En mi recorrido hacia la recepción percibo la mirada de algunas personas que me ven con sorpresa y desconcierto, y pese a su vestimenta informal algo me dice que son hombres de La Bratvá; de seguro la primera vez que entré aquí también los había, pero nunca me percaté de ellos o simplemente los tomé como personas arrogantes que tal vez estaban juzgándome, ahora entiendo que solo estaban cuidando a su dueño.
Salgo a la calle y le doy las llaves al encargado. Espero pacientemente en la acera y veo la maleta en mi mano, es pequeña, pero también la ropa que suelo usar, además de ligera y nada estorbosa, la Samantha de antes no estaría dispuesta a usarla.
El tipo del valet parking me entrega un auto poderoso, negro, imponente, tan fiero y elegante como su dueño. Suspiro y entro en él, los asientos de piel son realmente cómodos y el interior huele a la loción de Nikolai. Pongo ambas manos en el volante y sonrío satisfecha. Es bueno saber que conservo su amor y que si todo
Mis piernas están amarradas así como mis muñecas y la única luz del lugar está sobre mí. Sacudo la cabeza y el agua fría recorre mi piel proporcionándome temblores involuntarios y que mis dientes castañeen.—¡Por fin!Esa voz irritante cobra forma, un hombre alto de cabellos rubios y presencia imponente camina frente a mí complacido por tenerme despierta. Me analiza con la mirada y me sonríe.—Samantha… Samantha… No sabes el dolor de cabeza que has sido —dice con una sonrisa y se inclina acercando su rostro al mío, pone su mano en mi mejilla y me da unas suaves bofetadas mientras aprieta sus dientes—. Escapaste de Viena, del gulag, del verdugo y de cada intento que he hecho por destruirte… Eres muy escurridiza.Se endereza y me atina un golpe en el pómulo con tanta fuerza que termino cayendo a un costado con todo y
—Bien, si me voy, te llevo conmigo, maldita. —Oleg toma de su saco un arma tipo escuadra y me apunta directo a la cabeza.Bastante inteligente, creí que podría sobrevivir a una descarga, pero no creo que sea tan fácil a un disparo a la cabeza, se puede, pero mi porcentaje de sobrevivencia se reduce mucho y ni hablamos de mi calidad de vida posterior a eso.—Una bala en la cabeza, ¿eh? Buena jugada. —Creo que no hay nada de malo admitir las buenas ideas de los demás.De pronto se escucha una detonación, cierro los ojos y aprieto los dientes, puedo sentir un calor que crece en mi cabeza, pero cuando abro los ojos, quien se está retorciendo en el piso es Oleg, gritando mientras sujeta su mano herida, aquella que portaba el arma que ahora está en el suelo y lo que sentía en mi cabeza solo era su sangre que salpicó en el momento que le dispararon.—Ah cara
—Yo opino que nos cambiemos el apellido los tres para estar parejos —dice Erika terminando de limpiar mi rostro—. El apellido de Sam suena lindo y con fuerza… —mi corazón da un vuelco y el tiempo se vuelve lento así como mis movimientos, apenas soy capaz de abrir la boca, pero es muy tarde— …Sforza. —Pronuncia como si estuviera en cámara lenta. No quiero ver a la cara a Nikolai, no quiero voltear, me refugio en los ojos de Ed que parece tan asustado como yo. Creo que necesito una bolsa de papel, el aire no es suficiente y comenzaré a hiperventilar en cualquier momento. —¿Sforza? —pregunta Nikolai y creo que me voy a desmayar—. ¿Sforza como Bartolomé Sforza? Pongo ambas manos en mi pecho y volteo lentamente; no sé cómo interpretar su mirada, parece molesto y a la vez sorprendido. —¿Qué ocurre? ¿No sabe Nikolai que Sforza es tu papá? —pregunta Erika siendo ella la única tranquila en todo este caos. De inmediato Ed le cubre la boca con ambas manos.
—¡¿Italia?! ¡¿Estás loco?! —dice Óscar sorprendido, me toma de los brazos y me obliga a girar hacia él—. ¿Quieres que Sforza te mate por seducir a su pequeña hija? —pregunta exaltado y al borde del colapso. —Tengo que hacer negocios con él. —Abro la caja ante sus ojos. Retrocede y cubre su boca con una mano, silenciando su sorpresa, como si fuera a él a quien le esto pidiendo matrimonio y no aguantara la emoción. —De todas las misiones suicidas a las que te he acompañado, esta es la más peligrosa… ¿Ir a pedir la mano de la hija de Sforza? ¿Hablas en serio? —No tienes que acompañarme… —No es opción… no te dejaré ir solo. ♠ Samantha Sforza —Me has hecho viajar tanto… Después de esto no me darán ganas de volver a hacerlo —dice Ed arrastrando los pies en la entrada hacia la hacienda de mis padres, como si lo más cansado no fuera pelear y disparar sino viajar. —Puedes tomar unas vacaciones en Italia
—No los acepto —digo de inmediato y frunzo la nariz.—Tendrás que verlos a la cara y rechazarlos, tu madre y yo te acompañaremos y te apoyaremos, pero quien tendrá que romperles el corazón eres tú, no yo —dice mi padre sin borrar la sonrisa de su rostro—. Descansa el resto del día, pues mañana será agitado. —Me abraza con ternura y retrocede un par de pasos dejando que Catalina se despida de mí. Justo en la puerta voltea hacia Misha—. ¿Quieres dar una vuelta en Freddy?—¡Sí! —grita Misha y baja de la cama de un brinco buscando la mano de su abuelo.—¡Un momento! ¿Cómo que Freddy? —pregunto alterada y tanto mi padre como Misha me dedican la misma mirada traviesa y salen de la habitación corriendo—. ¿Qué está pasando aquí?—Tu padre no pudo con
—Señor, acaba de llegar un tercer pretendiente —dice Anette eufórica. No se pone a saltar y gritar porque ya sería demasiado.—¿Un tercer pretendiente? —pregunta Bartolomé confundido y se levanta de su asiento asomándose hacia la entrada.Me pongo de puntitas para poder ver mejor, entonces el alma se me escapa y necesito agarrarme de Piero para no caer. Prepotente y altivo, camina Nikolai hacia nosotros, con un traje negro, una camisa azul y una corbata negra, a su derecha viene Dusha ataviada con un fino vestido y agitando su abanico frente a ella; a su izquierda, Óscar, viendo a todos y todo con desconfianza y detrás de ellos un grupo grande de rusalkas con más presentes de los que Zhao y Francesco trajeron juntos.—¡Demonio ruso! —grita mi padre iracundo y busca su arma entre su saco, pero mi madre lo detiene.—Espera, Bartolomé…
—Sforza… amo a tu hija… —dice Nikolai con el pecho cargado de coraje y determinación. —Si la amas tanto… ¿por qué permitiste que estuviera en ese gulag? ¿Por qué huyó de ti desde un principio? No la mereces —dice Bartolomé echando fuego por la boca. —En eso estamos de acuerdo, no la merezco. —Nikolai voltea a verme con tristeza y mi corazón se rompe. —Papá, nada de esto es su culpa, si hui de él fue porque creí que me estaba traicionando, pero solo hablaron mis celos y paranoia, no lo enfrenté ni busqué hablar de lo que sentía, no lo puedes juzgar por eso. —Me siento desesperada, incapaz de poder defender mi amor por Nikolai—. Él nunca supo que estuve en ese gulag, no sabía quién soy, tampoco supo que yo fui quien atacó sus bodegas… Por favor papá. —Sforza… has recuperado tu fortuna, tienes más hombres que antes, todo gracias a tu hija y te felicito —dice Nikolai—. Nunca fue mi prioridad hacerme con esa droga, pero sí de los Rudenko y lamento que mis
Nikolai se quita el abrigo y el saco y se los entrega a Dusha y Óscar que en todo momento se mantuvieron al margen sin preocuparse por su líder y el destino que le depara. Dusha lo persigna y le da un beso en la mejilla como una madre que ve a su hijo partir hacia la orca. Piero se para a un lado y de forma educada espera que Nikolai extienda las manos para esposarlo, parece apenado por tener que seguir las órdenes de mi padre y aprisionar a Niko cuando él fue quien le dio la oportunidad de cobrar venganza. —Esto no es justo —digo apretando los dientes y sintiendo como la rabia se mezcla con el dolor. —La vida no es justa —responde mi padre detrás de mí y por primera vez lo veo como lo que en realidad siempre ha sido, ese mafioso sin sentimientos y defendiendo sus propios intereses. —Si crees que aceptaré a Francesco como mi esposo, estás en un grave error. —Lo encaro y puedo verme reflejada en sus pupilas—. Si cometes el error de entregarme La ‘Ndrangh