No era doloroso, hasta que poco a poco había entrado en ella, y se quedó quieto para que su cuerpo pudiera adaptarse a él, dentro de su ser. El dolor había sido muy rápido, luego quiso más. Por lo tanto comenzó a mover las caderas haciendo presión en la ingle de Antoni, el percibió su urgencia y la complació.
—Debes ir más despacio.
—¡Oh por todos cielos, no me pidas eso! Le dijo casi gritándola ya que estaba a punto de alcanzar el orgasmo.
Él tampoco es que estaba lleno de mucha paciencia, pero tampoco podía embestirla como un salvaje, era su primera vez y no quería lastimarla o hacer de ella una mala experiencia. Pero es que ella estaba demasiado desatada, le clavaba las unas en los brazos y gemía con énfasis, decidió darle lo que pedía, no podía negarse a una mujer así. Al instante ella se puso co
Podía calmarla como también alterarla de la mejor manera posible. Era delicioso, pero también estaba llegando la noche, y la magia de aquel día estaba llegando a su fin ¿Qué pasaría ahora? Él había obtenido lo que buscaba, la seguiría buscando después de todo lo que habían compartido ¿ella deseaba que lo hiciera? No estaba segura para ser sincera.Los dos estaban viendo una interesante película acerca de una chica que se había fugado de una prisión, y un joven y atractivo policía estaba en su búsqueda. Permanecían en silencio, pero muy abrazados, la noche era algo fría así que ambos estaban bajo una cobija no muy gruesa, los dos llevaban muy poca ropa ya que Antoni le prohibió usarla. Era algo loco, ya que el siempre que la miraba quería hacerle muchas cosas.Por su parte le divertía, y ya no sentí
Quizás lo mejor era contarle la verdad sobre el idiota de Fernando, tal vez así el pudiera entender la posición de ella. No quería ocultarle algo así, él había sido muy bueno y paciente con ella como para que le hiciera algo así. Aunque no fueran novios formales, eran amantes que compartían muchas cosas. Estaba segura que si lo hacía se sentiría mucho mejor.—En media hora estaremos llegando. Le dijo el sin apartar la vista del mar.—¡Qué bien! Estoy comenzando a marearme.—¿Te sientes mal? Pregunto preocupado.—¡Estaré bien! Le dijo, era cierto, su mareo no se debía al viaje. Sino, a todo lo que tenía que contarle. –Sabes hay algo que me gustaría contarte.—¡Ah sí! ¿Y qué será? Le dijo mirándola.—Yo… Vine aquí por u
—Entonces eres de Estados Unidos querida. Dijo la madre bebiendo de la taza dorada.—Si, en efecto.—¿Y cómo le harán cuando se casen? Vivirán en Grecia ¿No?—¿Casarnos? Casi se atraganta con las pastas secas.—Madre, aun nosotros no hablamos de eso, solo estamos saliendo y conociéndonos.—¡Oh bueno! es que como me hablaste tan bien de ella y que estabas loco por ella pensé que habían hablado del asunto.Yo miro a Antoni expectante, no se lo podía creer que él le hablara siempre a su madre de mi. Si no hace mucho que la conocía. ¿De verdad estaba tan enamorado de ella?—Bueno por ahora somos novios. Dijo el mirando a la mujer.—Tranquilo hijos esperaremos cuando ambos estés seguros. Dijo el hombre, parecía muy sabio. –No queremos que comentan un error no es as&iacut
Le dijo desafiándola, ya estaba harta de que siempre se burlaran de ella o de que la humillaran. Y esta vez no se iba a intimidar por esa idiota que no sabe cuidar bien de su novio.—Así que quieres sacar las garras.—Si no me sueltas ahora mismo lo único que veras será el piso con tu cara en él. Le amenazo. Ya no tenía ganas de llorar, más bien quería asesinar a esa mujer.—Eres una perra… Intento abofetearla pero esta la detuvo y con ello se libró de su agarre, empujando a la morena hacia atrás. Los finos tacones de esta chirriaron en el suelo. Estaba encabriada y Andrómeda no se quedaba atrás.—Basta Kalesa ¿Qué coño crees que estás haciendo?La voz de Antoni resonó detrás de las dos mujeres y ambas voltearon a verlo, de pie con el ceño
—Está lloviendo déjame pasar. Su tono era amenazador, esa faceta de él no la conocía.—¡No!Pero de nada sirvió porque el empujo la puerta violentamente, ella retrocedió muchos pasos alejándose todo lo posible de ese hombre. Su corazón latía a millón, no era bueno estar a solas con él. En Grecia no estaba Peter para salvarla, no tenía a nadie. Lo vio cerrar la puerta, mientras se sacudía el agua de su cabello. Ella estaba en silencio, creía que cualquier movimiento podría alterarlo y hacerle algo muy malo.—He venido para que hablemos ok.—No quiero hablar vete por favor.—¡No! Le dijo serio. Ella trago saliva.—Hablaremos mi amor, como los viejos tiempos. Éramos una pareja perfecta.—Pero tú la cag
—No creo que sea buen momento para hablar, estas, nerviosa y pasaste por algo traumático. Te parece si vuelvo mañana y hablamos. Dejare que descanses.—Está bien.Él se levantó del sofá del frente y se acercó a ella, arrodillándose a sus pies tomo sus manos mientras la miraba a la cara.—Te juro que no estoy prometido con Kalesa. A quien deseo esa ti y quiero en mi vida. Sinceramente estoy enamorado de ti Andrómeda y te amo. No te he engañado. Mañana vendré para que hablemos mejor.Su mirada mostraba sinceridad y sus palabras fueron dichas con amor, pero todo eso podría ser falso. Estaba confundida, y el simple hecho que se le declarara de esa forma la derretía.—De acuerdo. Fue lo que dijo, y vio alivio en su mirada. Le dio un casto beso en los labios pero ella quería más, demonios tenía que irse ya.
—Peter yo… Dijo al separarse de él.—No digas nada ahora. Solo piénsalo, por el bien del bebe y el tuyo. Si no quieres que ese hombre este en tu vida déjame a mi estar en la de ustedes dos.Le dio un beso en la mejilla y se marchó, ¿A dónde iría? Hoy no trabajaba. Estaba en trance. El beso, la declaración, los pensamientos, Antoni, él bebe. Se volvería loca.Por los pasillos de la casa de sus padres caminaba Antoni, llevaba en sus manos una pila de documentos que le había dejado su sexy secretaria antes de partir de la oficina. Si hubiera sabido que su padre tenía una secretaria tan atractiva y eficiente en su oficina desde hace mucho tiempo le hubiera pedido que se mudara a Serifos para que lo asistiera a él.Pero ahora ya era tarde para eso, hace cuatro meses su padre le dio un ataque al corazón y el médico le prohibi&
Podía jurar que su hijo nacería antes de tiempo cuando vio a la persona que estaba parada frente de ella. Todo en ella se revolvió, hasta su bebe estaba dando saltos, brinco, patadas. Su corazón latía con fuerza, la sangre estaba siendo bombeada con intensidad por su cuerpo que le impedía respirar y ni hablar de sus orejas. Estaban hirviendo.—¡Antoni! Dijo por lo bajo.—Te encontré, al fin mi amor.¡Oh mierda! ¿Qué estaba pasando? Todo tenía que ser una puta ilusión, una mala pasada de su cabeza, si eso era. Porque era más que imposible que Antoni diera con su paradero tan exacto. Al menos que, era muy posible. Más bien era más que posible que eso fuese lo que haya pasado.—No dirás nad… Pero sus palabras fueron silenciadas por fijar su mirada en su abultado vientre. – ¿Estas