Irina abre los ojos sorprendida, toma con ambas manos mi muñeca mientras mi puño se cierra alrededor de su cuello.
—No pasó nada… Aunque eso hubieras deseado —aclaro entrecerrando los ojos mientras veo como empieza a boquear por falta de aire.
—¡Detente Nikolai! —grita Óscar y pone su mano sobre mi brazo intentando convencerme de que la libere, está angustiado de lo que le pueda hacer—. Detente demonio, yo te creo.
Veo a Óscar directamente a los ojos, dice la verdad, me cree, siempre me cree. Aprieto los dientes y libero a Irina de mi agarre aunque romperle el cuello fuera lo que hubiera querido. Ella cae al suelo y comienza a toser.
—No me puedes culpar… —dice sobándose el cuello y tratando jalar aire—. ¡No puedes culparme! ¡Nunca te has tomado en serio ninguna relación! ¡¿Cuántas veces apare
—Ya escucharon a la gatita… Tendremos que hacerlo a nuestro modo —dice amenazante y me ve con esa mirada de quien se siente seguro de tener la ventaja.El hombre que me sujeta, suelta mis manos para aferrarlas a mi ropa intentando rasgarla por enfrente, pero ese es su gran error, soltarme. Le doy un codazo en las costillas que lo hace retroceder, volteo de inmediato y lo tomo de los hombros para darle repetidos rodillazos en el abdomen; con cada golpe que le doy, la furia hierve en mi sangre y me llena de energía para continuar. Escucho los pasos de los demás acercándose y termino dándole un rodillazo en la cara, rompiéndole la nariz.El más cercano, se atreve a levantar la palanca contra mí, la esquivo un par de veces hasta que mi espalda choca contra otro de sus amigos, este me quiere abrazar por detrás, pero es demasiado lento; giro hacia un lado y le acierto un rodillazo en la parte trasera
De inmediato me acuerdo de Misha, corro hacia la puerta trasera y la veo ahí, dormida, como un pequeño ángel pelirrojo, es cuando me pregunto: ¿hice lo correcto? La tomo en brazos, Ciro se acerca y agarra la mochila ayudándome con el poco equipaje. El hombre que parece trabajar para él extiende su mano hacia mí pidiéndome las llaves sin decir ni una sola palabra; mientras busco con premura en mis bolsillos, Ciro toma a Misha por la cintura dispuesto a ser él quien la cargue. En cuanto entrego las llaves el hombre se va con el auto desapareciendo de mi vista al mismo tiempo que un nuevo auto aparece frente a nosotros –un Alfa Romeo rojo bastante lindo–, sale del asiento del conductor un chico más joven, le entrega las llaves a Ciro quien abre la puerta de atrás para nosotras. Me acomodo en el asiento y recibo a Misha a quien recuesto sobre mi regazo. Ciro se pone detrás del volante y el auto ronronea en cuanto gira la llave. —¿A dónde vamos? —pregunto. De pron
El nombre retumba en las paredes de mi memoria, el eco se vuelve cada vez más fuerte y una imagen llega a mi mente: estoy en París, en ese hotel lujoso, sentada a lado de Nikolai mientras una mujer rubia y carismática se acerca a coquetear con él sin obtener resultados; fue la primera vez que me sentí valorada por Niko al rechazarla de forma contundente, ella simplemente se fue al saber que no obtendría su atención.—Es un gusto volverte a ver, Samantha —dice Anette detrás de mí con una voz melosa y divertida. Sabe que la reconocí y eso la regocija.—Imposible…—Como te darás cuenta, llevamos mucho tiempo detrás de ti, Samantha «Ivanov» —dice Ciro con su voz aterciopelada.—¿Para qué quieres una muestra de ADN?—Samantha, no estás en posición de preguntar ni exigir, estás
—Hay miles de formas de engañar a la gente. —Piero me ofrece una sonrisa afilada.—También se decía que era inmortal y que nunca envejecía, otros afirmaban que sus ojos violetas podían atravesar las paredes y ver los objetos que había en el interior de los edificios para después robarlos.—¡Meraviglioso! —Aplaude divertido mientras ríe a carcajadas.—¿Eres algún descendiente lejano? —De repente mis problemas se han evaporado, incluso mi miedo sobre el futuro. La curiosidad se ha adueñado de mí. La historia del zorro es tan fascinante que admito estar intrigada por tener frente a mí a uno de sus posibles descendientes.Piero levanta su mano y mueve su índice, de repente Anette –que no había visto en donde se metió– sale con un carrito de servicio y le acerca una copa de vin
—Fuiste una de los niños perdidos rescatados de las garras de Dusha, adoptados y buscando hacer una nueva vida lejos de la muerte y la sangre… Samantha Richtofen. —Piero sonríe con tristeza como si sintiera lástima de mí.—¿Qué hay de mi hermano? —Pienso en Edward. ¿Ya lo habrá encontrado?—¿Tu hermano? ¡Ah! ¡Claro! Edward. Me ha sido más difícil encontrarlo, es nómada, viaja mucho, no se queda más de una semana en un lugar cuando vuelve a irse, pero eso no significa que no lo tenga en la mira —responde frustrado.—¿Qué harás con nosotros? ¿Qué pasará si esa prueba sale positiva, si soy hija de ese tal Sforza? Entiendo que me llevarás a la tumba de tu esposa, esa parte me quedó bastante clara y hasta cierto punto se me hace lindo, pero… ¿despu&
—¡Samantha! ¡Sal de donde estés o juro que le diré todo a tu esposo! —grita la pelirroja con fuerza hacia las escaleras, pero no se percata de que esas frases fueron como un trozo jugoso de carne ondeándose como bandera entre tres leones hambrientos.Nikolai cierra la puerta y el único que parece preocupado y hasta cierto punto nervioso, es el chico, quien toma de los hombros a su amiga tratando de llamar su atención sin quitarle la vista de encima a Nikolai. Sabe muy bien de quien tiene que cuidarse.—¿Qué ocurre, Regina? —pregunta Nikolai rodeando la silla, asomándose a la caja de cartón. Su voz suena como una caricia, un susurro suave que se desliza por los oídos, pero lleva implícita la advertencia de peligro.—¡¿Qué ocurre?! —pregunta Regina aun molesta, sin medir sus palabras.Si supiera en verdad con quien
Una cerca blanca divide el jardín delantero de la acera; Piero la abre para nosotras y Misha entra corriendo, atravesando los verdes pastos que adornan toda la entrada, parece encantada con lo que ve, recoge flores con emoción. Me encantaría tener su optimismo, pero recuerdo que está basado en la ignorancia de lo que en realidad ocurre. Piero y yo caminamos hacia la entrada de la casa. —Tendré los resultados de la prueba de ADN para mañana, entonces vendré a verte, espero encontrarte aun dentro de la casa —dice Piero sin voltear a verme. —¿Qué te hace pensar que no huiré? —Sé que puedes hacerlo, pero quiero creer que entenderás que no estoy aquí para lastimarte ni a ti ni a Misha… Sería lindo que confiaras. —Pides demasiado después de cómo me mentiste… —No, pido lo justo. —Se planta frente a mí—. Te ayudé, te saqué de Viena cuando claramente sola no hubieras podido, lo sabes… Ahora lo único que quiero es que permanezcas en esta casa el tiempo
La mujer tiene un vestido de manta blanco que le llega hasta los tobillos y cubre sus brazos hasta las muñecas. Sus ojos se llenan de brillo y sonríe antes de acercarse a mí, respira profundamente y contiene el aliento. —¡Mami! —grita Misha y brinca de la encimera aun con su galleta en las manos, corre hacia mí y me ofrece un poco—. ¿Quieres? —Misha, te dije que te tenías que quedar en la misma habitación que yo, que me dijeras si alguien quería entrar. ¿Por qué no me hiciste caso? —Me hinco y la tomo por los hombros, sacudiéndola un poco. Intento controlar mi coraje, pero siento que voy a reventar, aprieto los dientes y el horror se apodera de los ojos de Misha. Me pongo de pie, cierro en puño las manos y golpeo la pared con fuerza; Misha retrocede asustada hasta que la mujer se para detrás de ella y acaricia su cabello intentando calmarla. —Mamita está muy tensa y debes de comprenderla, tiene miedo de que algo malo les pase —explica la señora, pero