, mamá, me lo pusiste de nuevo frente a frente, con el problema de los linderos, comenzamos a pasar más tiempo juntos, a hablar y a conocernos de una manera diferente. Me di cuenta de que lo que sentía por él no era solo una ilusión. Lo amo de verdad.Malú suspiró, procesando la historia de su hija.—Juliana, solo queremos que seas feliz. Pero también queremos asegurarnos de que estás segura de tus sentimientos. Alfredo es mucho mayor que tú, y las cosas pueden complicarse.—Lo sé, mamá. Y lo hemos hablado mucho. Entiendo que no será fácil, pero estoy dispuesta a enfrentar cualquier obstáculo. Alfredo me hace sentir completa y feliz. Nunca he estado tan segura de algo en mi vida.Abel se acercó a Juliana, tomando su mano con cariño.—Queremos lo mejor para ti, hija. Si realmente amas a Alfredo y él te ama a ti, entonces te apo
Alfredo asintió, sintiendo el deseo de llevarla a su hacienda, donde podrían estar solos, sin interrupciones. Pero sabía que ahora era el momento de demostrar su compromiso y amor frente a su familia.—Quería verte, y también quería hablar con tus padres —dijo Alfredo, mirando hacia la cocina—. Quiero que sepan cuánto te amo y cuánto me importas.Malú y Abel se acercaron, sentándose frente a ellos. La seriedad en sus rostros indicaba que estaban listos para escuchar.—Alfredo, apreciamos que estés aquí —anunció Abel—. Queremos entender más sobre tus intenciones con nuestra hija.Alfredo se enderezó, mirando a Malú y Abel con firmeza.—Mis intenciones con Juliana son serias y honestas. La amo profundamente y quiero estar con ella. Sé que nuestra diferencia de edad puede ser una preocupación, pero les prometo que cuidaré de ella y la haré feliz.Malú asintió, observando la sinceridad en los ojos de Alfredo.—Queremos lo mejor para Juliana. Ella nos ha dicho cuánto te ama, y eso signific
Juliana se miró en el espejo, ajustando el último mechón de su cabello. Había elegido un vestido deslumbrante para la cita con Alfredo, queriendo sorprenderlo y hacer de su almuerzo un momento especial. Era un vestido de verano amarillo con flores, que se ceñía perfectamente a su figura, realzando sus curvas con elegancia. Su cabello estaba suelto, con ondas suaves que enmarcaban su rostro. Había optado por un maquillaje sutil pero llamativo, con un delineado preciso que resaltaba sus ojos y un labial rosa suave que complementaba su atuendo. Su corazón latía con anticipación mientras pensaba en lo maravilloso que sería pasar más tiempo con él.Bajó las escaleras de su casa con una sonrisa en el rostro, saludando a sus padres.—Tengo una cita con Alfredo, pasaré la tarde con él —avisó antes de dirigirse al restaurante donde habían acordado encontrarse.Malú y Abel asintieron, y se despidieron de ella.Más tarde Juliana al llegar, buscó a Alfredo entre las mesas, pero no lo vio. Pensó q