—No hay mucho que decir, vivo en esta isla por mi trabajo, mis padres viven en Santorini. Esta isla es estupenda y estar aquí es como un sueño tranquilo y sin problemas.
—¿Cómo visitas a tus padres?
—Tengo un yate puedo ir y venir cuando quiera.
—Era de suponer. Balbuceo.
—¿Por qué estás aquí en Grecia? Aun no llega la temporada de turistas.
—¿Es necesario la temporada?
—¡Siempre respondes con otra pregunta! Rio.
—Me obsequiaron el viaje, no me pude negar.
—Me apuesto a que fueron tus padres, puedo jurar que alguno de los dos son griegos.
—En efecto mi madre lo es. Pero no fueron ellos.
La sonrisa de él se borró en un instante. Quedo pensando como buscando que decir.
—Entonces fue algún tío.
—La verdad es que no estas ni cerca. Déjate de rodeos y pregunta lo que tienes trabado en la lengua.
—Eres decidida ¿Quién te regalo el viaje?
—Un buen amigo mío.
—¿Un amigo eh?
Serian cosas suyas o él estaba un poco celoso, era divertido pero aterrador a la vez y si era un maniaco acosador, u otro violador. Los bellos del cuerpo se le erizaron, no pensó en las consecuencias de estar sola en una playa con un desconocido. Se levantó deprisa mientras era observada por su compañero.
—¿Qué sucede para dónde vas?
—Tengo que irme.
Él se puso en pie viéndola recoger sus cosas deprisa.
—¿Por qué te vas? ¿Dije algo malo?
—No, es que yo… lo lamento Antoni no te conozco de nada, no sé si ese sea tu nombre real y estoy sola aquí contigo y no me gusta. Lo siento. Camino de vuelta al caserío.
—Espera yo no quiero hacerte daño. La siguió.
—No me sigas, me pones nerviosa. Se volteo a verlo.
—Pero ¿porque no me das la oportunidad? Solo quiero conocerte, ser un amigo para ti.
—Yo no vine aquí hacer amigos. Exclamo.
Ella se detuvo a medio camino observando un coche muy bonito aparcado en la vía, era un Jeep rustico color blanco. Creía que no había ningún coche en la isla.
—Si quieres te llevo a casa.
—¿Es tuyo?
—Sí. Dijo con algo de culpa.
—Porque no me sorprende, pensé que no habían coches aquí.
—Y es así, ese es el único que hay en esta isla.
—¿Quién eres tú? Pero cuando él iba a responder ella lo interrumpió – No mejor olvídalo no quiero saberlo.
Ella camino alrededor del auto avanzando cada vez más rápido.
—Andrómeda por favor espera, déjame llevarte, no te vayas así. El, la seguía.
—No me sigas, ya te lo dije.
Salió corriendo como si fuera una niña pequeña perdiéndose por un laberinto de casas. Antoni la miro irse, no la seguiría porque sería como acosarla él no quería que le tuviera miedo, quería ganársela bien. Pero su reacción le pareció muy extraña, tan fascínate al principio y luego tan temerosa ¿Por qué? Volvió a la playa y recogió sus cosas marchándose a uno de sus negocios, tenía asuntos que atender. Había sido toda una sorpresa encontrarla en la playa como si el destino estuviera confabulando, pero después de lo que había pasado todas las ganas de darse un buen baño se había esfumado.
Llego a su casa, acalorada, asustada y muy confundida. La primera podía solucionarse con un buen baño. Pero las otras dos, no tenía idea de cómo mejorarlas. Ese hombre era un dilema, ella había pasado por un trauma que notablemente aún no había superado, y no estaba nada segura que pudiera hacerlo muy pronto y por la forma en que salió huyendo de la playa quedaba más que claro que el temor la perseguía por doquier.
Solo lo había visto dos veces en su vida y ya se sentía extraña con su presencia, cuando lo miraba o pensaba en él. Era tan intimidante, terrorífico y excitante ¿pero desde cuando ella pensaba en ese tipo de cosas? Ni con Fernando lo había sentido, el nunca llego a producir una sensación como la que le hace sentir ese griego ¿Qué podría significar eso?
Nada…
Eso era lo que debería de sentir, tomaría ese baño y saldría un buen rato en bicicleta. Había visto una en un pequeño almacén, la vio en buen estado así que recorrería la isla en ella. Olvidaría a Antoni y eso sería todo, tomo su toalla y se metió en el baño.
La vista era increíble, el paseo que le brindaba la bicicleta le daba paz interior justo lo que necesitaba. Subía por una colina muy empinada, la verdad es que no llevaba los implementos necesarios para una excursión, solo agua, bloqueadores y un casco viejo. Pero su mayor gran error había sido no ponerse sus deportivas. Suspiro por lo difícil que se le estaba haciendo, se detuvo para poder observar bien el terreno.
—¡Rayos! Escucho muy cerca un motor y eso la puso en alerta máxima, recordó vagamente cierto comentario “este es el único coche en esta isla”. –¡Oh carajo! Es el.
No había escondites, al menos que se lanzara al barranco con la bicicleta y la verdad es que no era la mejor de las opciones. Vio como el coche se aproximaba y para su suerte si era él.
—Así que decidiste subir al mirador.
—Y después me dices que no estas siguiéndome.
—La verdad es que esta vez soy culpable. Quiero que hablemos.
—No hay nada de qué hablar.
—Ven sube al coche, es más fácil llegar hasta arriba. La vista es increíble en la puesta de sol.
Se bajó del auto y la alcanzo, ella dudo unos minutos hasta que al fin accedió. El tomo la bicicleta y el monto en un solo movimiento al Jeep. Ambos subieron en silencio mientras él ponía en marcha el motor. Pronto llegaron a lo más alto de la isla donde se encontraba el famoso mirador como le había dicho el griego. En lo que se bajó quedo totalmente impresionada, la vista era más que maravillosa. Sus ojos brillaban como las estrellas ya que estaba por caer la tarde, y sin importarle nada no se lo perdería.
—¿Es hermoso no es así?—Lo es, perfecto.—Sabía que te gustaría.—¿Por qué me has seguido?—Te vi por el pueblo y decidí seguirte porque la verdad es que quiero conocerte.—No soy buena como amiga, créeme.—Me sacrificare.—Lamento si he sido antipática, pero la verdad no estoy interesada yo…—¿Quién te lastimo tanto?Ella lo miro a los ojos, y los suyos propios comenzaron a nublarse, quería contener las ganas de llorar y no recordar nada, y menos en esos bellos momentos.—Déjame sola, puedo bajar por mi cuenta.—¡No quiero!Le dijo acercándose más a ella, vio como unas lágrimas gruesas caían por sus mejillas poniendo su nariz sumamente roja. Ella miraba la impresiónate vista del mar y el sol poner
Un joven se acercó a ella sacándola de sus pensamientos, ella aprovecho la ocasión para ordenar un té frio, la verdad es que no le gustaba beber, y un té a esas horas de la noche le caería perfecto. Era inevitable no voltear a ver al griego con la morena ¿pero porque le molestaba tanto? De pronto el levanto la vista y la vio, sus ojos conectaron y a él se le dibujo una sonrisa de felicidad por haberla visto allí sentada. Si supiera que tenía ganas de salir corriendo, pero ya había pedido la orden y no huiría solo porque él estuviera allí flirteando con otra. Ella miro hacia otro lado ignorándolo por completo, hasta que imagino que el cayo en cuenta que no estaba solo. Y que ella lo había pillado.Vio como separaba a la morena de su lado y la despachaba, pero no antes de que esta se diera cuenta de las miradas que ambos se estaban dando. Lo cual provoc&oa
—¡Mierda! Las vacaciones no están saliendo como lo esperaba. Suspiro resignada.Necesitaba un baño, no podía seguir así, se sentía muy sucia. Desde el baño le grito a Antoni que sabía muy bien que seguía allí.—Necesito darme un baño.—En la puerta pequeña de color blanco encontraras todo lo que necesites.—¡Bien, gracias!El baño sin duda había sido estupendo, la relajo inmediatamente. Se sentía renovada y ya no estaba enojada. Vio su vestido de la noche anterior y sin otro remedio tendría que volver a usarlo. Unos toques en la puerta se lo impidieron.—Te traigo algo de ropa para que la uses.—Déjala en la cama gracias.Sin esperar mucho, ella salió del cuarto de baño y para su sorpresa el aún seguía allí. Ella se detuvo de golpe al v
—Estas despedida, Catrina. Antoni le dice tajante a la morena.—Pero… ¿Porque? ¿Qué fue lo que hice mal? Pregunto la morena con los brazos en jarras.—Sabes muy bien lo que hiciste.—¿Qué? Me estas despidiendo por cruzar unas palabras con esa extranjera. Eso es muy injusto Toni.—Por lo que has dicho, ¿con que derechos te crees para hablar de mí? Tú y yo nunca hemos mantenido ningún tipo de relación.—Como si ella no fuera más que una conquista más para ti, la cual botaras cuando te aburras.—Eso no es asunto tuyo ni de nadie. Recoge tus cosas y vete. Jorge te dará tu pago.—Pero esto es ridículo, no me lo creo. Le gritaba la mujer mientras el abandonaba el bar.Lo que pasaba entre Andrómeda y él no se iba terminar así por así, había una conex
No era doloroso, hasta que poco a poco había entrado en ella, y se quedó quieto para que su cuerpo pudiera adaptarse a él, dentro de su ser. El dolor había sido muy rápido, luego quiso más. Por lo tanto comenzó a mover las caderas haciendo presión en la ingle de Antoni, el percibió su urgencia y la complació.—Debes ir más despacio.—¡Oh por todos cielos, no me pidas eso! Le dijo casi gritándola ya que estaba a punto de alcanzar el orgasmo.Él tampoco es que estaba lleno de mucha paciencia, pero tampoco podía embestirla como un salvaje, era su primera vez y no quería lastimarla o hacer de ella una mala experiencia. Pero es que ella estaba demasiado desatada, le clavaba las unas en los brazos y gemía con énfasis, decidió darle lo que pedía, no podía negarse a una mujer así. Al instante ella se puso co
Podía calmarla como también alterarla de la mejor manera posible. Era delicioso, pero también estaba llegando la noche, y la magia de aquel día estaba llegando a su fin ¿Qué pasaría ahora? Él había obtenido lo que buscaba, la seguiría buscando después de todo lo que habían compartido ¿ella deseaba que lo hiciera? No estaba segura para ser sincera.Los dos estaban viendo una interesante película acerca de una chica que se había fugado de una prisión, y un joven y atractivo policía estaba en su búsqueda. Permanecían en silencio, pero muy abrazados, la noche era algo fría así que ambos estaban bajo una cobija no muy gruesa, los dos llevaban muy poca ropa ya que Antoni le prohibió usarla. Era algo loco, ya que el siempre que la miraba quería hacerle muchas cosas.Por su parte le divertía, y ya no sentí
Quizás lo mejor era contarle la verdad sobre el idiota de Fernando, tal vez así el pudiera entender la posición de ella. No quería ocultarle algo así, él había sido muy bueno y paciente con ella como para que le hiciera algo así. Aunque no fueran novios formales, eran amantes que compartían muchas cosas. Estaba segura que si lo hacía se sentiría mucho mejor.—En media hora estaremos llegando. Le dijo el sin apartar la vista del mar.—¡Qué bien! Estoy comenzando a marearme.—¿Te sientes mal? Pregunto preocupado.—¡Estaré bien! Le dijo, era cierto, su mareo no se debía al viaje. Sino, a todo lo que tenía que contarle. –Sabes hay algo que me gustaría contarte.—¡Ah sí! ¿Y qué será? Le dijo mirándola.—Yo… Vine aquí por u
—Entonces eres de Estados Unidos querida. Dijo la madre bebiendo de la taza dorada.—Si, en efecto.—¿Y cómo le harán cuando se casen? Vivirán en Grecia ¿No?—¿Casarnos? Casi se atraganta con las pastas secas.—Madre, aun nosotros no hablamos de eso, solo estamos saliendo y conociéndonos.—¡Oh bueno! es que como me hablaste tan bien de ella y que estabas loco por ella pensé que habían hablado del asunto.Yo miro a Antoni expectante, no se lo podía creer que él le hablara siempre a su madre de mi. Si no hace mucho que la conocía. ¿De verdad estaba tan enamorado de ella?—Bueno por ahora somos novios. Dijo el mirando a la mujer.—Tranquilo hijos esperaremos cuando ambos estés seguros. Dijo el hombre, parecía muy sabio. –No queremos que comentan un error no es as&iacut