El hombre se mantuvo en silencio por un poco más de tiempo, ¿mi respuesta le había parecido sensata o un poco descabellada? No tenía manera de saberlo y era algo que, en ese momento, no ameritaba mi atención. Mi padre era el hombre que estaba detrás de todo esto, el hombre que podría darme respuesta a mis interrogantes estaba corriendo peligro, hasta ahora, muchos habían hablado acerca del presidente y de que «él no es una buena persona». ¿Cuál era la línea de la justicia que debía seguir? ¿A qué parte debería creer? A juzgar por lo sucedido hace años, el lugar que llenaba a mamá de felicidad era este lado del mundo, y Rusia, a diferencia de lo que yo siempre pensé, era uno que reflejaba dolor, ¿Dónde podría hallar las respuestas correctas? ¿En quién debería confiar? —Comandante, hay algo que sí o sí debe saber— expuse con seriedad —Susan, no escapó de prisión sola, y no había posibilidad de que ella lograra sobornar a los guardias en su condición. Ella debió haber recibido ayuda de
R O K S A N A (Sharon) —¿Crees lo que te estoy diciendo? — preguntó el señor Johnson mientras tomaba mi mano. Mi mente estaba en blanco, no sabía desde dónde debería comenzar a digerir la información recibida, ¿debería creer o mantener la duda en ambas partes? ¿Lo mejor sería mantenerme al margen de esto? Cuando abrí mi boca para responder, el señor me interrumpió. —Tu padre y yo estamos en dos posiciones contrarias, nunca nos llevamos bien, había una guerra declarada entre nosotros dos, una guerra silenciosa para que Bella no resultara herida. Yo, me obligué a aceptar su decisión de mudarse junto a él, pero sabía que ese matrimonio sería infeliz — él se puso en pie y tomando su saco extendió su mano en mi dirección. —Vamos, te llevaré a un lugar. Llegamos a una zona en la que pocas veces había cruzado, de hecho, estaba situada a unas cuantas horas de la Casa Blanca, incluso del barrio dónde yo vivía. Todo estaba lleno de plantas y árboles, era un campo en el que la maleza había ten
Al terminar de leerla, la dejé a un lado, elevé lentamente mi cabeza para encontrarme con la mirada del señor Johnson. Al parecer nuestro silencio estaba expresando mucho más de lo que nuestras palabras podrían. Él extendió su mano en la que había una última carta, esa había sido escrita antes de que ella decidiera abandonar el país, a diferencia de la anterior, ella en ese momento tenía dos pequeños niños, los cuales no dejaría en manos del coronel. De esa manera, ella logró escabullirse en uno de los instantes en los que el coronel estaba prestando servicio, ese servicio duraría unos diez meses, en los que ella podría irse acoplando a su nueva vida. Permanecería lejos de las ciudades y de los lugares más populares, viviría de manera modesta en el campo para evitar levantar sospechas. Todo eso solo duró unos cinco años, los cuales fueron suficientes para que la ira de Ivanov se viera aún más fiera, él no perdonaría que su esposa hubiera «escapado a brazos de otro hombre». El señor J
—¿Lo haremos todos? — preguntó Taylor sentándose en una mejor posición. La mirada de los otros dos se posó sobre él. —Al parecer, el teniente Taylor no ha aprendido nada en todos estos años de servicio — se burló Nathan. —Si uno de nosotros cae, caemos todos. Y la persona que más tiene de perder en este momento, es Sharon ¿No es así? — vio a la chica esperando que confirmara sus palabras. —En este momento ella está no solo traicionando a su padre, sino a toda su nación, ya nos ha ayudado a cuidar de tu padre lo suficiente, incluso ha salvado tu pellejo, ha ejecutado a excompañeros suyos… ¿Crees que Rusia no daría nada por su cabeza? —Olvidas un detalle…— interrumpió Sharon. —Ellos aún no saben lo que he hecho, o por lo menos, tengo la esperanza de que ese pequeño detalle se les haya escapado. Conozco a mi padre, no me mataría enseguida… haría que regrese a Rusia y me asignará una misión en la que las probabilidades de morir serían extremadamente altas — inclinó la cabeza. —Pero eso n
—Sharon… yo, realmente lo siento — balbuceó Nathan. —Tú… ¿Planeas regresar a Rusia? — la joven asintió —¿Piensas hacerlo dentro de poco o dentro de un par de años? — insistió con la esperanza de que ella dijera que tardaría. No deseaba separarse de la persona con la que tanto se había encariñado y, a pesar de que ambos se tuvieran un gran cariño; nunca se llegarían a ver como una pareja, pero, estaban seguros de que el otro daría su vida por ellos si fuera necesario y que ellos lo harían sin dudarlo. —Debo terminar mi misión y regresar — masculló sin gesticular con claridad. —Si no lo hago así, ellos enviarán a más personas, podrían pensar que he sido atrapada y… definitivamente no nos conviene hacer que ellos hagan eso. Necesito regresar a Rusia y encontrar la manera de regresar, cosa que, no es tan sencilla como parece — inclinó su cabeza para atrás mientras sacudía su cabello. —Y si… ¿Les hacemos creer que realmente moriste? — susurró Taylor acercándose más a nosotros. —Solo debem
El tiempo corría a pasos agigantados y por más que no quisieran separarse, debían apurarse antes de que algo se interpusiera en el camino de la joven. Ella con suavidad posó sus manos en el pecho de Taylor, haciendo que, con un pequeño empujón, ambos se separaran. —Debo seguir empacando — susurró dando un último y fugaz beso en la mejilla del mayor. De camino al Aeropuerto, Nathan mantenía el silencio, habían compartido bastante tiempo juntos e incluso, para Sharon era difícil aquella separación, veía en Nathan un hermano al que cuidar, aunque en muchas otras ocasiones, él no dudaba en protegerla. —Hey… no te pongas así, ya saber que regresaré pronto. No he muerto hasta ahora, así que es poco probable que lo haga, esta vez — susurró acariciando la mano de su compañero. —Eso no es lo que dijiste hace unas horas — se quejó como si fuera un niño chiquito —Dijiste que había un cincuenta por ciento de posibilidades de que mueras en esto — le dedicó una última mirada. —Por cierto, ¿Por qué
—Leí las cartas — respondí sin ser específica, si mi superior sabía de qué cartas hablaba, sería la prueba de que ella había sido la persona que las llevó hasta el señor Johnson. Sí, sería la manera más sencilla de averiguarlo. El rostro de Kyra se mostró un poco asombrado, sus ojos estaban fijos sobre mí, elevé mi mirada y el coronel estaba caminando en nuestra dirección. Instintivamente, me coloqué de pie y saludándolo con formalidad, ingresé a la oficina detrás de él. La mirada del coronel estaba sobre mí, como siempre, se sentía ese muro que nos separaba. Era mi padre, mas al mismo tiempo era una persona a la que el respeto por ser coronel, era más grande que el cariño por ser padre. No tenía recuerdos de él actuando como uno; de hecho, el primer recuerdo que tengo, es de él enseñándole a mi hermano algunas tácticas de interrogación. Nunca fue el padre que alguno de nosotros habíamos querido y, la distancia entre nosotros creció de manera gigantesca, luego de la muerte de mi madre
—¿A qué te refieres con eso? Roksana ¿Qué tienes en mente? — cuestionó abriendo sus ojos un poco más de lo usual. Ver su rostro un poco perplejo no era para nada normal, al parecer la noticia sí la había tomado por sorpresa. Hasta ahora había seguido fielmente cada una de las órdenes de mi coronel, hice cosas que por iniciativa propia jamás había realizado, y en parte, podría llegar a arrepentirme; me dejé cegar al pensar que todo lo que hacía era para el bien y servicio de mi país; sin embargo, todo lo que hice, fue para bien del orgullo de mi padre. —No quiero seguir viviendo como la hija del coronel Ivanov… y como ser su hija es algo que jamás podría cambiar, por lo menos cambiaré lo primero. Si me disculpa, iré a entrenar un poco — anuncié aclarando mi garganta. No deseaba estar más tiempo en esa oficina, sabía que, si permanecía frente a Kyra, podría terminar malinterpretando mi manera de opinar. Me dirigí a la pista de obstáculos, entre tanto yo los cruzaba, la veloz silueta de