Capítulo 119

Despego mi boca y la suya insiste en buscarme, pongo mis dedos sobre sus labios intentando calmar su necesidad. Cuando abro los ojos él aun los tiene cerrados y besa cada uno de mis dedos. Levanta sus parpados y sus ojos leoninos se muestran arrogantes, necesitados y pasionales, con esa oscuridad que la lujuria crea al apoderarse de ellos.

—No… no te irás… —dice en voz baja y ronca, su aliento choca contra mi boca.

—Creí que eso era lo que querías. —No puedo evitar sonreír, satisfecha por saber que sigue anhelándome como antes—. Creí que ya no me amabas.

—Jamás pienses eso… Nunca he dejado de amarte y nunca lo dejaré de hacer…

—¿Entonces…?

—No quiero que nada malo te pase y la única forma de protegerte es lejos de mí y de lo que soy. —Besa mi mejilla casi sobre la comisura de mi

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