Una voz detrás de ella hizo que diera un respingo. Era el… el extraño de la cafetería con su gallarda sonrisa vestido solo con unos pantalones cortos y una camisa blanca abierta por el medio mostrando su atractivo abdomen marcado pero que carajos ¿Cuántos cuadritos tenia? Las líneas de sus caderas se perdían por sus pantalones bajos los cuales hacían el intento de ocultar un bulto.
—¿Me estas siguiendo?
—¡Jamás! Seguido de eso expresó algunas palabras en la lengua nativa del lugar. Finalizando con una sonrisa traviesa.
Ella lo miro con suspicacia, no confiaba en él, de hecho no confiaba en los extraños y menos después de su último encuentro con uno le quedaron solo malos recuerdos y amargos sabores. Se prometió no volver a confiar en un extraño, al menos que alguno de sus amigos se lo presentara. Pero si lo miraba por otro lado, él se apareció solo ¿y eso que? Pero ella tampoco lo había buscado como lo hizo con Fernando. Entre cerro los ojos para poder mirarlo mejor, el sol estaba en su punto y le era difícil observarlo bien.
—¿Entonces que estás haciendo aquí? Pregunto fingiendo enojo.
—¡Lo mismo que tú! Siempre vengo a esta playa.
—Hay muchas otras en esta isla señor.
—Resulta que esta es la que me gusta, y casualmente es la que tú has elegido. ¿No te parece cosa del destino?
—No lo creo. Fue la primera que elegí y como la vi sola me gusto punto.
—Por eso me gusta a mí. No tengo la culpa que tengamos los mismos gustos.
Lo vio como extendía su manta en la arena tibia, estaba atónica, con tanto espacio y justamente él se sentaba a su lado. Se acomodó mientras ella seguía de pie observando sus movimientos, se quitó las gafas de sol negras que traía puesta y la miro directamente a la cara.
¡Oh por todos los cielos! Sus ojos eran negros como la misma noche, profundos e intensos, su mirada era penetrante e intimidante de esas que te llegan al alma. Se sintió avergonzada, estaba semidesnuda ante su fuerte mirada, se cruzó de brazos y lo miro con seriedad.
—¿Sabe que hay suficiente espacio en la playa para que se acomode?
—Vamos preciosa, estamos solos porque no hacernos un poco de compañía y charlar un poco.
¡Hay no! Allí estaba esa sonrisa de nuevo, tan arrebatadora y seductora como la que había visto en el café ¿Qué diablos le estaba pasando? Ni sabia su nombre y estaba babeando por el ¿no has tenido suficiente ya Andrómeda?
—Si no se ha dado cuenta señor me quede aquí porque me gusta estar sola, no deseo su compañía.
—Por favor llámame Antoni ¿Cómo te llamas?
La ignoro que descaro, lo seguía mirando mientras el a ella también, ya estaba bastante cómodo con las piernas cruzadas como si estuviera haciendo yoga. La miraba de arriba hacia abajo y en sus ojos se notaba que disfrutaba de la vista. Que tonta, porque rayos no se había movido del lugar, o por lo menos cubrirse con algo. Al fin decidió que sentarse era la mejor opción, no soportaba el escrutinio de él.
—Me llamo, Andrómeda.
—Que maravilloso nombre tienes, un placer conocerte. ¿Conoces su historia?
—¡Claro que la conozco, es mi nombre! ¿No?
—¡Lo es!
—¿Crees que te miento?
—Háblame un poco de la historia.
—¿Estás de broma? Vives aquí, donde la historia cobra vida y me preguntas a mí. Bufo mirando hacia el mar.
—¡Así es! Quiero saber si no me estas mintiendo.
—¿Por qué haría algo así? En todo caso, de ti es quien yo debería desconfiar, ni se quién eres y desde mi punto de vista creo que me estas siguiendo.
El rio a carcajadas por su comentario, subió una pierna y coloco el brazo sobre esta para ponerse más cómodo.
—¿En qué puedo estar mintiendo?
—En muchas cosas, no lo sé.
—Porque no me cuentas esa historia y yo te cuento la mía.
Andrómeda se mordió el labio mientras lo miraba con esa media sonrisa y esa mirada tan profunda. Quizás un poco de información no le caería mal, bueno ella también tenía curiosidad sobre él. No, no… “¿Qué estás haciendo? Le estas siguiendo el juego” pero eso no te importa ¿No es así? Su mente tenía un serio problema con la razón.
—Resulta que Andrómeda era la hija de Casiopea, quien presumía la belleza de su hija provocando la furia de los dioses sobre todo de Poseidón que al final decidió inundar la tierra de esta y enviar a un mostró marino para que acabase con los hombres y el ganado. Por otro lado Cefeo el padre de Andrómeda supo por el oráculo de Amón cual era la única solución para evitar tal tragedia, entregando a su hija al demonio marino. Habiendo tomado la decisión, la ataron a unas rocas cerca de la costa.
Ella fijo la vista en el nuevamente, viéndolo asentir para que continuara con la narración, estaba como fascinado escuchándola. Ella volvió a mirar el mar mientras relataba.
—Desde luego ella fue salvada por Perseo quien con la cabeza de medusa volvió el mostro en piedra, rescatando a la joven a quien después pidió su mano. Pero no le había sido tan fácil ya que ella estaba prometida y él tuvo que luchar por su mano al final ganando y desposándola.
—Sí que sabes de historia. Le dijo viéndola de lado.
—Ya te lo dije.
—¿Y qué pasa cuando Andrómeda muere?
Ella se rio un poco, ¿creía que ella era una cuenta cuentos o qué? Suspiro.
—Bien, bien… Para cuando ella murió, la diosa Atenea la junto entre las constelaciones del cielo del norte, cerca de su marido y de su madre. Es todo fin.
—Definitivamente tu nombre es precioso.
—Gracias, tampoco es para tanto. Háblame de ti.
La miro, achico los ojos y se mordió el labio interior mientras sonreía de a poco. No podía negarlo le daba mucha curiosidad saber más sobre él, tenía ese aire de sofisticado, y en cierto modo lo era, por como vestía y hasta como se expresaba. Realmente encantador el tal Antoni.
—No hay mucho que decir, vivo en esta isla por mi trabajo, mis padres viven en Santorini. Esta isla es estupenda y estar aquí es como un sueño tranquilo y sin problemas.—¿Cómo visitas a tus padres?—Tengo un yate puedo ir y venir cuando quiera.—Era de suponer. Balbuceo.—¿Por qué estás aquí en Grecia? Aun no llega la temporada de turistas.—¿Es necesario la temporada?—¡Siempre respondes con otra pregunta! Rio.—Me obsequiaron el viaje, no me pude negar.—Me apuesto a que fueron tus padres, puedo jurar que alguno de los dos son griegos.—En efecto mi madre lo es. Pero no fueron ellos.La sonrisa de él se borró en un instante. Quedo pensando como buscando que decir.—Entonces fue algún tío.—La verdad es que no estas ni cerca. D&eacu
—¿Es hermoso no es así?—Lo es, perfecto.—Sabía que te gustaría.—¿Por qué me has seguido?—Te vi por el pueblo y decidí seguirte porque la verdad es que quiero conocerte.—No soy buena como amiga, créeme.—Me sacrificare.—Lamento si he sido antipática, pero la verdad no estoy interesada yo…—¿Quién te lastimo tanto?Ella lo miro a los ojos, y los suyos propios comenzaron a nublarse, quería contener las ganas de llorar y no recordar nada, y menos en esos bellos momentos.—Déjame sola, puedo bajar por mi cuenta.—¡No quiero!Le dijo acercándose más a ella, vio como unas lágrimas gruesas caían por sus mejillas poniendo su nariz sumamente roja. Ella miraba la impresiónate vista del mar y el sol poner
Un joven se acercó a ella sacándola de sus pensamientos, ella aprovecho la ocasión para ordenar un té frio, la verdad es que no le gustaba beber, y un té a esas horas de la noche le caería perfecto. Era inevitable no voltear a ver al griego con la morena ¿pero porque le molestaba tanto? De pronto el levanto la vista y la vio, sus ojos conectaron y a él se le dibujo una sonrisa de felicidad por haberla visto allí sentada. Si supiera que tenía ganas de salir corriendo, pero ya había pedido la orden y no huiría solo porque él estuviera allí flirteando con otra. Ella miro hacia otro lado ignorándolo por completo, hasta que imagino que el cayo en cuenta que no estaba solo. Y que ella lo había pillado.Vio como separaba a la morena de su lado y la despachaba, pero no antes de que esta se diera cuenta de las miradas que ambos se estaban dando. Lo cual provoc&oa
—¡Mierda! Las vacaciones no están saliendo como lo esperaba. Suspiro resignada.Necesitaba un baño, no podía seguir así, se sentía muy sucia. Desde el baño le grito a Antoni que sabía muy bien que seguía allí.—Necesito darme un baño.—En la puerta pequeña de color blanco encontraras todo lo que necesites.—¡Bien, gracias!El baño sin duda había sido estupendo, la relajo inmediatamente. Se sentía renovada y ya no estaba enojada. Vio su vestido de la noche anterior y sin otro remedio tendría que volver a usarlo. Unos toques en la puerta se lo impidieron.—Te traigo algo de ropa para que la uses.—Déjala en la cama gracias.Sin esperar mucho, ella salió del cuarto de baño y para su sorpresa el aún seguía allí. Ella se detuvo de golpe al v
—Estas despedida, Catrina. Antoni le dice tajante a la morena.—Pero… ¿Porque? ¿Qué fue lo que hice mal? Pregunto la morena con los brazos en jarras.—Sabes muy bien lo que hiciste.—¿Qué? Me estas despidiendo por cruzar unas palabras con esa extranjera. Eso es muy injusto Toni.—Por lo que has dicho, ¿con que derechos te crees para hablar de mí? Tú y yo nunca hemos mantenido ningún tipo de relación.—Como si ella no fuera más que una conquista más para ti, la cual botaras cuando te aburras.—Eso no es asunto tuyo ni de nadie. Recoge tus cosas y vete. Jorge te dará tu pago.—Pero esto es ridículo, no me lo creo. Le gritaba la mujer mientras el abandonaba el bar.Lo que pasaba entre Andrómeda y él no se iba terminar así por así, había una conex
No era doloroso, hasta que poco a poco había entrado en ella, y se quedó quieto para que su cuerpo pudiera adaptarse a él, dentro de su ser. El dolor había sido muy rápido, luego quiso más. Por lo tanto comenzó a mover las caderas haciendo presión en la ingle de Antoni, el percibió su urgencia y la complació.—Debes ir más despacio.—¡Oh por todos cielos, no me pidas eso! Le dijo casi gritándola ya que estaba a punto de alcanzar el orgasmo.Él tampoco es que estaba lleno de mucha paciencia, pero tampoco podía embestirla como un salvaje, era su primera vez y no quería lastimarla o hacer de ella una mala experiencia. Pero es que ella estaba demasiado desatada, le clavaba las unas en los brazos y gemía con énfasis, decidió darle lo que pedía, no podía negarse a una mujer así. Al instante ella se puso co
Podía calmarla como también alterarla de la mejor manera posible. Era delicioso, pero también estaba llegando la noche, y la magia de aquel día estaba llegando a su fin ¿Qué pasaría ahora? Él había obtenido lo que buscaba, la seguiría buscando después de todo lo que habían compartido ¿ella deseaba que lo hiciera? No estaba segura para ser sincera.Los dos estaban viendo una interesante película acerca de una chica que se había fugado de una prisión, y un joven y atractivo policía estaba en su búsqueda. Permanecían en silencio, pero muy abrazados, la noche era algo fría así que ambos estaban bajo una cobija no muy gruesa, los dos llevaban muy poca ropa ya que Antoni le prohibió usarla. Era algo loco, ya que el siempre que la miraba quería hacerle muchas cosas.Por su parte le divertía, y ya no sentí
Quizás lo mejor era contarle la verdad sobre el idiota de Fernando, tal vez así el pudiera entender la posición de ella. No quería ocultarle algo así, él había sido muy bueno y paciente con ella como para que le hiciera algo así. Aunque no fueran novios formales, eran amantes que compartían muchas cosas. Estaba segura que si lo hacía se sentiría mucho mejor.—En media hora estaremos llegando. Le dijo el sin apartar la vista del mar.—¡Qué bien! Estoy comenzando a marearme.—¿Te sientes mal? Pregunto preocupado.—¡Estaré bien! Le dijo, era cierto, su mareo no se debía al viaje. Sino, a todo lo que tenía que contarle. –Sabes hay algo que me gustaría contarte.—¡Ah sí! ¿Y qué será? Le dijo mirándola.—Yo… Vine aquí por u