Diviso la isla a lo lejos y era bellísima, cuando se bajó del ferry se enamoró de lo maravillosa y pintoresca que era, las casas eran auténticamente cicladas y con aires venecianos de un blanco esplendoroso. Era muy bonito, cualquiera desearía vivir allí de por vida en aquella pacifica isla.
Arrastraba su maleta por el puerto, Peter le comento que en la isla no había transporte por lo pequeña que era, pero si contaba con medio de transporte como las bicicletas o simplemente caminar. Según el, la casa de sus padres estaba a unas pocas cuadras del puerto así que muy bien podía ir andando, y eso fue exactamente lo que hizo.
Le había dejado un croquis muy detallado de cómo llegar, y de cómo era la casa. Paro la verdad es que habían muchos laberintos de calles y casas todas en blanco impecable. Pero eso no pudo con ella, porque al final la había encontrado sin problemas.
Una vez cómoda en la casa, se dedicó a recorrerla escogiendo la habitación más grande con una vista estupenda hacia el mar, se enamoró de Grecia al instante no entendía como su madre no había vuelto. Pensó en que disfrutaría cada día de sus vacaciones sin que nadie la molestase.
Fernando había sido una completa pesadilla, le llamaba todos los días, le enviaba flores, chocolates, cartas, peluches y todo eso iba a parar al contenedor de desechos. El intentaba que lo perdonara por eso estaba tan deprimida, porque aun sentía cosas por él y deseaba volver con el pero después de lo que había hecho no podía confiar nuevamente en su persona. Y rogaba porque ese viaje le ayudara.
Inhalo profundo el aroma a playa, exquisito pensó. Como aún era temprano iría a recorrer las calles de Serifos, quizás tomar un café o tomar un bocadillo. Se cambió de ropa eligiendo un bonito vestido holgado verde limón, con unas sandalias al estilo romanas. Salió a la calle y la brisa y el calor la invadió, eran muy distintos los climas pero no importaba. Como había muchos laberintos tuvo mucho cuidado de mirar bien por dónde meterse para evitar perderse. Al final había logrado encontrar un hermoso café-Te era muy pintoresco las sillas y mesas estaban afuera, era agradable porque el sol reflejaba muy poco así que a esa hora podrían sentarse tranquila para degustar del menú. Un joven se acercó a ella con una sonrisa cálida en los labios diciéndole algo en la lengua Griega.
¡Oh rayos! Ese pequeño detalle se le había olvidado por completo, no entendía lo que le estaba diciendo.
—Disculpa, pero no entiendo lo que me dices.
—Lo lamento señorita ¿Qué desea ordenar?
—Gracias a Dios que sabes mi idioma, bueno me gustaría un café con mucha azúcar.
—Muy bien ¿apetece algo más?
—¿Qué más hay en el menú?
—Postres, pastas secas, pasteles, helados, capuch…
—Creo que las pastas secas me irán bien.
—Muy bien señorita en seguida le traigo su orden.
Ella relajo los hombros, era un milagro que hablara su idioma esperaba que muchos lugares ocurriera lo mismo para poder pasarlo bien. El café no estaba muy lleno, pero no muy lejos de ella como a dos mesas estaba sentado un hombre atractivo, realmente era increíblemente hermoso como esos dioses griegos de los que leía en sus novelas o libros de la biblioteca. Ella lo miro de reojo mientras él tomaba un sorbo de café en una taza impecablemente blanca ¿pero que tanto le miraba? ¿Tendría algo en el cabello? Dejo de mirarlo ya que el joven llegaba con su orden.
Todo tenía una buena pinta, estaba más que ansiosa por probar el café y esas pastas secas de vainilla y chocolate, le hacían agua la boca. Probo la primera de vainilla junto con un sorbo del café y suspiro maravillada.
—Hmm… ¡que rico! Subiría muchos kilos aquí si me quedara en esta isla. Exclamo con voz un poco alta.
—¿Y porque no te quedas?
Una voz la sobresalto, el extraño hombre la había escuchado estaba atento a cada movimiento de ella. Eso incomodo a la joven.
—¿Disculpe?
—Si no te quieres ir entonces quédate. Le dijo con una sonrisa arrebatadora que le erizo los bellos del cuerpo.
—Si bueno gracias por su sugerencia. Devolviendo la mirada a su taza de café.
Demonios esa sonrisa sería algo que jamás olvidaría en su vida. Demasiado sensual y picara para ser verdad, concéntrate Andrómeda no viniste a tener amoríos. Lo escucho hablar griego, y se preguntó que estaría diciendo.
Y de paso era un griego, definitivamente tenía que olvidarse de amores con extranjeros que hablaban en otro idioma del que ella no entendía nada. Apuro su café y las pastas, ni siquiera pudo disfrutar de una tarde tranquila sin que un hombre la molestara. Pidió la cuenta, agradecía el poco entrenamiento que le había dado su amigo antes de partir. Se levantó sin mirar al extraño.
—¿Por qué te vas tan rápido?
Ella no respondió siguió su camino perdiéndose por las calles que la habían conducido aquel lugar. El resto del día lo paso en casa, estaba agotada había sido un largo viaje y después del encuentro con aquel bello pero extraño hombre ya no le apetecía salir de nuevo. Al siguiente día sería mucho mejor.
—Mañana pasare el día en la playa, bastante que me hace falta.
Una larga ducha después de un día caluroso, a pesar de haber usado un vestido suelto el calor la estaba abrumando. Pero la noche sí que era refrescante dejando la ventana abierta, bueno más bien era como una puerta enorme con cortinas blancas colgadas del techo hasta arrastrar por el suelo “muy griego” pensó. La suave brisa se colaba por la ventana ondeando las blancas telas de forma sensual.
Ella las miraba desde su cama y era muy relajante porque también podía ver el mar desde allí, escuchar el sonido de las olas era maravilloso. Pronto sintió los parpados pesados y antes de quedarse dormida la sonrisa de un peculiar hombre vino a sus pensamientos y con eso logro quedarse dormida.
—El sol está perfecto este día. Exclamo fascinada.
Toro una toalla en las blancas arenas de la playa, esa mañana se había puesto un lindo traje de baño color rosa de dos partes. La playa estaba completamente sola, era muy raro pero no le importó, tendría más privacidad.
—¡Al parecer somos los únicos en este lado de la playa!
Una voz detrás de ella hizo que diera un respingo. Era el… el extraño de la cafetería con su gallarda sonrisa vestido solo con unos pantalones cortos y una camisa blanca abierta por el medio mostrando su atractivo abdomen marcado pero que carajos ¿Cuántos cuadritos tenia? Las líneas de sus caderas se perdían por sus pantalones bajos los cuales hacían el intento de ocultar un bulto.—¿Me estas siguiendo?—¡Jamás! Seguido de eso expresó algunas palabras en la lengua nativa del lugar. Finalizando con una sonrisa traviesa.Ella lo miro con suspicacia, no confiaba en él, de hecho no confiaba en los extraños y menos después de su último encuentro con uno le quedaron solo malos recuerdos y amargos sabores. Se prometió no volver a confiar en un extraño, al menos que alguno de sus amigos se lo presentara. Pero si lo miraba por ot
—No hay mucho que decir, vivo en esta isla por mi trabajo, mis padres viven en Santorini. Esta isla es estupenda y estar aquí es como un sueño tranquilo y sin problemas.—¿Cómo visitas a tus padres?—Tengo un yate puedo ir y venir cuando quiera.—Era de suponer. Balbuceo.—¿Por qué estás aquí en Grecia? Aun no llega la temporada de turistas.—¿Es necesario la temporada?—¡Siempre respondes con otra pregunta! Rio.—Me obsequiaron el viaje, no me pude negar.—Me apuesto a que fueron tus padres, puedo jurar que alguno de los dos son griegos.—En efecto mi madre lo es. Pero no fueron ellos.La sonrisa de él se borró en un instante. Quedo pensando como buscando que decir.—Entonces fue algún tío.—La verdad es que no estas ni cerca. D&eacu
—¿Es hermoso no es así?—Lo es, perfecto.—Sabía que te gustaría.—¿Por qué me has seguido?—Te vi por el pueblo y decidí seguirte porque la verdad es que quiero conocerte.—No soy buena como amiga, créeme.—Me sacrificare.—Lamento si he sido antipática, pero la verdad no estoy interesada yo…—¿Quién te lastimo tanto?Ella lo miro a los ojos, y los suyos propios comenzaron a nublarse, quería contener las ganas de llorar y no recordar nada, y menos en esos bellos momentos.—Déjame sola, puedo bajar por mi cuenta.—¡No quiero!Le dijo acercándose más a ella, vio como unas lágrimas gruesas caían por sus mejillas poniendo su nariz sumamente roja. Ella miraba la impresiónate vista del mar y el sol poner
Un joven se acercó a ella sacándola de sus pensamientos, ella aprovecho la ocasión para ordenar un té frio, la verdad es que no le gustaba beber, y un té a esas horas de la noche le caería perfecto. Era inevitable no voltear a ver al griego con la morena ¿pero porque le molestaba tanto? De pronto el levanto la vista y la vio, sus ojos conectaron y a él se le dibujo una sonrisa de felicidad por haberla visto allí sentada. Si supiera que tenía ganas de salir corriendo, pero ya había pedido la orden y no huiría solo porque él estuviera allí flirteando con otra. Ella miro hacia otro lado ignorándolo por completo, hasta que imagino que el cayo en cuenta que no estaba solo. Y que ella lo había pillado.Vio como separaba a la morena de su lado y la despachaba, pero no antes de que esta se diera cuenta de las miradas que ambos se estaban dando. Lo cual provoc&oa
—¡Mierda! Las vacaciones no están saliendo como lo esperaba. Suspiro resignada.Necesitaba un baño, no podía seguir así, se sentía muy sucia. Desde el baño le grito a Antoni que sabía muy bien que seguía allí.—Necesito darme un baño.—En la puerta pequeña de color blanco encontraras todo lo que necesites.—¡Bien, gracias!El baño sin duda había sido estupendo, la relajo inmediatamente. Se sentía renovada y ya no estaba enojada. Vio su vestido de la noche anterior y sin otro remedio tendría que volver a usarlo. Unos toques en la puerta se lo impidieron.—Te traigo algo de ropa para que la uses.—Déjala en la cama gracias.Sin esperar mucho, ella salió del cuarto de baño y para su sorpresa el aún seguía allí. Ella se detuvo de golpe al v
—Estas despedida, Catrina. Antoni le dice tajante a la morena.—Pero… ¿Porque? ¿Qué fue lo que hice mal? Pregunto la morena con los brazos en jarras.—Sabes muy bien lo que hiciste.—¿Qué? Me estas despidiendo por cruzar unas palabras con esa extranjera. Eso es muy injusto Toni.—Por lo que has dicho, ¿con que derechos te crees para hablar de mí? Tú y yo nunca hemos mantenido ningún tipo de relación.—Como si ella no fuera más que una conquista más para ti, la cual botaras cuando te aburras.—Eso no es asunto tuyo ni de nadie. Recoge tus cosas y vete. Jorge te dará tu pago.—Pero esto es ridículo, no me lo creo. Le gritaba la mujer mientras el abandonaba el bar.Lo que pasaba entre Andrómeda y él no se iba terminar así por así, había una conex
No era doloroso, hasta que poco a poco había entrado en ella, y se quedó quieto para que su cuerpo pudiera adaptarse a él, dentro de su ser. El dolor había sido muy rápido, luego quiso más. Por lo tanto comenzó a mover las caderas haciendo presión en la ingle de Antoni, el percibió su urgencia y la complació.—Debes ir más despacio.—¡Oh por todos cielos, no me pidas eso! Le dijo casi gritándola ya que estaba a punto de alcanzar el orgasmo.Él tampoco es que estaba lleno de mucha paciencia, pero tampoco podía embestirla como un salvaje, era su primera vez y no quería lastimarla o hacer de ella una mala experiencia. Pero es que ella estaba demasiado desatada, le clavaba las unas en los brazos y gemía con énfasis, decidió darle lo que pedía, no podía negarse a una mujer así. Al instante ella se puso co
Podía calmarla como también alterarla de la mejor manera posible. Era delicioso, pero también estaba llegando la noche, y la magia de aquel día estaba llegando a su fin ¿Qué pasaría ahora? Él había obtenido lo que buscaba, la seguiría buscando después de todo lo que habían compartido ¿ella deseaba que lo hiciera? No estaba segura para ser sincera.Los dos estaban viendo una interesante película acerca de una chica que se había fugado de una prisión, y un joven y atractivo policía estaba en su búsqueda. Permanecían en silencio, pero muy abrazados, la noche era algo fría así que ambos estaban bajo una cobija no muy gruesa, los dos llevaban muy poca ropa ya que Antoni le prohibió usarla. Era algo loco, ya que el siempre que la miraba quería hacerle muchas cosas.Por su parte le divertía, y ya no sentí