—Yo opino que nos cambiemos el apellido los tres para estar parejos —dice Erika terminando de limpiar mi rostro—. El apellido de Sam suena lindo y con fuerza… —mi corazón da un vuelco y el tiempo se vuelve lento así como mis movimientos, apenas soy capaz de abrir la boca, pero es muy tarde— …Sforza. —Pronuncia como si estuviera en cámara lenta.
No quiero ver a la cara a Nikolai, no quiero voltear, me refugio en los ojos de Ed que parece tan asustado como yo. Creo que necesito una bolsa de papel, el aire no es suficiente y comenzaré a hiperventilar en cualquier momento.
—¿Sforza? —pregunta Nikolai y creo que me voy a desmayar—. ¿Sforza como Bartolomé Sforza?
Pongo ambas manos en mi pecho y volteo lentamente; no sé cómo interpretar su mirada, parece molesto y a la vez sorprendido.
—¿Qué ocurre? ¿No sabe Nikolai que Sforza es tu papá? —pregunta Erika siendo ella la única tranquila en todo este caos. De inmediato Ed le cubre la boca con ambas manos.
—¡¿Italia?! ¡¿Estás loco?! —dice Óscar sorprendido, me toma de los brazos y me obliga a girar hacia él—. ¿Quieres que Sforza te mate por seducir a su pequeña hija? —pregunta exaltado y al borde del colapso. —Tengo que hacer negocios con él. —Abro la caja ante sus ojos. Retrocede y cubre su boca con una mano, silenciando su sorpresa, como si fuera a él a quien le esto pidiendo matrimonio y no aguantara la emoción. —De todas las misiones suicidas a las que te he acompañado, esta es la más peligrosa… ¿Ir a pedir la mano de la hija de Sforza? ¿Hablas en serio? —No tienes que acompañarme… —No es opción… no te dejaré ir solo. ♠ Samantha Sforza —Me has hecho viajar tanto… Después de esto no me darán ganas de volver a hacerlo —dice Ed arrastrando los pies en la entrada hacia la hacienda de mis padres, como si lo más cansado no fuera pelear y disparar sino viajar. —Puedes tomar unas vacaciones en Italia
—No los acepto —digo de inmediato y frunzo la nariz.—Tendrás que verlos a la cara y rechazarlos, tu madre y yo te acompañaremos y te apoyaremos, pero quien tendrá que romperles el corazón eres tú, no yo —dice mi padre sin borrar la sonrisa de su rostro—. Descansa el resto del día, pues mañana será agitado. —Me abraza con ternura y retrocede un par de pasos dejando que Catalina se despida de mí. Justo en la puerta voltea hacia Misha—. ¿Quieres dar una vuelta en Freddy?—¡Sí! —grita Misha y baja de la cama de un brinco buscando la mano de su abuelo.—¡Un momento! ¿Cómo que Freddy? —pregunto alterada y tanto mi padre como Misha me dedican la misma mirada traviesa y salen de la habitación corriendo—. ¿Qué está pasando aquí?—Tu padre no pudo con
—Señor, acaba de llegar un tercer pretendiente —dice Anette eufórica. No se pone a saltar y gritar porque ya sería demasiado.—¿Un tercer pretendiente? —pregunta Bartolomé confundido y se levanta de su asiento asomándose hacia la entrada.Me pongo de puntitas para poder ver mejor, entonces el alma se me escapa y necesito agarrarme de Piero para no caer. Prepotente y altivo, camina Nikolai hacia nosotros, con un traje negro, una camisa azul y una corbata negra, a su derecha viene Dusha ataviada con un fino vestido y agitando su abanico frente a ella; a su izquierda, Óscar, viendo a todos y todo con desconfianza y detrás de ellos un grupo grande de rusalkas con más presentes de los que Zhao y Francesco trajeron juntos.—¡Demonio ruso! —grita mi padre iracundo y busca su arma entre su saco, pero mi madre lo detiene.—Espera, Bartolomé…
—Sforza… amo a tu hija… —dice Nikolai con el pecho cargado de coraje y determinación. —Si la amas tanto… ¿por qué permitiste que estuviera en ese gulag? ¿Por qué huyó de ti desde un principio? No la mereces —dice Bartolomé echando fuego por la boca. —En eso estamos de acuerdo, no la merezco. —Nikolai voltea a verme con tristeza y mi corazón se rompe. —Papá, nada de esto es su culpa, si hui de él fue porque creí que me estaba traicionando, pero solo hablaron mis celos y paranoia, no lo enfrenté ni busqué hablar de lo que sentía, no lo puedes juzgar por eso. —Me siento desesperada, incapaz de poder defender mi amor por Nikolai—. Él nunca supo que estuve en ese gulag, no sabía quién soy, tampoco supo que yo fui quien atacó sus bodegas… Por favor papá. —Sforza… has recuperado tu fortuna, tienes más hombres que antes, todo gracias a tu hija y te felicito —dice Nikolai—. Nunca fue mi prioridad hacerme con esa droga, pero sí de los Rudenko y lamento que mis
Nikolai se quita el abrigo y el saco y se los entrega a Dusha y Óscar que en todo momento se mantuvieron al margen sin preocuparse por su líder y el destino que le depara. Dusha lo persigna y le da un beso en la mejilla como una madre que ve a su hijo partir hacia la orca. Piero se para a un lado y de forma educada espera que Nikolai extienda las manos para esposarlo, parece apenado por tener que seguir las órdenes de mi padre y aprisionar a Niko cuando él fue quien le dio la oportunidad de cobrar venganza. —Esto no es justo —digo apretando los dientes y sintiendo como la rabia se mezcla con el dolor. —La vida no es justa —responde mi padre detrás de mí y por primera vez lo veo como lo que en realidad siempre ha sido, ese mafioso sin sentimientos y defendiendo sus propios intereses. —Si crees que aceptaré a Francesco como mi esposo, estás en un grave error. —Lo encaro y puedo verme reflejada en sus pupilas—. Si cometes el error de entregarme La ‘Ndrangh
—En las barricas donde nos reuníamos hay una puerta escondida que lleva al sótano, ahí lo encontrarán —explica Piero. —¿Así de fácil? —Frunzo el ceño. ¿En verdad nos está ayudando? —Así de fácil. —Me sonríe de lado y pone su mano en mi cabeza sacudiendo mis cabellos—. Ve por tu hombre, no te aseguro que será una misión fácil, pero sé que no hay forma de disuadirte. —No la hay. —Me cruzo de brazos y le sonrío apenada. —Vayan… Anette tiene la llave de las esposas de Nikolai y debe de estar paseándose por las barricas. —Pone su mano en mi mejilla y me dedica una mirada tierna. —Piero… si las cosas salen mal… —No tengo voz para continuar. —Cuidaré de Misha y buscaré lo mejor para ella, descuida, lo sé. —Me guiña un ojo y retrocede un par de pasos antes de acabarse el contenido de su copa. —Gracias. —No aguanto mis ganas y le doy un abrazo fugaz antes de regresar el camino andado y motivar a Ed para que salgamos de la casa.
—Yo me enamoré de ella, yo la arrastré a este maldito y asqueroso mundo y no supe cuidarla como debería, así que… ¡vamos! Si vas a jalar el gatillo, hazlo, acaba con mi vida, pero nunca levantes tu arma contra tu propia hija, ella no tiene la culpa de nuestros rencores del pasado. —Nikolai extiende los brazos ofreciéndose voluntariamente y de nuevo me gana el miedo. —No… Nikolai —Me tiembla el labio y me aferro a su camisa manchada de sangre. —Podrás decir que Samantha se parece físicamente a mí, pero tiene tu horrible carácter —dice Catalina saliendo detrás de Bartolomé, pone su mano sobre su arma haciendo que la baje—. Es igual de iracunda y explosiva. —¿Soy explosiva? ¡Quiere matar al hombre que amo! —Bien tal vez si lo soy, pero no es que debiera de mantenerme tranquila e incluso risueña en una situación así—. ¡Ve lo que tu esposo le hizo! —¿Mi esposo? —dice molesta, pero contenida, creo que me da más miedo que Bartolomé—. Pues «mi» esposo, tambié
—Apenas regresó a mis brazos mi pequeña Samantha y volverá a irse. —Catalina baja la mirada y sonríe con tristeza. —No será así —digo intentando consolarla. —Prométeme que podré verlas cuando yo quiera y cuando ellas quieran estar con nosotros no las detendrás —suplica como una madre con el corazón roto. —Así será, le doy mi palabra. Toma mi rostro entre sus manos y besa mi frente con cariño, agradecida. —Tu madre cuidó de mi hija cuando estuvo a punto de perder la vida siendo una bebé, ahora yo le estoy regresando el favor al intervenir y convencer a Bartolomé de que no te mate, mi deuda está saldada. —Así es. —Báñate e intenta no despertarlas. —Sale del baño dejándome solo con mi dolor físico, pero con mucha paz mental. Me despojo de toda mi ropa y me meto bajo el chorro de agua, limpiando la sangre seca de mis heridas, anhelando fervientemente buscar a Samantha y estrecharla entre mis brazos, es lo único que necesito