Capítulo 59

—¿Qué tal Mozart? ¿Te gusta? —pregunta con una sonrisa chueca y apariencia de estar drogado; como si escuchar esa música lo sumiera en una clase de placer profundo y psicótico—. «Requiem en D menor» una sinfonía irónica, ¿no crees? ¿Sabes la historia? ¿Quieres contármela, mamá?

En verdad este hombre está loco. Tuerzo los ojos y aprieto los dientes antes de abrir la boca.

—El conde Von Walsegg envió a un sirviente para que le encargara a Mozart que creara esa composición; el conde quería esa misa de réquiem para el funeral de su mujer y hacer creer a los demás que la obra era suya… —Comienzo a hablar y frunzo el ceño, ¿cómo por qué recuerdo todo esto en este momento?

La mirada del loco se fija en mí, maravillado, gira la silla y se sienta apoyando sus antebrazos sobre el respaldo, sus ojos se abren de par en par, sorprendido y animoso por descubrir que tengo conocimientos donde tal vez él dudaba que los tuviera.

—Sigue… por favor. —Pide como un niño pe

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