—Está lloviendo déjame pasar. Su tono era amenazador, esa faceta de él no la conocía.
—¡No!
Pero de nada sirvió porque el empujo la puerta violentamente, ella retrocedió muchos pasos alejándose todo lo posible de ese hombre. Su corazón latía a millón, no era bueno estar a solas con él. En Grecia no estaba Peter para salvarla, no tenía a nadie. Lo vio cerrar la puerta, mientras se sacudía el agua de su cabello. Ella estaba en silencio, creía que cualquier movimiento podría alterarlo y hacerle algo muy malo.
—He venido para que hablemos ok.
—No quiero hablar vete por favor.
—¡No! Le dijo serio. Ella trago saliva.
—Hablaremos mi amor, como los viejos tiempos. Éramos una pareja perfecta.
—Pero tú la cag
—No creo que sea buen momento para hablar, estas, nerviosa y pasaste por algo traumático. Te parece si vuelvo mañana y hablamos. Dejare que descanses.—Está bien.Él se levantó del sofá del frente y se acercó a ella, arrodillándose a sus pies tomo sus manos mientras la miraba a la cara.—Te juro que no estoy prometido con Kalesa. A quien deseo esa ti y quiero en mi vida. Sinceramente estoy enamorado de ti Andrómeda y te amo. No te he engañado. Mañana vendré para que hablemos mejor.Su mirada mostraba sinceridad y sus palabras fueron dichas con amor, pero todo eso podría ser falso. Estaba confundida, y el simple hecho que se le declarara de esa forma la derretía.—De acuerdo. Fue lo que dijo, y vio alivio en su mirada. Le dio un casto beso en los labios pero ella quería más, demonios tenía que irse ya.
—Peter yo… Dijo al separarse de él.—No digas nada ahora. Solo piénsalo, por el bien del bebe y el tuyo. Si no quieres que ese hombre este en tu vida déjame a mi estar en la de ustedes dos.Le dio un beso en la mejilla y se marchó, ¿A dónde iría? Hoy no trabajaba. Estaba en trance. El beso, la declaración, los pensamientos, Antoni, él bebe. Se volvería loca.Por los pasillos de la casa de sus padres caminaba Antoni, llevaba en sus manos una pila de documentos que le había dejado su sexy secretaria antes de partir de la oficina. Si hubiera sabido que su padre tenía una secretaria tan atractiva y eficiente en su oficina desde hace mucho tiempo le hubiera pedido que se mudara a Serifos para que lo asistiera a él.Pero ahora ya era tarde para eso, hace cuatro meses su padre le dio un ataque al corazón y el médico le prohibi&
Podía jurar que su hijo nacería antes de tiempo cuando vio a la persona que estaba parada frente de ella. Todo en ella se revolvió, hasta su bebe estaba dando saltos, brinco, patadas. Su corazón latía con fuerza, la sangre estaba siendo bombeada con intensidad por su cuerpo que le impedía respirar y ni hablar de sus orejas. Estaban hirviendo.—¡Antoni! Dijo por lo bajo.—Te encontré, al fin mi amor.¡Oh mierda! ¿Qué estaba pasando? Todo tenía que ser una puta ilusión, una mala pasada de su cabeza, si eso era. Porque era más que imposible que Antoni diera con su paradero tan exacto. Al menos que, era muy posible. Más bien era más que posible que eso fuese lo que haya pasado.—No dirás nad… Pero sus palabras fueron silenciadas por fijar su mirada en su abultado vientre. – ¿Estas
—Escucha amor, debo ir a la oficina por algún trabajo pendiente. Te prometo que regresare pronto.—¿Te vas? No porque, no me dejes sola.—Prometo regresar en tres horas.—Es una promesa.Él le dio un beso en los labios, dejándola con ganas de más como ese. Pero sabía que tenía que cumplir con su deber, no podía absorberlo todo el tiempo.—Te quedas en buenas manos. Vio cómo se aproximaba la madre de este y le sonrió, hace mucho que no la veía. Estaba apenada por haberse ido sin despedirse.—Hola querida, que bueno verte de nuevo. Espero que esta vez no huyas. Dijo riendo la mujer.—No lo haré. Dijo con una sonrisa tímida. – Me quedare con su hijo.—Me alegra oír eso. Entonces vamos a ponernos manos a la obra.—Bueno yo las dejo. Mamá no la abrumes ok&
Se desperezo y se metió en el baño para darse una ducha, tenía un largo día por delante con lo de la boda.Al bajar su suegra la esperaba con una radiante sonrisa y muchas cosas en las manos. Parecían las invitaciones.—Qué bueno que bajas, ya han llegado varias muestras para las invitaciones de la boda.—¿Tan rápido?—Claro mi niña, debemos darnos prisa antes de que llegue mi nieto.—¡Claro! Dijo con una media sonrisa.Había sido un día de locos, su suegra la llevo a todas partes, decoradores, floristas, postres, restaurantes. Casarse era agotador y aparte súper estresando estando embarazada de cuatro meses. Antoni la llamaba cada tres horas para saber cómo se encontraba, suponía que quería remendar su error. Aunque todo eso perteneciese a su pasado,
Habían pasado unos días y todo estaba tranquilo, ese día por la tarde tenía consulta con el médico. Y todos esperaban que le dieran los resultados del sexo, los abuelos estaban ansiosos por conocer al fin si sería niña o niño. A ella le daba igual solo quería que naciera sano. Llegaron a una prestigiosa clínica, tuvieron que viajar hasta la ciudad ya que en Santorini no trabajaba el médico de cabecera de la familia.Al llegar a la clínica los recibió una señora muy amable, era la secretaria del doctor quien la guio hacia un cubículo para que la revisaran, estaba nerviosa y ansiosa. El médico entro de lo más normal, se presentaron y Antoni converso con él sobre la mejoría de su padre.—Muy bien ¿estás lista para que te revise Andrómeda?—Absolutamente doctor.Después de una exhaustiva r
—Ya organice una búsqueda para la captura de esa mujer. Culmino por decir Antoni un poco retirado de ellos.—Me parece buena idea, es un peligro para mi hija. Dijo el suegro.—Descuida Antoni, nosotros no te juzgamos por lo que paso. No es tu culpa. Dijo la madre de Andrómeda.—Igual me siento responsable. Respondió con culpabilidad.—No amor. Su prometida le tendió la mano y él se acercó. –No tienes culpa de nada ok, saca eso de tu cabeza.Él le dio un casto beso en los labios, y la reunión familiar fue interrumpida por una enfermera. Notificando que la hora de visita había culminado.Cuatro días en el hospital estaban acabando con la poca cordura que le quedaba a Andrómeda, ya quería el alta para terminar su reposo en casa. Agradecía que sus padres se quedarían por un mes entero para cuidar de ella, y su ami
Así que el idiota del guardaespaldas había decidido salir por la noche, lo sabía, sabía que el algún momento se cansaría de cuidar a la embarazada pensó Gina, mirando al joven salir de la mansión de Antoni. Ese era el momento perfecto. La mujer estaba desprotegida. Y para mejorar su suerte, vio como Antoni también abandona la casa. Sonrió de oreja a oreja. Todo estaba a su favor. Pondría en marcha su plan esa misma noche.Andrómeda lloraba desconsoladamente en su habitación, sola, sin que nadie la consolara o al menos le dijera que todo estaría bien. Pero Antoni, los celos le había cegado los ojos, y su amigo solo empeoraba las cosas. Solo quería paz, no quería peleas o desconfianzas. Dándole la espalda a la puerta mientras admiraba la belleza que tenía delante de sus ojos. Estaba comenzando a sentir sueño, había llorado tant