—¿Es hermoso no es así?
—Lo es, perfecto.
—Sabía que te gustaría.
—¿Por qué me has seguido?
—Te vi por el pueblo y decidí seguirte porque la verdad es que quiero conocerte.
—No soy buena como amiga, créeme.
—Me sacrificare.
—Lamento si he sido antipática, pero la verdad no estoy interesada yo…
—¿Quién te lastimo tanto?
Ella lo miro a los ojos, y los suyos propios comenzaron a nublarse, quería contener las ganas de llorar y no recordar nada, y menos en esos bellos momentos.
—Déjame sola, puedo bajar por mi cuenta.
—¡No quiero!
Le dijo acercándose más a ella, vio como unas lágrimas gruesas caían por sus mejillas poniendo su nariz sumamente roja. Ella miraba la impresiónate vista del mar y el sol ponerse, el contraste entre la luz del sol y el mar era exquisita como si te transportara a otra época. El color naranja y rojizo eran impresionantemente perfectos, su dolor se iba mitigando mientras admiraba el paisaje.
Ella estaba tan distraída que se aproximó a ella, la tomo por la mejilla húmeda con las palmas de la mano abiertas, acerco sus labios a los suyos plasmando un beso suave. El contacto más tierno que haya sentido en su vida, tan puro e inocente pero en el fondo escondía muchos secretos maravillosos. Fue muy rápido, pero lento el procesos solo el roce de sus labios. Él se retiró poco a poco mientras la miraba fijamente a los ojos, ella al contrario lo miro con los ojos muy abiertos, claramente estaba sorprendida, pero no sintió molestia por ello. Aunque si le cacheteaba se lo tenía bien merecido
—Porque... Por… Ella se tocó los labios con las yemas de los dedos, mientras miraba hacia el piso. – ¿Por qué lo has hecho?
—Discúlpame yo… Es que tu… La verdad eres muy hermosa y me gustas mucho.
—Ni me conoces de nada. Se humedeció los labios con la lengua, hasta que volvió a verle la cara. –No quiero que me vuelvas a seguir nunca más.
El volvió a ver la misma mirada de la playa “miedo” no la culpaba era la segunda vez que lo veía y él ya la había besado, fue imprudente sí, pero no pudo evitarlo ella era muy bella y dulce era algo que no podía evitar. Pero no le gustaba para nada que le temiera, jamás la lastimaría. Ella comenzó a retroceder alejándose todo lo posible de él.
—No espera… No quiero lastimarte, quiero conocerte.
—Aléjate de mí.
—Te invito a cenar esta noche, vamos solo será una cena amistosa.
—¿Estás loco? O es que no oyes lo que te digo.
Ella camino hacia el coche intento bajar la bicicleta y cuando al fin lo logro él se acercó a ella tomándola de la muñeca.
—Es tarde, no es recomendable que bajes en bici. Yo te llevare.
—No te pedí que me subieras en primer lugar, así que yo me las arreglo para bajar.
—¿Por qué me temes?
—Y todavía me lo preguntas.
Intento montarse en el pequeño vehículo de dos ruedas pero este se lo impidió.
—De verdad lamento haberte besado sin tu permiso, me gustaría volver a empezar contigo ¿sí?
—¡No! Yo no quiero esto de nuevo, no quiero volver a pasar por mas olor estoy harta de todo esto.
Se zafó de su agarre y se montó en la bici, alejándose con lágrimas nublándole el pesado camino. Su visión se tornaba borrosa mientras descendía. Rogaba porque él no la siguiera en su coche, sería muy fácil para el alcanzarla, pero dijera lo que dijera no volvería a subirse a su coche. Había pasado de la línea, la beso sin su permiso y ella no quería eso, no quería liarse con nadie más. Le tenía pavor a volver a sentir algo por alguien más y este hombre insistía en querer arrastrarla en una locura. El frio de la brisa le secaba los ojos, mientras avanzaba más rápido en la bici. Quería llegar a casa y meterse en la cama para dormir por unos tres días.
Había sido un terrible error haberla besado, pero no podía culparlo de sentir semejantes ganas de probar esos labios carnosos. Estaba tan vulnerable y triste en ese momento que l no pensó en otra cosa, se aprovechó de ella, era un patán. Golpeo la baranda del mirador por mera frustración, la había cagado ¡mierda! Pensó. No quería seguirla, y se arrepintió de no haberlo hecho pero debía darle su espacio. La isla era muy pequeña en algún lugar se la volvería a encontrar y haría las cosas bien esa vez.
Por otro lado, al final Andrómeda decidió arreglarse y salir esa noche ¿Por qué no? A eso había ido a Grecia ¿no? Porque a quedarse encerrada en casa todos los días no era lo ideal. La noche era muy fresca, así que uso un vestido de una tela como la seda color beis, resaltaba sus curvas y pechos, con unos finos tirantes. Se calzo sus sandalias romanas, el cabello en una gran cola alta un poco de perfume su bolso y ya estaba. Caminar le vendría bien.
La calle estaba muy movida, muchos jóvenes y parejas por todos lados. Era muy agradable y la instaba a pasarlo bien, recordó que por el camino había visto algunos locales de bebidas, así que se dirigió hasta allá para elegir el mejor lugar para cenar y pasar el rato. Y así fue, lo encontró el sitio perfecto, tomo asiento en una mesa alejada de todos, pero lo que vio no le gusto para nada “Antoni” estaba por todos lados, pero eso no era todo, no estaba solo sino más bien con una morena de cabello muy oscuro y de interminables curvas, estaba sentada casi en su regazo en plana calle manoseándolo al griego como una lanzada.
Y por supuesto, él no le era indiferente, su sonrisa le indicaba que tenía buen trato con ella, más del que parecían hacer ver a los demás. La morena era muy osada, dedicándole miradas atrevidas y caricias furtivas como las de un amante. A ella debía de valerle lo que estaba viendo, pero la verdad es que sentía un poco de coraje y no entendía porque. Lo más gracioso de todo era que ese mismo día el, la había besado pidiéndole conocerla mejor y ahora estaba con una fulana casi encima de él. Es que todos los hombres eran iguales, sino conseguían algo de una, ya se iban a buscar en otro lado.
Un joven se acercó a ella sacándola de sus pensamientos, ella aprovecho la ocasión para ordenar un té frio, la verdad es que no le gustaba beber, y un té a esas horas de la noche le caería perfecto. Era inevitable no voltear a ver al griego con la morena ¿pero porque le molestaba tanto? De pronto el levanto la vista y la vio, sus ojos conectaron y a él se le dibujo una sonrisa de felicidad por haberla visto allí sentada. Si supiera que tenía ganas de salir corriendo, pero ya había pedido la orden y no huiría solo porque él estuviera allí flirteando con otra. Ella miro hacia otro lado ignorándolo por completo, hasta que imagino que el cayo en cuenta que no estaba solo. Y que ella lo había pillado.Vio como separaba a la morena de su lado y la despachaba, pero no antes de que esta se diera cuenta de las miradas que ambos se estaban dando. Lo cual provoc&oa
—¡Mierda! Las vacaciones no están saliendo como lo esperaba. Suspiro resignada.Necesitaba un baño, no podía seguir así, se sentía muy sucia. Desde el baño le grito a Antoni que sabía muy bien que seguía allí.—Necesito darme un baño.—En la puerta pequeña de color blanco encontraras todo lo que necesites.—¡Bien, gracias!El baño sin duda había sido estupendo, la relajo inmediatamente. Se sentía renovada y ya no estaba enojada. Vio su vestido de la noche anterior y sin otro remedio tendría que volver a usarlo. Unos toques en la puerta se lo impidieron.—Te traigo algo de ropa para que la uses.—Déjala en la cama gracias.Sin esperar mucho, ella salió del cuarto de baño y para su sorpresa el aún seguía allí. Ella se detuvo de golpe al v
—Estas despedida, Catrina. Antoni le dice tajante a la morena.—Pero… ¿Porque? ¿Qué fue lo que hice mal? Pregunto la morena con los brazos en jarras.—Sabes muy bien lo que hiciste.—¿Qué? Me estas despidiendo por cruzar unas palabras con esa extranjera. Eso es muy injusto Toni.—Por lo que has dicho, ¿con que derechos te crees para hablar de mí? Tú y yo nunca hemos mantenido ningún tipo de relación.—Como si ella no fuera más que una conquista más para ti, la cual botaras cuando te aburras.—Eso no es asunto tuyo ni de nadie. Recoge tus cosas y vete. Jorge te dará tu pago.—Pero esto es ridículo, no me lo creo. Le gritaba la mujer mientras el abandonaba el bar.Lo que pasaba entre Andrómeda y él no se iba terminar así por así, había una conex
No era doloroso, hasta que poco a poco había entrado en ella, y se quedó quieto para que su cuerpo pudiera adaptarse a él, dentro de su ser. El dolor había sido muy rápido, luego quiso más. Por lo tanto comenzó a mover las caderas haciendo presión en la ingle de Antoni, el percibió su urgencia y la complació.—Debes ir más despacio.—¡Oh por todos cielos, no me pidas eso! Le dijo casi gritándola ya que estaba a punto de alcanzar el orgasmo.Él tampoco es que estaba lleno de mucha paciencia, pero tampoco podía embestirla como un salvaje, era su primera vez y no quería lastimarla o hacer de ella una mala experiencia. Pero es que ella estaba demasiado desatada, le clavaba las unas en los brazos y gemía con énfasis, decidió darle lo que pedía, no podía negarse a una mujer así. Al instante ella se puso co
Podía calmarla como también alterarla de la mejor manera posible. Era delicioso, pero también estaba llegando la noche, y la magia de aquel día estaba llegando a su fin ¿Qué pasaría ahora? Él había obtenido lo que buscaba, la seguiría buscando después de todo lo que habían compartido ¿ella deseaba que lo hiciera? No estaba segura para ser sincera.Los dos estaban viendo una interesante película acerca de una chica que se había fugado de una prisión, y un joven y atractivo policía estaba en su búsqueda. Permanecían en silencio, pero muy abrazados, la noche era algo fría así que ambos estaban bajo una cobija no muy gruesa, los dos llevaban muy poca ropa ya que Antoni le prohibió usarla. Era algo loco, ya que el siempre que la miraba quería hacerle muchas cosas.Por su parte le divertía, y ya no sentí
Quizás lo mejor era contarle la verdad sobre el idiota de Fernando, tal vez así el pudiera entender la posición de ella. No quería ocultarle algo así, él había sido muy bueno y paciente con ella como para que le hiciera algo así. Aunque no fueran novios formales, eran amantes que compartían muchas cosas. Estaba segura que si lo hacía se sentiría mucho mejor.—En media hora estaremos llegando. Le dijo el sin apartar la vista del mar.—¡Qué bien! Estoy comenzando a marearme.—¿Te sientes mal? Pregunto preocupado.—¡Estaré bien! Le dijo, era cierto, su mareo no se debía al viaje. Sino, a todo lo que tenía que contarle. –Sabes hay algo que me gustaría contarte.—¡Ah sí! ¿Y qué será? Le dijo mirándola.—Yo… Vine aquí por u
—Entonces eres de Estados Unidos querida. Dijo la madre bebiendo de la taza dorada.—Si, en efecto.—¿Y cómo le harán cuando se casen? Vivirán en Grecia ¿No?—¿Casarnos? Casi se atraganta con las pastas secas.—Madre, aun nosotros no hablamos de eso, solo estamos saliendo y conociéndonos.—¡Oh bueno! es que como me hablaste tan bien de ella y que estabas loco por ella pensé que habían hablado del asunto.Yo miro a Antoni expectante, no se lo podía creer que él le hablara siempre a su madre de mi. Si no hace mucho que la conocía. ¿De verdad estaba tan enamorado de ella?—Bueno por ahora somos novios. Dijo el mirando a la mujer.—Tranquilo hijos esperaremos cuando ambos estés seguros. Dijo el hombre, parecía muy sabio. –No queremos que comentan un error no es as&iacut
Le dijo desafiándola, ya estaba harta de que siempre se burlaran de ella o de que la humillaran. Y esta vez no se iba a intimidar por esa idiota que no sabe cuidar bien de su novio.—Así que quieres sacar las garras.—Si no me sueltas ahora mismo lo único que veras será el piso con tu cara en él. Le amenazo. Ya no tenía ganas de llorar, más bien quería asesinar a esa mujer.—Eres una perra… Intento abofetearla pero esta la detuvo y con ello se libró de su agarre, empujando a la morena hacia atrás. Los finos tacones de esta chirriaron en el suelo. Estaba encabriada y Andrómeda no se quedaba atrás.—Basta Kalesa ¿Qué coño crees que estás haciendo?La voz de Antoni resonó detrás de las dos mujeres y ambas voltearon a verlo, de pie con el ceño