Capítulo 41

De inmediato me acuerdo de Misha, corro hacia la puerta trasera y la veo ahí, dormida, como un pequeño ángel pelirrojo, es cuando me pregunto: ¿hice lo correcto? La tomo en brazos, Ciro se acerca y agarra la mochila ayudándome con el poco equipaje.

El hombre que parece trabajar para él extiende su mano hacia mí pidiéndome las llaves sin decir ni una sola palabra; mientras busco con premura en mis bolsillos, Ciro toma a Misha por la cintura dispuesto a ser él quien la cargue.

En cuanto entrego las llaves el hombre se va con el auto desapareciendo de mi vista al mismo tiempo que un nuevo auto aparece frente a nosotros –un Alfa Romeo rojo bastante lindo–, sale del asiento del conductor un chico más joven, le entrega las llaves a Ciro quien abre la puerta de atrás para nosotras. Me acomodo en el asiento y recibo a Misha a quien recuesto sobre mi regazo. Ciro se pone detrás del volante y el auto ronronea en cuanto gira la llave.

—¿A dónde vamos? —pregunto. De pron

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